Una parte de Claudio Paul Leguizamón, como hincha de Los Andes, está feliz: el club del que es hincha –y en el que inició su carrera- acaba de ascender al Nacional, la segunda categoría de AFA. Pero su otra condición, la de futbolista, está molesta y con ganas de hablar. A sus 33 años, y ya en el final de un largo recorrido como (buen) mediocampista, Leguizamón decidió ponerle voz en primera persona a un tema tabú del ambiente: cada vez más jugadores de los torneos menores del Ascenso juegan a perder partidos para ganar dinero desde las apuestas.
Nacido en 1991 en Lomas de Zamora y con un doble nombre inspirado en Caniggia, entonces estrella de la selección, Leguizamón es un futbolista-obrero que desde 2009 jugó en diversos clubes del área metropolitana de AFA y del Interior. Lo hizo en Los Andes, Barracas Central, Mandiyú de Corrientes, Camioneros, Midland, Español, Merlo, UAI Urquiza, Deportivo Zoe, Huracán de Comodoro Rivadavia, Atlas, Justo José de Urquiza y, desde este año, en Argentinos Diadema, un pequeño equipo de la liga de Comodoro, ya en su segunda estadía en Chubut. Vivencias de vestuario y canchas no le faltan. Tampoco valentía.
En julio de 2023, cuando jugaba en Justo José de Urquiza (Primera C), Leguizamón alertó del tema por primera vez: “Recibimos un llamado de unos apostadores para perder. El grupo le dijo un no rotundo. Ladrones de proyectos. Nosotros, los laburantes del ascenso, vamos a seguir nuestros sueños por más apostadores que se crucen”, publicó en Instagram.
Un año y medio luego, ya instalado en Diadema Argentina, una localidad rural cercana a Comodoro Rivadavia (el último censo, de hecho, la tomó como parte de la ciudad petrolera), Leguizamón sigue jugando “pero ya no profesional”, aclara. De su actual equipo, Argentinos Diadema, habla con gratitud: lo define como una familia, cuenta que el estadio tiene la única tribuna techada de la Patagonia (construida en 1954) y evoca a sus fundadores holandeses (trabajadores de Shell que inspiraron los colores de la camiseta titular, el azul, blanco y rojo de la bandera de Países Bajos, y el naranja de la suplente, por la selección). Pero, claro, “Legui” sabe que la llamada de Tiempo es por un tema menos luminoso.
–¿Cuándo se empiojó el tema de las apuestas?
–Después de la pandemia. Se empezó a ensuciar y tomó mucha fuerza. Cuando salió a la luz, yo estaba en Jota Jota Urquiza (2023), pero había tenido una primera experiencia en Español (2019-2021). Recién arrancaba y no le dimos entidad. No se hizo público. Yo era capitán y llamaron a compañeros de compañeros para ir para atrás por plata. Dijimos que no. Después hice un recorrido por el Regional Federal, vine a Comodoro (2022) y, cuando vuelvo a Jota Jota (por Justo José de Urquiza, en 2023), me encontré con un club devastado.
–¿Ahí empezaste a sospechar?
–Cuando llegué al club, ya estaba descendido (JJ Urquiza bajó de la B a la C en 2022), que fue por apuestas ilegales. El club estaba manchado. ¿Y entonces qué iba a pasar? Que (los apostadores) iban a volver. Y seguro empezaban por los más chicos. Bajamos el mensaje: «Al primero que se contactan, nos dicen. Porque están jugando con la plata de nuestra familia». Les llega el mensaje a los chicos y nos muestran las capturas. Era para ir por atrás con Victoriano Arenas. Se las mostramos al manager y a la dirigencia del club, que tomaron cartas en el asunto. Llamaron a esos números y no atendía nadie, daban apagado.
–¿Ese contacto con los juveniles era para iniciar una negociación o ya tenían los números sobre la mesa?
–Ya tenían los números sobre la mesa.
–¿De qué dinero estamos hablando?
–A un juvenil, 20 veces más que su sueldo básico, que estaba en 50 lucas, 60 lucas. Y le daban 20 veces más.
–¿Para hacer qué?
–Para que se hagan penales en contra, goles en contra, y que pierdan.
–¿Y ese dinero era para repartir o solo para el que se manchaba?
–Para el que lo llamaban.
–Cuándo estabas vos, ¿algún compañero fue para atrás?
–No, doy fe que no. Fuimos muy serios en el tema. Cuando presentaron las capturas, ya se dieron cuenta de que íbamos en serio, de verdad.
–¿En ningún otro club de los que jugaste conviviste con jugadores involucrados?
–Doy fe que en ninguno. He estudiado bastante a la persona. Cuando estuve en coaching me han mostrado al que miente, al que no, al que brillan los ojos, al que no.
–¿Dónde estudiaste coaching?
-En Generación Zoe, otro garca más.
–Lo tuviste a Cositorto en su desembarco en Español.
–El mismo. Y también he jugado para su equipo, Deportivo Zoe. Estafó a mucha gente. Nos estafó también a nosotros, a sus jugadores.
–Decís que insistieron con Jota Jota porque era un club ya manchado, pero también pasa en otros clubes. Y contaste en una entrevista reciente, en Futbol Champagn, que hay jugadores que cambiaron la casa y se compraron autos y terrenos.
–En Jota Jota me han contado en el vestuario lo que hicieron con la plata algunos jugadores. De eso tengo certeza.
–Son tiempos en los que el sueldo no alcanza. La plata no llega al 20. ¿Entendés a esos compañeros? ¿O solo se piensa ‘me están cagando’?
–El sueldo no alcanza en ningún rubro de Argentina, en el oficio que quieras, pero en el fútbol de Ascenso mucho menos. Te tienen como un robot. Te exigen como un jugador de élite pero te pagan el 20% de lo que te exigen. Y si te pagan. Y si quieren. Los chicos deben entender que tienen un gremio. Que están Sergio Marchi y Darío Checchia. Y Ana María (Spirito). Tres personas que están siempre con el jugador. No te dejan solo. Los chicos tienen que entender que no te podés regalar con un dirigente porque te ofrece tanto y te paga en negro. No, pagame en blanco. Pero son chicos y quizás los referentes no se lo saben explicar.
–¿Lo hablaste en el gremio?
–Sí, en su momento. Te respaldan hasta cierto punto. Después el jugador del futbol de Ascenso hoy se regala. ¿Pero por qué? Porque los dirigentes juegan con la cabeza y la necesidad del jugador.
–¿Le ves solución? ¿O es algo que entró y no se va a ir?
–Tenemos que agarrar fuerza entre muchos. Vos, yo, tres periodistas de nombre. Si lo hacemos viral, no sé si parar pero se va a quedar planchado un tiempo. Porque está difícil que pare. Por eso hay que hablar sin pudor. Hay que darle dos años de pausa para que salgan para adelante la mayor cantidad de pibes.
–¿Hoy qué porcentaje de partidos del Ascenso no son creíbles?
–Un 25% no son creíbles.
–¿Hablás de un jugador en algunos equipos y de más de un jugador en otros clubes?
–Tal cual. Arrancamos con uno y puedo terminar hasta en cinco. Y no sé si hay dirigentes también. Árbitros.
–¿Ves un partido por TV y te das cuenta si un jugador hace todo lo posible para hacer un penal o un gol en contra?
–Lo veo mucho en el Regional Federal (equivalente a la Primera C del Interior). Me ha pasado de jugarlo. Sabíamos que el árbitro estaba comprado y que tal equipo tenía que ganar. ¿Cómo hacés para ir en contra del árbitro, que levanta tres veces la bandera cuando no hay off side?
–Cuando decís el 25% de los partidos del Ascenso no son creíbles, no sólo hablás de un jugador que va para atrás sino además de árbitros.
–Seguro. No se trata solo de jugadores. El jugador agarra por necesidad pero la culpa viene de arriba. Viene un jugador de cabeza débil y le ofrecés 20.000 dólares por un partido, en 90 minutos, cuando cobra 300.000 pesos. Si es que se lo pagan.
–¿20 mil dólares por hacer un penal (en contra)? ¿Un gol (en contra)?
–Un penal, 20 mil dólares. Y vos por mes estás cobrando 300 mil pesos. Entonces si viene un pibe de cabeza débil, ¿lo arrastrás o no? Te lo llevas completo al pibe.
–En dos partidos se compra un departamento.
–Ahí está. Un departamento, un auto, un terreno. Si en el Ascenso no te salvás. No te comprás un terreno. Salvo que juegues en el Nacional. Pero en el Ascenso apenas vivís. A mí el fútbol me dejó de ser redituable hace 3 años. Hasta los 31, el sueldo me alcanzaba. Después, ya no.
–¿Y qué pasaste a hacer?
–De todo un poco. Iba a jugar partidos por plata, a jugar penales, a remisear. Remiseaba, dormía e iba a entrenar. Así después de los 31 años.
–¿Quiénes son los que saben tocar a los jugadores? ¿Son grupos de exárbitros, de exrepresentantes, de qué?
–Y… teléfonos anónimos, llamados anónimos. Pero si me la tengo que jugar, es un conjunto de cosas: técnicos, representantes, dirigentes, réferis.
–¿Seguís pensando en jugar fútbol de AFA?
–Ya no. He sufrido bastante en el Ascenso. Fueron 15 años hermosos, porque los pude disfrutar. Pero a la vez me hizo bastante daño. Esto terminó de rebalsar el vaso.
–¿Por qué estás hablando? Con esta claridad no lo hizo ningún jugador hasta ahora.
–La última vez que tuve miedo fue a la chancleta de mi mamá, cuando tenía seis años. Y además, alguien tiene que hablar. Porque, si no, es una joda. Juegan con los sueños de los chicos que recién empiezan y con la trayectoria de los que se están retirando. Con tu plata y el sponsor que vos tengas, si es legal, está todo bien. Con mi teléfono puedo hacer lo que quiera. Pero dentro de un vestuario, no. Cuando te metés con la necesidad de los pibes, ahí ya está feo. En todos los clubes que estuve, me terminé yendo mal. Che, te pasaste dos días del sueldo. No, con lo mínimo que pagás, no te podés atrasar ni dos días porque los pibes no pueden cargar la SUBE. Tuvimos que hacer vaquitas. Y si nosotros apostábamos e íbamos para atrás, nos solucionaba seis meses de vida. Por un partido. Seis meses. ¿De qué? De cargar la SUBE por tres meses, de compras botines, zapatillas. Pero todavía hay pibes que creen. Milton Giménez (ex Midland, ahora en Boca), Antony Alonso (empezó en Atlas, hoy en Riestra), Matías Mansilla (debutó en Midland, hoy en Estudiantes), Thiago Nuss (empezó en Español, hoy en Central Córdoba). Son pibes que supieron esperar, laburar, y hoy juegan en Primera o Libertadores.
–Escribiste en Instagram en 2023, ¿qué hizo rebalsar el vaso?
–Cuando llegué a Jota Jota y les vi las caritas a algunos compañeros. Vi una ilusión rota. Son pibes con ganas de ser futbolistas. Ahí les dije «Si se meten acá, en el vestuario, yo hablo, los cuido». Si vos estás metido en esto, si no recibiste algún mensajito, lo vas a recibir. De amenazas. Te metés que con gente que no te tenés que meter. Amenazas de todo tipo vas a recibir.
–¿Temés a alguna represalia?
–No, porque no le debo nada a nadie. «