Los hermanos Adolfo y Emilio Agüero Esgaib abrieron el jueves la Copa América con una predica evangelista. Son pastores de la iglesia Más que Vencedores, en Asunción, Paraguay, la misma a la que concurre Alejandro Domínguez con la habitualidad que sus tareas como presidente de la Conmebol lo permiten. “El mensaje de Cristo sigue vigente hoy en día y Él nos llamó a la paz, a la comprensión y el perdón. También nos dijo ‘cree’. Porque para aquel que cree, todo es posible. Estas palabras nos alientan a no desanimarnos, a creer en grande y creer que todo se puede”, dijo uno de los hermanos Agüero Esgaib en el estadio de alta gama donde unos minutos después la selección argentina le ganaría 2-0 a Canadá. “Cree en grande» es el lema de la Conmebol.

El mismo Emilio Agüero Esgaib celebró un rato después en sus redes sociales que su palabra hubiera sido escuchada por las 72 mil personas que estaban en el Mercedes Benz de Atlanta, que entre todas gritaran “¡Amén!”, además de haber llegado, por supuesto, a quienes estaban frente a los televisores en 190 países. En esas mismas redes, Agüero Esgaib despotrica contra el feminismo, las personas trans y el aborto legal. Sus columnas, además, se publican en La Nación de Paraguay, el diario fundado por Osvaldo Domínguez Dibb, padre del presidente de la Conmebol, que el jueves le cedió a su pastor un escenario más masivo y fenomenal. Agüero Esgaib, cuenta el periodista paraguayo Daniel Chung, participó del sepelio de Domínguez Dibb, y de otros momentos de la vida familiar del máximo dirigente del fútbol sudamericano.

Hace diez años, durante el Mundial de Brasil, llamaba la atención el fervor religioso de los jugadores locales. Thiago Silva, el capitán, rezaba antes de cada partido. Arrodillados, sus brazos estirados señalando al cielo. La misma imagen podía entregar David Luiz, su compañero en la defensa. En las tribunas se escuchaba con fuerza el “Eu acredito”, el “Yo creo”. De toda esa emocionalidad, de esa entrega al misticismo, era de lo que se hablaba por esos días sobre el equipo que terminó yéndose de su propio Mundial con un 7-1 de Alemania. En Brasil tampoco podía sorprender. En el quinto país más extenso del mundo el culto evangélico llega a más del 30% de la población y extiende su poder en diversas zonas del Estado. 

Durante la década del noventa, con el brasileño Paulo Silas como referente, el fútbol argentino conoció a los Atletas de Cristo. También Leonel “Pipa” Gancedo comenzó a pertenecer a la iglesia. Pero era mucho menos común la expresión de fe evangélica en las canchas argentinas. En el último tiempo, los gestos religiosos son cada vez más frecuentes antes de que un partido comience o después de celebrar un gol, como lo hace tan seguido el colombiano Miguel Ángel Borja con la camiseta de River.

Cuando en la cuarta fecha del torneo, Santiago Solari marcó el gol de la victoria de Racing contra Deportivo Riestra en la última jugada de un partido costoso, se levantó la camiseta para mostrar una cita del Nuevo Testamento: “En Cristo todo lo puedo”. Lo acompañó Marcos Di Césare con otra remera también de mensaje evangélico. Luego subió una historia de Instagram con la foto de ambos y la oración “Dios es fiel”. Mateo Coronel, jugador de Atlético Tucumán, celebró su gol a Boca con una frase: “Jesús es el camino la verdad y la vida”. Está cada vez más extendido entre los jugadores, algo que también puede mostrar una tendencia de lo que pasa en el país.

Lionel Messi es otro que señala el cielo después de gritar un gol. Se lo dedica a su abuela. Pero durante el Mundial respondió que le agradecía a Dios. “Él es el que decide, para mí está todo escrito”, dijo. El detalle envalentonó a algunas publicaciones evangelistas con la idea de que Messi es seguidor de sus iglesias. Aunque su tradición, aún cuando no vaya a misa, es la católica, religión de herencia familiar. Es algo extendido a la selección, donde la expresión más religiosa se ve en la virgen de Luján y en el agua bendita que los acompaña en el vestuario. 

Pero así como puede ser común la oración de un futbolista antes de un partido, lo que nunca se había visto era una prédica oficial como la que ocurrió en el primer partido de la Copa América. Incluso cuando la FIFA -y esto es lo curioso- prohíbe expresiones religiosas. Gianni Infantino miró la ceremonia desde su palco con algo de desconcierto. Pudo haber sido una escena de El Reino, la serie en la que una pareja de pastores evangélicos llegan al poder con la iglesia como vehículo. O quizá sea el fragmento de una temporada futura. El fútbol también puede ser un camino al poder.