Fue a fines de mayo cuando Nicolás Posse fue súbitamente eyectado del cargo de jefe de Gabinete del Poder Ejecutivo Nacional, por “diferencias de criterio y expectativas” con el presidente Javier Milei –según un comunicado difundido desde la Casa Rosada–, siendo hasta entonces su brazo derecho, al punto de haber delegado en él, entre otras responsabilidades sensibles, el manejo de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
Pues bien, en el aspecto estrictamente fáctico, su caída en desgracia fue simplemente fruto de una frase desafortunada que salió de su boca durante una reunión ministerial: “Pasala bien en Punta del Este”.
Su destinataria: la titular de Capital Humano, Sandra Pettovello, quien quedó de una sola pieza antes de romper en llanto.
Lo cierto es que ella, en el mayor de los secretos, estaba por emprender un weekend romántico en ese balneario uruguayo con un “masculino” (cuya identidad se mantuvo en reserva), de acuerdo a un paper que le envió a Posse el mismísimo director de la AFI, Silvestre Sívori.
Se trataba de un abogado que supo incursionar en la función pública de la mano del ministro macrista Guillermo Dietrich. Y que, siendo muy amigo de Posse, llegó a la cúspide de la AFI sin tener ninguna clase de antecedentes en el mundillo de la mal llamada “inteligencia”.
Desde luego que su cabeza también rodó. Y por una cuestión de peso, ya que el asunto condujo hacia una obviedad: por orden expresa de Posse, la AFI fisgoneaba a los propios funcionarios del régimen “libertario”. Y con el agravante de que el ministro coordinador se jactó de ello sin un ápice de pudor ante una de sus “víctimas”. En fin, ninguno de los dos servía –tal como reza el dicho– “ni para espiar”.
De modo que, debido a tamaño traspié, Karina Milei y Santiago Caputo, nuestro Rasputín de entrecasa, tomaron al toro por las astas para lanzarse a la reestructuración de la AFI. ¿Qué podría salir mal?
Claro que este proceso supone la momentánea parálisis de las tareas del organismo, tanto analíticas como operativas, hasta que sus tuercas y tornillos estén debidamente ajustados.
Lástima que este impasse no sea de lo más oportuno, en razón a ciertas encrucijadas del presente, como, por caso, el inesperado conflicto con Irán.
De hecho, el diario Teheran Times –vocero del régimen de los ayatolas– acaba de pronunciarse acerca de la intención del gobierno local de juzgar en ausencia a exfuncionarios de ese país por su –jamás probada– participación en el atentado a la AMIA con la siguiente frase: “Impondremos nuestro propio juego con respecto al enemigo para hacer que (Argentina) se arrepienta de su enemistad con Irán”.
En tanto, el vocero Manuel Adorni anunciaba con bombos y platillos el inminente relanzamiento de la central de espías, el cual incluye la restauración de su antiguo nombre: Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Un detalle no exento de poco tino simbólico, dada la resonancia atroz de aquella sigla, ya sea durante las dictaduras militares que hubo entre 1955 y 1983 y también en el transcurso de los períodos más críticos de ciertos gobiernos democráticos en ese mismo lapso.
Pero vayamos por partes.
En el plano estrictamente estructural, la aún nonata SIDE será el órgano rector del denominado Sistema de Inteligencia Nacional (SIN), el cual estará compuesto por cuatro sellos –el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), la Agencia de Seguridad Nacional (ASN), la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFS) y la División de Asuntos Internos (DAI)–, que reportarán en forma directa al presidente de la Nación (con todo lo que ello implica). Sin embargo, su espíritu está construido a imagen y semejanza de la que hubo durante el menemismo (cuyas labores, dicho sea de paso, incluyeron el encubrimiento a la voladura de la mutual judía).
Tanto es así que dos de sus autoridades jerárquicas fueron importadas de aquel pasado ya remoto; a saber Juan Bautista Yofre (a) “Tata” y Alejandro Walter Colombo.
El primero, un viejo colaboracionista de la última dictadura –que, como tal, fue agente inorgánico del Batallón 601– brilló durante los primeros meses del gobierno de Carlos Saúl Menem al ser puesto al frente de la SIDE. Y luego se dedicó a escribir libros en base a los archivos secretos del terrorismo de Estado que –según dicen– habría robado en esa época. Y ahora fue premiado con la titularidad de Escuela Nacional de Inteligencia (ENI).
El segundo, a su vez, fue durante el menemismo el delegado de la SIDE en Roma, regresando al organismo durante la presidencia de Mauricio Macri.
Por aquel entonces hizo buenos migas con el jefe de su custodia, el comisario Pablo Cecati, quien ahora estará a cargo de la ASN, mientras que él encabezará la jefatura de la SIA. Es más que probable que en los pasillos del búnker que la SIDE posee en la calle 25 de Mayo se cruce con un viejo conocido: Antonio Horacio Stiuso (a) “Jaime”.
Éste es nada menos que el agente secreto más famoso del país. Y según una fuente de “La Casa” –como se le dice a la AFI-SIDE desde la noche de los tiempos–, habría vuelto allí en calidad de “gurú en la sombra”, del flamante Señor 5, Sergio Neiffert.
En rigor, este sujeto es un neófito absoluto en materia de inteligencia, y el único mérito que exhibe es el aprecio que le tiene el menor de los Caputo, sin soslayar su pasado como ladero del exintendente de Malvinas Argentinas, don Jesús Cariglino.
Al estado mayor de la SIDE también fue sumado Ariel Waissbein, que se hará cargo de la AFC. Se trata de un reputado especialista en Informática, y entre sus planes figura incorporar al organismo algunos trolls que, por ahora, operan por la red X (antes Twitter) desde un salón de la Casa Rosada.
El flamante dream team del espionaje libertario ya está en las gateras. Y a diferencia del rol que, por ejemplo, tuvo la AFI macrista (haber conformado, junto con ciertos medios y jueces federales, la tríada del lawfare, abocada a la persecución de exfuncionarios kirchneristas y empresarios rivales), la SIDE de Milei ya afina su posible estrategia: operar, a través de la infiltración, entre otras acciones secretas, sobre dirigentes opositores y organizaciones sociales.
El tablero del juego de espías ya está tendido. «