El primer ministro de la India se sumó a los líderes mundiales que buscan una salida civilizada a la guerra en Ucrania y luego de visitar a Vladimir Putin en Moscú el mes pasado y a su par Donald Tusk en Varsovia el jueves, estuvo hasta ayer en Kiev con Volodimir Zelenski. No hubo noticias de mayores avances en relación a algún alto el fuego o siquiera a una mesa de negociaciones, pero sí respuestas a algunas críticas previas del mandatario ucraniano. «Es una enorme decepción y un golpe devastador ver al líder de la democracia más grande del mundo abrazar en Moscú al criminal más sangriento», había escrito Zelenski en sus redes sociales.
“A mucha gente le disgustó el abrazo”, cuestionó un periodista británico al canciller indio en esta ocasión. «En nuestra parte del mundo, cuando la gente se reúne, se abraza. Puede que no forme parte de su cultura, pero sí de la nuestra. De hecho, hoy he visto al primer ministro abrazando al presidente Zelenski, y lo he visto hacerlo con otros líderes en otros lugares. Así que creo que quizá tengamos aquí una pequeña brecha cultural en cuanto a lo que significan estos gestos de cortesía», le respondió con elegancia demoledora Subrahmanyam Jaishankar.
Mientras tanto, Ucrania se posiciona en el nuevo frente de combate en la región rusa de Kursk, donde recibió el espaldarazo del gobierno de Estados Unidos para usar armas de fabricación estadounidense, un hecho que corre un poco más el arco hacia un enfrentamiento directo entre Occidente y Rusia. «Nuestra política permite a Ucrania llevar a cabo contraataques para defenderse de los ataques rusos procedentes de esa región fronteriza, y eso incluye a Kursk y la región de Sumy”, dijo la subsecretaria de prensa del Departamento de Defensa, Sabrina Singh, quien explicitó la caracterización de la Casa Blanca sobre esa incursión: Los ucranianos se están defendiendo de los ataques rusos que provienen del otro lado de la frontera.
El “permiso” coincide con 33º aniversario de la declaración de independencia de Ucrania, el 24 de agosto de 1991, que marcó el principio del fin de la Unión Soviética, que se cristalizaría cuatro meses más tarde. También se cumplieron estos días los 81 años de la victoria del Ejército Rojo sobre las fuerzas nazis en Kursk, una batalla feroz en la que al cabo de 50 días los alemanes perdieron medio millón de soldados y una enorme cantidad de material bélico, el 23 de agosto de 1943. Como parte de ese “recordatorio” el gobernador de la provincia rusa de Jersón, Vladimir Saldo, dijo que tropas ucranianas preparan una incursión marítima desde el Mar Negro para «colocar allí banderas y mostrar a Occidente que supuestamente han conseguido tomar posiciones».
Zelenski, en tanto, puso en marcha dos medidas adicionales para cristalizar la separación de ucranianos y rusos y de paso evitar que el Kremlin acuse a la OTAN de enviar soldados al combate. Por un lado, este sábado comenzó a regir una ley de “independencia espiritual” que prohíbe el funcionamiento de instituciones religiosas ligadas a la iglesia ortodoxa rusa. «Protegerá a la ortodoxia ucraniana frente a la dependencia de Moscú y garantiza la dignidad de los santuarios del pueblo ucraniano», indica la normativa entre sus fundamentos.
Por otro lado, Kiev otorgará automáticamente la nacionalidad ucraniana a “cualquiera que perciba la vida y la independencia como lo hacen los ucranianos, cualquiera que luche junto a los ucranianos”. Es decir, todo mercenario o combatiente regular de los países que forman parte de la organización atlántica será considerado nativo de Ucrania y su captura o muerte desligaría a Occidente de responsabilidad legal o política.
El premier indio, en su paso por Polonia, había manifestado el jueves su creencia de que “no existe ningún problema o conflicto que pueda resolverse en el campo de batalla, (…) por lo tanto, apoyamos el diálogo y los esfuerzos diplomáticos para restablecer la paz y la estabilidad lo antes posible”. En la capital ucraniana, Modi reconoció que intentó mantenerse lo más alejado posible del conflicto, pero insistió: «Nunca fuimos neutrales. Hemos decidido desde el primer día que estamos del lado de la paz (…) Durante la crisis, el pueblo de Ucrania necesitaba varios tipos de asistencia y, para satisfacer estas necesidades, adoptamos un punto de vista humanitario e intentamos hacer todo lo posible para satisfacerlas”.