Vladimir Putin y los BRICS fueron las estrellas del XVII Foro Económico Internacional que culminó ayer en San Petersburgo. En medio de la ofensiva rusa en Ucrania y la amenaza de involucramiento cada vez mayor de Francia, reunió a representantes de 139 países que ávidos de integrarse a los nuevos polos del poder mundial, sellaron acuerdos comerciales que desafían las sanciones impuestas por Occidente, a quien quieren sacar los pies del plató atlantista. Fueron muy celebradas las participaciones de un par de exfuncionarios de EE UU que ven con preocupación un desmoronamiento de su gobierno, y del vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa.
El que abrió el juego en ese sentido fue el dueño de casa. Putin, nativo de esa ciudad, dejó un par de conceptos que definen el momento. «Rusia sigue siendo un actor clave en el comercio mundial a pesar de todos los obstáculos y sanciones ilegítimas. Los estados amigos de Rusia representan tres cuartas partes de su volumen de negocios comercial. Las tasas de crecimiento económico ruso superan el promedio mundial y el país ya ocupa el cuarto lugar en términos de PBI medido en paridad de poder adquisitivo (PPA). Los países BRICS están trabajando en su propia infraestructura de pagos, independiente de la de Occidente. La agrupación tiene un gran potencial para que se unan nuevos miembros».
El índice PPA mide no el volumen total de lo producido en un país en dólares al cabo de un año (el PIB nominal) sino qué cantidad de bienes y servicios se pueden comprar en moneda local en cada nación. Y allí, de acuerdo a datos del Banco Mundial y del FMI, Rusia aparece justo detrás de China, EE UU y la India, en disputa con Japón y Alemania. En todos los conteos, Brasil aparece como la octava potencia económica. Un dato relevante ante las sanciones económicas y el bloqueo de sus fondos en bancos occidentales con los que Europa y Joe Biden esperaban castigar al gobierno de Putin. Lo que en realidad ocurrió es que potenció las relaciones comerciales en el nuevo grupo que el 1° de enero llegó a la cifra de diez socios y al que Javier Milei renunció cuando había una silla dispuesta para sumarse y la alfombra roja para recibirlo como representante argentino.
El que no tuvo tanto prurito fue Nayib Bukele. La semana pasada tuvo de invitado a Milei en el juramento de su segundo mandato junto con su compañero de fórmula, Félix Ulloa, quien en el encuentro del FEISP-2024 dijo que BRICS + es el equivalente al Movimiento de los Países no Alineados de los ’60 y recordó que El Salvador forma parte del Sistema de la Integración Centroamericana (SG-SICA) y que el conjunto de esos ocho países son la cuarta economía latinoamericana.
En la bella ciudad creada por el emperador Pedro el Grande en 1703 y donde en 1917 comenzaría la Revolución Soviética, cantaron presente tres estadounidenses que fueron a contraviento de lo que se digita en la Casa Blanca. «Si los rusos decidieran comenzar a suministrar abiertamente misiles de alcance medio que pudieran atacar cientos de kilómetros dentro del territorio de Estados Unidos, podrían alcanzar ciudades como Austin, San Antonio, Phoenix, Albuquerque. ¿Cree que lo veríamos como una amenaza a Estados Unidos, una amenaza a la que habría que responder? Entonces, ¿por qué, en nombre de Dios, creemos que podemos hacer lo mismo con Rusia y no sufrir ninguna consecuencia?», planteó Larry Johnson, un exanalista de la CIA devenido en consultor privado.
«Putin hizo un excelente resumen de la victoria de Rusia en Ucrania, que es inevitable, el desarrollo de las tierras y la economía de Rusia y la atracción de trabajadores calificados, y la derrota final de Occidente», dijo a su turno Scott Bennet, quien fuera también analista pero en el Departamento de Estado. Tara Reade, quien trabajó como asistente de Biden en el Senado en los ’90 y lo terminó denunciando por abuso, dijo a su vez que «el futuro del mundo son los BRICS» y que será «mejor que EE UU de un paso adelante o perderá el tren». Hubo otro personaje que desde las redes y sus intervenciones ahora periodísticas viene alertando sobre el curso de los acontecimientos en el este de Europa. Se trata de Scott Ritter, otro exCIA, que estaba disponiéndose a viajar a este encuentro cuando le confiscaron el pasaporte por orden del Departamento de Estado. «Es posible que ahora quiera escribir una nota de agradecimiento (…) Ese tonto de (Antony) Blinken terminó elevando el perfil de Scott de una manera que nunca habría logrado si simplemente se hubiera presentado en el SPIEF y hubiera hablado. Más de dos docenas de medios de comunicación me preguntaron repetidamente sobre Scott. La gente de SPIEF también adora a Scott. Tiene una gran cantidad de amigos desconocidos», posteó Johnson antes de su regreso a EEUU.