Un artículo de bloomberglinea.com, un portal de servicios financieros de gran impacto en el mundo, destaca que casi el 54% de las fortunas más grandes de Latinoamérica tienen un patrimonio parcial o totalmente heredado, bastante más que el promedio mundial (37,3%). La nota de Daniel Salazar Castellanos hurga en explicaciones en el universo de los inversores y financistas. Nada que suene a «zurdo», para la mirada del actual gobierno argentino. Por las dudas, vaya esta muestra: «En los próximos años se transferirá una cantidad significativa de riqueza a la siguiente generación. Dependiendo de la región, podría ascender a miles de millones, si no billones de dólares. Por ello, los inversores deben empezar ya a planificar», recomienda a los herederos Ben Rizzuto, del grupo Janus Henderson Investors.
El texto tiene varios méritos, valga el término. Basarse en un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), recordar la investigación del francés Thomas Piketty sobre cómo la herencia patrimonial generó mayor desigualdad en las distintas épocas históricas, y en datos de Oxfam –»el 1% más rico del mundo tiene 2/3 partes de la riqueza generada desde 2020″, dice la ONG británica– pero también de atender advertencias de supermillonarios como Warren Buffet, por las consecuencias de esas inequidades.
El tema es clave en un contexto en que sectores del PRO y especialmente de La Libertad Avanza denigran el concepto de justicia social, promueven la destrucción de leyes y regulaciones asegurando quieren atacar privilegios, al tiempo que culpan de la pobreza a los mismos pobres. Se suben a un argumento moral y juran que propugnan el mérito individual por sobre ventajas mañosas.
Interesante relato que promueven personajes del talante de Mauricio Macri o Donald Trump. Que como nadie ignora, heredaron su lugar en el mundo de sus respectivas familias. O sea, eso de «yo me hice solo, todo me lo gané trabajando», dista de ser cierto. Otro punto es que la meritocracia se defendida en los medios por algunos comunicadores que tuvieron la ventaja de ser hijos de, lo les permitió encontrar puertas entreabiertas al comenzar. En fin.
Piketty causó un revuelo en 2013 con El capital en el Siglo XXI, publicado luego de 15 años de investigaciones sobre fuentes primigenias. Allí brindó data comprobable sobre las inequidades de cuna. Parte de un ejemplo literario: el debate entre dos personajes de Honoré de Balzac, Rastignac y Vautrin, en la novela El pobre Goriot, de 1835.
«En la Francia de principios del siglo XIX los estudios y el trabajo no permitían alcanzar la misma holgura económica que la herencia y los ingresos de un patrimonio»; detalla el economista galo. Vautrin le demuestra al idealista Rastignac las ventajas de casarse con una joven–»aunque no muy bella ni muy seductora»- pero con un patrimonio de un millón de francos, antes que completar una carrera en derecho. Con datos incontrastables.
En todo análisis de este talante, es bueno traer a cuento que el neoliberalismo, más que una teoría económica, es un plan político que perpetúa las injusticias, garantizando las fortunas de los que nacen en cuna de oro, por más torpes que sean, tirando al costado del camino a quienes nacieron en el lado equivocado.
Decía Diego Maradona –alguien de mérito, si los hubo en el mundo, y despreciado en aquellos ámbitos hereditarios– que «billetera mata galán». Según el portal financiero, podría decirse que «cuna mata igualdad». Por ahora…