Corea del Norte lanzó este viernes otro misil balístico intercontinental, informaron Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, en una nueva escalada en la crisis internacional con el régimen comunista.

El Pentágono fue el primero en informar sobre esta prueba de poderío norcoreano, pocas semanas después de que Pyongyang efectuara con éxito el primer disparo de un proyectil intercontinental capaz de alcanzar territorio estadounidense.

El lanzamiento tuvo lugar sobre las 14H45 GMT, indicó el portavoz del Pentágono, capitán de navío Jeff Davis.

«El misil fue lanzado desde Mup’yong-ni y tuvo una trayectoria de unos 1.000 kilómetros antes de hundirse en el Mar de Japón. Estamos trabajando con nuestros socios interinstitucionales para entregar una evaluación más detallada», añadió.

Las fuerzas armadas de Corea del Sur y el primer ministro japonés Shinzo Abe también confirmaron el lanzamiento. En Seúl y Tokio, los gobiernos convocaron reuniones de sus consejos de seguridad nacional.

Militares estadounidenses y Corea del Sur habían advertido en los últimos días que Corea del Norte parecía prepararse para otra prueba de misiles, probablemente un misil balístico intercontinental (ICBM, por su sigla en inglés), o un cohete de rango intermedio.

Mientras tanto, militares estadounidenses se preparan para realizar otra prueba de un sistema de interceptación de misiles en Alaska, que podría realizarse el sábado.

La prueba del sistema de Defensa de Área de Alta Altitud Terminal (en inglés THAAD) estaba programada antes de conocerse el lanzamiento norcoreano del viernes.

Estados Unidos cuenta con varias capacidades de defensa antimisiles, con componentes diseñados para derribar distintos tipos de misiles en diferentes fases de vuelo.

«Bastardos estadounidenses»

Pyongyang provocó alarma mundial el 4 de julio cuando probó su primer ICBM, que según expertos podría llegar a Alaska.

El líder norcoreano Kim Jong-Un, quien personalmente supervisó ese lanzamiento en el Día de la Independencia de Estados Unidos, lo describió como un regalo a los «bastardos estadounidenses».

Este disparo levantó tensiones en la región, enfrentando a Washington, Tokio y Seúl contra China, el último gran aliado de Pyongyang.

Después de la prueba, Estados Unidos presionó a la Organización de las Naciones Unidas para que adoptara medidas más duras contra Pyongyang.

En total, la ONU ha impuesto seis paquetes de sanciones a Corea del Norte desde que probó por primera vez un dispositivo atómico en 2006, pero dos resoluciones aprobadas el año pasado endurecieron significativamente estas medidas.

Hasta ahora, la estrategia de Estados Unidos, tanto del gobierno de Donald Trump como del de Barack Obama, no ha dado frutos.

A pesar de un fortalecimiento de las sanciones internacionales y la presión de la ONU sobre China, el principal aliado de Corea del Norte, el régimen de Kim Jong-un ha continuado con sus programas militares balísticos y nucleares.

Esta semana sin embargo la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, informó avances en las conversaciones con China sobre la imposición de nuevas sanciones a Corea del Norte, definidas por ella como «muy serias».

Un días después del lanzamiento del misil intercontinental, Haley había dicho al Consejo de Seguridad que esperaba presentar en unos días nuevas medidas, como recortar el suministro de petróleo, prohibir la entrada de trabajadores de Corea del Norte, así como la imposición de nuevas restricciones aéreas y marítimas a Pyongyang.