Desde hace algunos años, el nieto restituido por Abuelas en 2005, Leonardo Fossati, coordina el espacio de memoria Comisaría 5ta de La Plata. Allí funcionó el centro clandestino de detención donde estuvieron cautivos sus padres, Rubén Fossati e Ines Ortega, ambos desaparecidos, y es el lugar donde nació y estuvo por última vez con su madre en marzo de 1977.
Más de 47 años después, Leonardo declaró este jueves ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata como testigo de esos crímenes y del funcionamiento de ese centro clandestino de detención en el marco del debate que se sigue por crímenes de lesa humanidad en el que están acusados el exmilitar José Ignacio Saravia Day, el exmédico policial Jorge Antonio Bergés y el expolicía Pedro Raúl Muñoz.
Inés Ortega tenía 17 años cuando la secuestraron. Militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y estaba embarazada de 7 meses. Su casa estaba a apenas 50 metros de la Comisaría 5ta. Rubén Fossati tenía 22 años, estudiaba historia y militaba en la Juventud Peronista. “Eran militantes activos, barriales y ayudaban en las villas”, contó Leo.
Fueron secuestrados el 21 de enero en Quilmes y, tras pasar por otros lugares de detención, fueron llevados a la Comisaría 5ta.
“Todo lo que sé, lo sé por el testimonio de sobrevivientes”, aclaró sobre la reconstrucción que realizó del paso de sus padres por ese centro clandestino y destacó en particular sus charlas con Adriana Calvo. “Mi papá estuvo un tiempo en un calabozo común de hombres, todos hacinados. En un momento Adriana Calvo pasó por ese lugar, porque estaba cerca de una canilla donde muy de vez en cuando le permitían asearse, y vio a los hombres en una imagen como el holocausto nazi: famelicos, enfermos y se tenian que turnar para sentarse o acostarse”, contó.
De su mamá tiene más detalles porque compartió el sector de detención con Adriana, también embarazada, quien logró sobrevivir y avisó a sus familias que los había visto ahí y que Inés había dado a luz a un varón y lo habían llamado Leonardo.
“Muchas veces se habla de maternidades clandestinas pero de maternidad tenía poco y nada. Adriana me contó que mi mamá estuvo haciendo el trabajo de parto desde la mañana, llamaban a que fueran a atenderla y recién a la tarde vino un médico, que supuestamente era Berges (uno de los imputados)”, explicó Leo.
“La ataron de pies y manos en la cocina, se escuchaban los gritos, los insultos de los policías. Después mi mama le conto a Adriana que, mientras me estaba teniendo, las policías se burlaban, la insultaban y escupían. En esas condiciones mi mamá, con 18 años, tuvo a su único hijo y en esas condiciones tuvieron otras mujeres, como Adriana, que dio a luz en un patrullero”, añadió y concluyó: “Parir también era una tortura”.
Leo estuvo con su mamá apenas unas horas. En un momento entraron a la celda y le dijeron que “el coronel” quería conocer al bebé. “A partir de ahí, nos separaron para siempre. A mi mamá le dijeron que me habían entregado a mi familia materna”, indicó.
Leonardo pasó los siguientes 28 años bajo una identidad falsa. Fue anotado como hijo biológico de una pareja que no podía tener hijos. Según el relato de sus apropiadores, una partera les dijo que una joven había quedado embarazada y no quería tener al bebé. Pasaron años de dudas y cuando fue padre por primera vez, a sus 20 años, comenzó el proceso que lo llevarían a Abuelas de Plaza de Mayo y a confirmar su verdadera identidad.
Leo repasó el proceso por el que se fue reconstruyendo su historia y la de sus padres, cómo profundizó su vínculo con Abuelas y cómo llegó a coordinar el Espacio por la Memoria de la Comisaría 5ta. “Estar ahí todos los días es parte de un proceso de sanación. Lo he visto en familiares, en las Madres y en Abuelas y en muchos hijos. Poner todo ese dolor en acción, en militancia, en generar o aportar a generar las herramientas para que esto no suceda nunca más», señaló.
Al finalizar su testimonio, mostró las fotos de sus padres, “un pequeño gran tesoro” que sobrevivió al terror. “Quisieron borrar su militancia, su compromiso, su vida, pero su legado sigue en pie, no solo en nuestras familias y en los organismos sino en gran parte de la sociedad que se permite conocer la verdad. Nadie que conozca la verdad puede ser indiferente a este dolor, por eso es tan importante que se haga justicia, para que no se vuelva a poner en tela de juicio estos crímenes nunca más y no se le mienta más a la sociedad”.
El juicio
Este nuevo juicio oral abarca los crímenes cometidos contra 112 personas que estuvieron cautivas en el centro clandestino de detención que funcionó en la Comisaría 5ta de La Plata entre 1976 y 1978.
El exmédico policial Jorge Antonio Bergés, quien ya fue condenado por los crímenes cometidos en este centro clandestino contra otros prisioneros, está acusado por el secuestro y los tormentos sufridos en esa Comisaría por Jorge Julio López, quien sobrevivió a la dictadura y fue luego desaparecido en democracia.
Para los otros dos acusados, esta es la primera vez que deberán responder ante la justicia por crímenes de lesa humanidad. Pedro Muñoz se desempeñó como efectivo de la Comisaría 5ta y será juzgado por privación ilegal de la libertad, aplicación de tormentos y apropiación de menores que tuvieron como víctimas a 110 personas, y el exmilitar José Ignacio Saravia Day, quien fue teniente del Regimiento de Granaderos a Caballo, está procesado por la privación ilegal de la libertad agravada y aplicación de tormentos agravada de los conscriptos José David Aleksoski, quien permaneció secuestrado en la Comisaría 5ta y se encuentra desaparecido, Juan Ignacio Araujo y Roberto Campos.
Al testimonio de Fossati le siguió la declaración de Carlos de Francesco, sobreviviente del centro clandestino de la Comisaría 5ta.