En el playón del polideportivo de Arias y Guidi, justo detrás del estadio del Club Atlético Lanús, desde este jueves hay un tótem en homenaje a Carlos Slepoy. El doctor Slepoy era abogado y defensor, pero no de esos que salen a una cancha para impedir los goles del rival: era un defensor de los derechos humanos, un reconocido jurista y un incansable luchador por el esclarecimiento de los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado en la última dictadura que atraveso la argentina. Slepoy, que murió en Madrid en abril de 2017 con 68 años, también era fanático de Lanús. Desde España, llevó a juicio a Adolfo Scilingo, por su participación en los llamados vuelos de la muerte. El ex marino fue condenado a 640 años tras el procesamiento que le dictó el juez Baltazar Garzón. También logró en el año 2000 la extradición y el procesamiento del genocida Ricardo Cavallo, oficial de la Escuela de Mecánica de la Armada, quien actualmente cumple condena en la Argentina luego de haber sido detenido en México.
«Ha sido un defensor de la Jurisdicción Universal, para permitir el juzgamiento de los crímenes perpetrados por las dictaduras de cualquier país. Fue iniciador de los juicios a los genocidas argentinos en España cuando no se podían hacer aquí. Colaborador en las investigaciones sobre las niñas y niños apropiados por la dictadura militar, llevó adelante hasta su muerte la investigación y el juicio por los desaparecidos del franquismo», puntualizó Lanús los motivos del homenaje. Y agrega: “Y por supuesto, fue hincha fanático del Grana desde 1997″.
También fue el impulsor del histórico juicio que en España se llevó a cabo contra responsables del terror en Argentina, debate en el que representó a las víctimas y sus familiares. El documental El silencio de los otros, disponible en Netflix, muestra bien el trabajo y el acompañamiento de Slepoy para lograr que se juzgara en Argentina a los responsables de los crímenes del franquismo. Ese documental fue el disparador de esta iniciativa. “Los que somos hinchas de Lanús vimos en esa película que en el despacho de Carli, en su biblioteca, había una taza con el escudo de Lanús. Puede parecer insignificante para cualquiera, pero a nosotros nos movilizó. Empezamos a averiguar y ninguno de sus compañeros tenía idea de la relación con Lanús. Hasta que contactamos a su familia, a sus hermanas Norma y Silvia”, cuenta Silvia Salcedo, integrante de la subcomisión de derechos humanos del club.
A través de ellas se enteraron que no sólo era fanático de Lanús porque su padre lo llevaba desde muy pequeño a la cancha sino que en 1997 había sido declarado socio ilustre del club, a través de una carta firmada por el expresidente Emilio Chebel, a pedido del dirigente gremial Víctor De Gennaro. Además de la carta, le obsequiaron el tablón de la vieja cancha por su trayectoria en la defensa de los derechos humanos, era socio ilustre. “Entonces nos preguntamos -sigue Silvia Salcedo- cómo puede ser que tengamos un socio ilustre y que no lo sepamos nosotros. Teníamos que hacerlo conocido dentro del club, lograr un homenaje físico, volverlo visible. No una carta archivada”. Desde el jueves hay un tótem de dos metros de altura, con tres caras: en una está la foto de Carlos junto a ese tablón que le regaló el club, en otra costado tiene su semblanza como jurista y en la última está transcrita la carta por la que fue nombrado socio ilustre hace 23 años. En la inauguración estuvieron presentes las dos hermanas de Carli y también distintas personalidades de los organismos de derechos humanos de la zona Sur del Gran Buenos Aires, además del presidente del club Nicolás Russo y compañeros de militancia de Slepoy.