“El consumo nacional es una fuente confiable de crecimiento para la economía de China”.
La definición no fue extraída de un discurso del presidente Xi Jinping ni es parte de un informe del Ministerio de Comercio de China. En realidad, se trata de una declaración de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, quien – seguramente sin proponérselo – contribuyó a que Occidente termine de descubrir la magnitud de la reciente transformación del consumidor chino, el nuevo motor de crecimiento de la segunda economía del planeta.
En efecto, el consumo interno se ha convertido en uno de los principales indicadores de la economía china, al punto que durante los tres primeros trimestres de 2024 contribuyó con el 49,9 por ciento al crecimiento del país, superando incluso el aporte de las inversiones, que se ubicó en un lejano 26,3%, según cifras oficiales.
“El consumo es el motor de crecimiento de China”, repiten hasta el cansancio desde Beijing, en el marco de una expansión económica que alcanzó un 4,8% en los primeros tres trimestres de 2024, con supuestas mejoras en los niveles de inversión, exportaciones, confianza del mercado e índices de producción de servicios, entre otras variables macroeconómicas.
Mientras los críticos del modelo chino hablan de una “crisis del consumo”, las autoridades económicas gustan responder con el billón de yuanes (casi 140 mil millones de dólares) que generó – hasta ahora – el “Programa de Modernización de Equipos y Recambio de Bienes de Consumo” que fue lanzado en marzo pasado, a casi 15 años de la última gran campaña de renovación de este tipo.
Según datos preliminares del programa, difundidos por el Ministerio de Comercio de China, el canje de automóviles ya superó los 5,2 millones de unidades, las ventas de electrodomésticos casi llegan a los 50 millones de productos y la comercialización de bicicletas eléctricas se acercó a los 900.000 rodados. Las ofertas combinadas de productos del hogar y equipos audiovisuales registraron un aumento del 39,2 por ciento durante octubre.
Para medir el alcance de este recambio es fundamental saber que hacia el final de 2023, los ciudadanos chinos eran dueños de unos 336 millones de automóviles particulares y más de 3.000 millones de electrodomésticos, entre heladeras, lavarropas y equipos de aire acondicionado.
Consumo siglo XXI
Los consumidores ya no son lo que eran. El crecimiento de la economía, los avances tecnológicos y las demandas de una clase media en vías de duplicación operaron como una combinación letal frente a los hábitos conservadores, viejas etiquetas y estereotipos que solían caracterizar a los compradores chinos.
En la actualidad, la marca registrada del consumo es aceptar todo lo que exprese el proceso de modernización, renovación y cambio que atraviesa la sociedad china. ¿Un ejemplo? En noviembre de 2024, el mercado nacional de vehículos alcanzó una venta de 2.423 millones de unidades, de las cuales 1.268 millones fueron Vehículos de Nueva Energía (NEV, por sus siglas en inglés), con una tasa de penetración del 52,3%, que superó por quinto mes consecutivo a los medios de transporte que utilizan combustible convencional.
Otro caso. El mercado de hogares inteligente – es decir, los productos y servicios que optimizan la conectividad, la automatización y la eficiencia – superó los 710.000 millones de yuanes (casi 98.000 millones de dólares) en 2023, con un número de usuarios de aplicaciones que alcanzó los 260 millones, convirtiéndose en el más grande del mundo.
Todo lo que sea diferente, nuevo, exótico o simplemente desconocido, genera una atracción irresistible para los consumidores chinos, tal como se pudo comprobar en la reciente Exposición Internacional de Importaciones de China (CIIE, por su sigla en inglés) con los millonarios negocios que se cerraron para comercializar arroz tailandés, cerezas chilenas, kiwis neozelandeses y arándonos estadounidenses, entre otras “extravagancias”.
En el Día del Soltero, conocido como “Doble 11” porque se celebra el 11 de noviembre, se realizó el evento de compras online más grande del mundo (que suele superar al Black Friday y Cyber Monday), en el que cientos de millones de consumidores agotaron en minutos las ofertas del comercio transfronterizo, gastando fortunas en promociones “made in” Estados Unidos, Europa, Japón, Corea del Sur y, por supuesto, China.
Durante las últimas vacaciones del Día Nacional de China, en octubre pasado, se registraron más de 13.000 millones de entradas y salidas del país, con un promedio diario de 1,871 millones de traslados.
En esta fiebre consumista, la creciente presencia de empresas multinacionales como Apple, Qualcomm, Mercedes Benz y Tesla, no solo constituye un voto de confianza a las oportunidades económicas que ofrece China, sino también es vista como una apuesta al mercado interno del país asiático. Que lo diga el gigante mundial de juguetes LEGO que desde su entrada al mercado chino, en 1983, abrió más de 400 sucursales en alrededor de 120 ciudades de todo el país.
¿Dato mata relato?
“La transición de un modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones y la inversión, a uno basado en el consumo y la innovación, equivale a una transformación estructural fundamental”, afirmó el Premio Nobel de Economía, Michael Spence, al plantear que China debería apostar todas sus fichas a satisfacer la demanda interna.
La mirada del economista canadiense se suma a la de la titular del FMI, citada al comienzo de este informe, sobre la importancia de fomentar el consumo interno en el actual contexto de retracción económica global, que incluye al gigante asiático según la mirada del organismo internacional.
En este marco, la influyente encuesta McKinsey ConsumerWise – de EE.UU. – destacó que el 59 por ciento de los consumidores chinos confían que la economía se recuperaría en los próximos dos a tres meses, frente al 41% de los estadounidenses, el 30% de los británicos y el 13% de los japoneses.
Desde Beijing, funcionarios y economistas minimizan los informes internacionales sobre la “crisis del consumo” y reiteran que, a su entender, el mercado interno es determinante en el proceso de desarrollo del país.
Durante más de una década, sostienen, China fue el mayor motor de la economía mundial, al contribuir con cerca del 30 por ciento del crecimiento global.
En 2023, el Producto Bruto Interno (PBI) del país asiático superó los 126 billones de yuanes, con un aumento del 5,2%, que lo ubicó entre las principales economías del mundo y el crecimiento más rápido.
En los primeros tres trimestres de 2024, la economía creció un 4,8 por ciento y, a juzgar por el rendimiento de fin de año, existe confianza en alcanzar los objetivos de 2024, según destacó un informe de la agencia Xinhua.
“Esta situación sigue poniendo en evidencia la resiliencia del país ante un contexto mundial complejo, además de su capacidad de avanzar hacia un desarrollo de alta calidad”, concluyó el economista argentino Javier Adelfang.