El juicio penal contra Donald Trump, el primer expresidente de la historia de Estados Unidos que se sienta en el banquillo, arrancó este lunes con la selección del jurado en un tribunal de Nueva York, en plena campaña presidencial de 2024.
La suerte del multimillonario republicano de 77 años estará en manos del jurado de 12 miembros y seis suplentes que empezaron a ser seleccionados este lunes de entre unos 500 potenciales candidatos. Sus miembros emitirán un veredicto unánime al cabo de un proceso que se calcula puede durar hasta dos meses.
De los primeros 96 candidatos que entraron en la sala del Tribunal Supremo de Manhattan, más de medio centenar dijeron que no serían imparciales y fueron excusados antes del fin de la primera jornada.
Elegidos por sorteo, los candidatos responden a un número para ocultar sus nombres por razones de seguridad y tienen que completar un minucioso cuestionario sobre sus simpatías políticas, los medios en los que se informan, y sobre su imparcialidad y capacidad para definir la suerte de uno de los políticos más influyentes de los últimos tiempos, tanto en Estados Unidos como en el mundo.
La selección puede durar varios días.
Trump está acusado de ocultar un pago de 130.000 dólares a la exactriz porno Stormy Daniels para comprar su silencio sobre una supuesta relación extramatrimonial que se remonta a 2006 y proteger su campaña electoral de 2016, que finalmente ganó contra la demócrata Hillary Clinton.
Antes de empezar el juicio propiamente dicho, el juez instructor Juan M. Merchan, de origen colombiano, rechazó varias mociones de la defensa, entre ellas, que se apartase del caso.
El magistrado también advirtió al magnate -quien por momentos movía la cabeza con fastidio para expresar su desaprobación y llegó a ser sorprendido durmiéndose- que puede ser acusado de desacato en caso de interrupción del proceso.
Problema con el juez
Afuera de la corte, Trump dijo a la prensa que tiene «un verdadero problema» con el magistrado. «No vamos a tener un juicio justo», aseguró, antes de tildarlo de «juez muy conflictivo».
El próximo 24 de abril se dirimirá en una audiencia una denuncia de la fiscalía de que el republicano ha violado la orden del juez que le prohibió referirse al caso, en particular en sus redes sociales, donde suele despotricar contra Merchan, su familia y los testigos que se presentarán al juicio.
Trump no está acusado en sí por el pago a la exactriz Daniels, sino por disfrazarlo como «gastos legales» de su empresa familiar, lo que puede acarrearle una condena de hasta cuatro años de cárcel.
El millonario está acusado de 34 falsificaciones de documentos contables de la Organización Trump para camuflar el dinero que había adelantado de su bolsillo el entonces abogado y hombre de confianza de Trump, Michael Cohen. Actualmente su enemigo jurado, Cohen será uno de los testigos claves de la acusación.
El juicio tendrá que demostrar qué sabía Trump de dichos pagos, por los que Cohen ya fue condenado.
Una sentencia de culpabilidad no sería obstáculo para que se presente a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, en las que se enfrentará por segunda vez al demócrata Joe Biden, que lo derrotó hace cuatro años.
Ni siquiera para que ejerza la presidencia, pero sin duda puede afectar sus posibilidades de ganar, pese a que cuenta con una masa de fieles seguidores.
“Punto ridículo”
Para el republicano, el juicio es una «persecución política» orquestada por los demócratas para impedirle lograr su anhelado sueño de volver a la Casa Blanca.
«Es un asalto a Estados Unidos. Nunca había ocurrido nada parecido», dijo el republicano a su llegada al tribunal.
Shawn, entre el puñado de seguidores que acudió a apoyarle, asegura que «se está llegando a un punto realmente ridículo». «Al final del día es interferencia electoral. Están tratando de impedir que un oponente político gane», dijo a la AFP.
Su detractora Jamie Bauer sostiene, por el contrario, que la «interferencia electoral» estuvo en el pago por silencio «para acallar información que él consideraba perjudicial para su campaña».
“Mucho en juego”
Este es uno de los numerosos frentes abiertos del magnate neoyorquino que amasó su fortuna en el sector inmobiliario y la construcción de campos de golf, y que denuncia ser víctima de «una caza de brujas».
El republicano está también acusado de tratar de revertir los resultados de las presidenciales de 2020 y por el manejo que hizo de documentos clasificados que se llevó a su casa cuando dejó la Casa Blanca.