El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, pidió perdón a las víctimas de abuso sexual y aseguró que la Iglesia tiene la obligación de realizar «inmediatamente» la denuncia penal en la Justicia, al celebrar una misa convocada por un hombre que fue abusado por un cura del colegio Cardenal Newman.
«En lo que respecta a aquellas denuncias hechas contra estas conductas aberrantes, en miembros de la jerarquía eclesiástica, nosotros tenemos el deber por nuestros protocolos, al realizarse la denuncia, de indicar inmediatamente el camino del derecho a hacer la denuncia en el Tribunal civil, la denuncia penal», aseguró monseñor Ojea el viernes en la Catedral de San Isidro.
El obispo calificó a los abusos como «conductas aberrantes» y una de las «formas tremendas de matar».
Aunque desde agosto de 2015 existe un protocolo sobre cómo actuar en casos de abuso sexual, en el que se recuerda que es un delito, en los hechos rara vez la Iglesia promueve una acción penal.
«Hay que poder vencer esas redes de silencio familiares e institucionales, redes que se han tendido para oprimir y obligar al secreto», pidió en otro tramo de la homilía.
Sentado en la primera fila lo escuchaba quebrado, con el rostro cubierto de lágrimas y tomado de la mano de sus hijos, Rufino Varela, un hombre de 52 años que el pasado 30 de diciembre denunció que a los 12 años había sido abusado por el capellán irlandés del colegio, Finnlugh Mac Conastair, a quien los alumnos conocían como «El padre Alfredo».
Un poco más alejado estaba también Alberto Olivero, director del Cardenal Newman, quien le había pedido a Varela que no hiciera pública su denuncia.
«Fue muy emocionante, no me esperaba una cosa así, no creía que iba a ser tan fuerte todo lo que dijo el obispo», le contó Varela a Télam.
«La Iglesia ha pedido perdón y yo renuevo ese pedido de perdón aquí, en mi diócesis, a todas aquellas personas que han sido víctimas de abusos siendo niños o jóvenes, por miembros de nuestra jerarquía; pedimos perdón a estos hermanos y a estos hijos nuestros», aseguró Ojea quien, además, decidió abrir la catedral especialmente para rendir homenaje a las víctimas y dar la homilía junto al obispo auxiliar, Martín Fassi.
El 30 de diciembre, en un reportaje al diario La Nación, Varela había contado que luego de haber sido abusado por un empleado que trabajaba en la casa de sus padres buscó ayuda en el padre Alfredo, pero el cura le pidió que se bajara los pantalones, le pegó con el cinturón y abusó de él.
Desde aquella nota, otras once personas del Newman se acercaron para contarle que ellos también habían sido abusados. Y si en la casilla de mensajes de Varela se acumularon más denuncias, también se sumaron al menos cuatro amenazas, contra él y su familia.
Fundado en 1948 por la congregación de los Christian Brothers, el Newman es uno de los colegios más exclusivos del país. Ubicado en la localidad de Boulogne, allí estudiaron el presidente Mauricio Macri y también varios políticos como Alfonso Prat Gay y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.
«No puedo entender cómo el Vaticano todavía no tomó medidas contra los Christian Brothers, por eso esta misa da un poco de esperanza», aseguró Varela.
Pero la reacción más inesperada que tuvo en todo este tiempo fue el llamado que recibió el 9 de febrero: el papa Francisco estaba del otro lado de la línea para pedirle perdón en nombre de la Iglesia pero también para decirle que se acercara a monseñor Ojea. «Usted es un eslabón en una cadena», le dijo Francisco y así comenzó a gestarse la misa del viernes.
Poco antes de la misa de las 19, Varela había convocado en la Plaza Mitre, frente a la Catedral, a la primera reunión de Cruzada Francisca, la ONG que decidió formar para luchar contra el abuso infantil. Unas 30 personas se sumaron a su llamado y escucharon la misa, y hasta ahora la Cruzada ya recibió unas 150 denuncias de abuso.
«Cuando me llegaron las denuncias del Newman, me sentía un poco cínico, por un lado me daba pena por las personas, pero por el otro también decía qué bueno que empiece a conocerse esto», confió Varela a esta agencia.
En un principio, monseñor Ojea ofreció hacer una mención a las víctimas en una de las misas habituales de la Catedral. Pero a lo largo de las tres reuniones que mantuvo con Varela, y después de haber conversado con otras víctimas, decidió convocar a una homilía especial para el viernes, un día en que la Catedral permanece cerrada.
Todavía emocionado, Varela le contó a Télam: «Hay un vacío total y un vacío de la Iglesia, ahora hay que esperar que pasa con todo esto».