El salario real se desplomó 21,3% en los últimos cuatro años y está en el punto más bajo desde 2003, considerando lo que ya se vislumbra como un nuevo paso atrás en 2021. Así lo afirma un informe realizado por OJF & Asociados en base a datos del Indec y a estimaciones propias de esa consultora. El mismo señala que en lo que va de este siglo, sólo en el período 2002-2003 (la crítica salida de la convertibilidad) el salario de los trabajadores estuvo en un nivel inferior al actual. En cambio, si se considera el valor de enero 2021 como equivalente a 100 unidades, el salario superó los 130 puntos entre enero de 2011 y mediados de 2013, y hasta tuvo un fugaz retorno a ese nivel a mediados de 2017.
Desde entonces, la caída fue imparable: 6,3% en 2018 y 9,5% en 2019, períodos de intensas devaluaciones y desbarrancamiento de las políticas macristas; 3,6% en 2020, signado por la pandemia, y una proyección de 3,7% para el ejercicio en curso.
El informe señala que esa disminución de los salarios de los trabajadores es una de “las consecuencias negativas de la aceleración inflacionaria que estamos atravesando”, que en los hechos pulverizó la previsión oficial de un incremento de precios por debajo del 29% para 2021. “De acuerdo a nuestra proyección base, el año en curso cerrará nuevamente anotando una caída en el promedio anual, cerrando en -3,7%, en lo que sería la cuarta caída consecutiva de los salarios de los trabajadores”, dice el texto.
“En este escenario, las negociaciones salariales también están cerrándose por valores mayores al comparar con los primeros acuerdos del año, pero continúan firmando por debajo de la inflación esperada, y dependerá del detalle en las cláusulas de cada paritaria qué tipo de corrección se podrá aplicar”, explican en OJF. Y ponen como ejemplo la situación del gremio de los bancarios, que había firmado una recomposición del 29% pero ya pidió que la reapertura pactada para septiembre se adelante. Entre otros casos, el poderoso sindicato de Camioneros pidió un 45% de aumento para sus afiliados, mientras que el personal legislativo (con el aval de Cristina Kirchner, presidenta del Senado) arregló por 40%.
Este panorama también abrió brechas internas en el gobierno. Cada vez son más los sectores dentro de la coalición oficialista que piden intensificar las medidas de auxilio a los sectores más afectados por la crisis, con nuevas rondas de IFE y ATP, los dos programas que simbolizaron la ayuda estatal durante los meses más duros de la primera ola de coronavirus.
También van en esa dirección otras dos medidas tomadas en los últimos meses: la suba del piso en el Impuesto a las Ganancias, para los trabajadores registrados que cobran más de $ 150 mil por mes; y la condonación de las deudas que surgirían de aplicar de forma retroactiva el aumento del monotributo, proyecto que ingresó este miércoles en el Congreso. Ambas iniciativas son parte del plan para “ponerle plata en el bolsillo a la gente” antes de las primarias de septiembre y de la elección legislativa de noviembre, en las que quedará conformado el panorama político para la segunda mitad del mandato de Alberto Fernández.