«Qué peligroso. Qué triste», el tuit que Lali Espósito escribió en agosto de 2023 luego de conocerse los resultados de las elecciones primarias, fue suficiente para que el ahora mandatario, Javier Milei, la atacara durante toda su campaña y mandara también a su ejército de trolls (los pagos y los ad honorem) a castigar en las redes sociales a la joven artista.
Lali es mujer, feminista y popular. Tres cosas que al mandatario lo enfurecen. Son sus objetivos favoritos para ajustar, atacar y, en lo posible, exterminar.
Flojo de creatividad y también de valentía, Milei volvió a imitar con este ataque desmedido a Donald Trump, cuando descargó toda su furia sobre la popular artista Taylor Swift, o a Jair Bolsonaro cuando atacó a la cantante brasileña Anitta. Lo hicieron de la misma manera, insultando por redes sociales y generando innumerables fake news.
Sin embargo, algo fue distinto en el caso de Milei: mientras él atacaba a Lali, las noticias sobre tarifazos en los servicios de luz y transporte y la inflación aumentando sin parar importaron mucho más que sus ataques a Lali. La estrategia no es nueva y siempre la gestionan los gobiernos de derecha y antipopulares: tapar con una polémica inocua una medida nociva para el pueblo. Salvo que, en este caso, algo no salió bien, y el presidente quedó al borde del ridículo, balbuceando frases tales como «Ella empezó», «¿No me puedo defender?», «Que se aguante la pelusa», mientras Lali, que para entonces y con mucha altura, había dado por terminada la polémica.
Son cientos los artistas y personalidades de la cultura que hablaron, firmaron comunicados y criticaron a Javier Milei por sus políticas de ajuste y entrega del país, pero la elegida para atacar fue Lali. Uno de los motivos es que la estructura machista y patriarcal funciona así, nunca va en contra de varones cis, aunque sean populares. Otro motivo es que la cobardía impide enfrentar a sus pares, aunque piensen distinto. Un pacto de machos implícito.
«El feminismo es el principal enemigo. Nosotras les hacemos temblar las estructuras anquilosadas dentro de sus cabezas», dijo en la asamblea organizativa del 8M Nina Brugo, referente feminista e integrante histórica de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. «Vamos a hacer el 8 de marzo para demostrar a toda la humanidad que el ataque a nuestros derechos es un ataque a los Derechos Humanos fundamentales. Porque si soterran nuestros derechos hay un enterramiento general de la dignidad humana en este país», dijo en contrapunto la socióloga Dora Barrancos.
La fuerza numérica y discursiva de la asamblea dejaron en claro que ni las políticas represivas de Patricia Bullrich ni la violencia de Milei contra las mujeres serán un freno para que los feminismos salgan a las calles.
El relato de que la agenda feminista es la culpable de los retrocesos tuvo aceptación es espacios conservadores, pero a dos meses de su mandato está claro que el feminismo no sólo no tiene nada que ver con los puntos flojos de su gobierno, sino que son las mujeres y las diversidades quienes más ponen en el cuerpo en los comedores y albergues donde la crisis se hace sentir con más profundidad. A la falta de creatividad y al exceso de violencia, los feminismos se unen para responder con creatividad, unidad y organización. «