El último año fue de cambios vertiginosos en nuestro sistema de representación política. Hasta mediados de 2023, el panorama parecía estar dominado por dos grandes coaliciones, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Ambas tenían un alto nivel de provincialización interna, pero subsistían dos liderazgos con la suficiente influencia como para orientarlas. Nos referimos a Cristina Kirchner y Mauricio Macri, respectivamente. Pero desde entonces, la aceleración inflacionaria y el descrédito del gobierno de Alberto Fernández y Sergio Massa arrastró a los principales dirigentes del sistema, y emergió Javier Milei, el outsider que provocó un terremoto en la política argentina. La provincialización se profundizó, el Frente de Todos se reconvirtió en Unión por la Patria pero eso no le alcanzó para evitar la derrota que lo sumió en una crisis, y Juntos por el Cambio se partió en innumerables pedazos. Hoy la política nacional está dominada por la novedad de Milei, quien está decidido a formar una nueva hegemonía a pesar del contexto económico adverso. Y la oposición, dominada por el bloque Unión por la Patria, aún mantiene un buen caudal de votos, pero se debate sobre cómo reorganizarse.
Dicho debate plantea muchos interrogantes: ¿quién va a liderar? ¿Con qué discurso? ¿Cuáles serán las propuestas? En este marco, de la última encuesta de 2147 casos que hicimos a nivel nacional con Viviana Isasi entre el 8 y 11 de julio surge un dato sugestivo: el retorno del peronismo como marca. Ante la pregunta de cuál es la identidad partidaria o ideológica con la que se siente más representado o cercano, el 25% responde peronista, 14% PRO o macrista, 12% libertario, 8% radical, 5% izquierda y solo 4% kirchnerista; 3% dice otra y 30% declara que no se siente cercano a ninguna. Una aclaración: el estudio pregunta por identidad política con la que se siente más representado, y no por filiación política; en ese segundo caso quienes responden «ninguna» suelen ser bastantes más.
Estos resultados significan un cambio respecto de estudios similares realizados seis o siete años atrás. En primer lugar, antes no estaban los libertarios, que es la identificación política del nuevo mileísmo. Pero el segundo cambio notorio es el crecimiento la marca peronista en reemplazo de la kirchnerista. En 2017, casi 20% respondía kirchnerista y menos de 10% decía peronista. Hoy, ese casi 30% se mantiene estable, pero se invirtieron los términos.
¿Qué pasó en estos años? ¿Acaso la figura mítica de Juan Perón volvió al debate político? Tal vez en parte, pero lo más probable es que esto se deba mayormente al hecho de que desde 2015 el kirchnerismo como marca ha venido perdiendo espacio en las provincias y entre los más jóvenes. Salvo en Buenos Aires, las últimas campañas electorales nacionales de este espacio con múltiples denominaciones se llevaron adelante con poca presencia de Cristina Kirchner y la agrupación La Cámpora, y casi nulas referencias a Néstor Kirchner y los gobiernos kirchneristas 2003-2015, y al mismo tiempo por un creciente uso del término peronista para identificar al conjunto de frentes y alianzas electorales asociadas al justicialismo. Es decir: hay bastante de branding político en la posible explicación de este fenómeno.
Asimismo, es bastante notable lo que ocurre entre los menores de 35 años: allí es mucho más fuerte que en el resto de la población la identificación como libertario (24%) y, curiosamente –o no tanto– también es un poco más fuerte la identificación como peronista (26%), mientras que quienes se identifican como macrista, kirchnerista, radical o de izquierda en ningún caso superan el 5 por ciento. Eso augura que, en los próximos años, salvo que la realidad argentina de otro golpe de timón, la política podría estar caracterizada por un antagonismo entre peronistas y libertarios.
Los dirigentes del amplio y diverso espacio peronista saben esto, y eso ayuda a entender el auge del “peronómetro”. Cristina Kirchner y Axel Kicillof usan cada vez más la palabra peronista para definirse, también lo hacen los cordobesistas de Martín Llaryora y los renovadores de Sergio Massa, y es más frecuente el uso de los símbolos peronistas en las agrupaciones juveniles que se mueven dentro del universo opositor. Puristas autodenominados como Guillermo Moreno disputan el término, y también lo hacen oficialistas como Daniel Scioli y Victoria Villarruel. En suma, la memoria de Perón siempre está vigente a la hora de buscar respuestas actuales para los grandes problemas nacionales, pero para explicar esta disputa semántica hay una razón más inmediata: la marca volvió, tal vez de forma imprevista para muchos, y ahora hay una competencia por representarla. «