El gobierno pone primera y avanza con su «batalla cultural». En las próximas semanas, el oficialismo modificará formalmente el nombre del Centro Cultural Kirchner, que pasará a llamarse Palacio Libertad. Este cambio responde al nombre del edificio donde se ubicaba la ex agencia del Correo Central, el espacio cultural, en tanto, pasará a llamarse Domingo Faustino Sarmiento.

Este nuevo cambio en los andamiajes culturales del estado nacional se suma al plan de desmantelamiento de toda referencia -expresa o tácita- al peronismo y las presidencias del matrimonio Kirchner y Alberto Fernández. Así quedó expuesto cuando decidieron cambiar el nombre del Salón de las Mujeres por Salón de los Próceres y Pueblos Originarios por Héroes de Malvinas.

En la línea de ataque de la «batalla cultural» se posicionan en primera fila la secretaria General de la presidencia, Karina Milei, y el asesor todoterreno Santiago Caputo, veedores de la estética y construcción de la idiosincrasia libertaria. En sintonía, los miembros del Triángulo de Hierro trabajan desde la elección de Javier Milei como presidente para consolidar una narrativa propia y la construcción de un escenario político y social favorable a los cambios que pretenden introducir.

Foto: Daniel Dabove / Télam

En línea, tal como contó este medio, en las próximas semanas, la hermana presidencial traspasará a su órbita la Secretaría de Cultura, todavía dependiente del Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello. La decisión será publicada en el Boletín Oficial, de la misma manera que se definió que el sello de Marca País esté coordinado por la Secretaría General. 

La Secretaría de Cultura está a cargo de Leonardo Cifelli, ex jefe de gabinete del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires durante la primera gestión de Horacio Rodríguez Larreta, con quien El Jefe mantiene una relación de especial cariño. 

Por lo pronto, el cambio de nombre del CCK se publicará por decreto en los próximos días y se comunicará a través de un pomposo anuncio que responderá a los modismos propios de la gestión libertaria. Según pudo saber este medio, en la fecha de la inauguración el gobierno montará un acto en el que descubrirá la placa de madera símil mármol que reemplazará a la que desde 2015 lleva el nombre del fallecido ex presidente.

El oficialismo planea utilizar estos cambios como un apoyo clave para la campaña legislativa del 2025, punto de inflexión para un oficialismo con imagen positiva, pero sin volumen político en el Congreso. La construcción de las listas nacionales está bajo la atenta supervisión de Karina y su mano derecha, Eduardo ‘Lule’ Menem, quien obrará como jefe de campaña y tiene bajo sus hombros la responsabilidad de duplicar las bancas del oficialismo en ambas cámaras el próximo año.

Para el cambio del nombre formal, sin embargo, los libertarios deberán tomar un camino un poco más sinuoso. Al momento de la creación del centro cultural, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner envió al Congreso un proyecto, que luego se convirtió en la ley 26.794, con el que la entonces hegemonía parlamentaria del Frente para la Victoria aprobó sin complicaciones el cambio del nombre del ex Centro Cultural del Bicentenario. 

Con este antecedente, el actual oficialismo deberá, inevitablemente, utilizar el mismo método para renombrar por tercera vez el esplendoroso edificio ubicado a cuadras de Puerto Madero, instancia que coarta el envión de la emoción oficialista. Con apenas 38 diputados propios y otro puñado de aliados circunstanciales, los armadores de la gestión libertaria saben que para garantizar el cambio antes deberán tratar proyectos más prioritarios.

De esta forma, el próximo mes el gobierno pondrá en marcha una intensa agenda parlamentaria, que incluirá la discusión por los integrantes de la Auditoría General de la Nación (AGN), la conformación final de la comisión Bicameral de Inteligencia, los proyectos en materia de seguridad que presentó la ministra del área, Patricia Bullrich, la reforma electoral que busca sancionar antes de fin de año y la aprobación de los pliegos de los jueces Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para ocupar las vacantes en la Corte Suprema de Justicia.

Ante la consulta de este diario, los principales nombres de los bloques aliados no tienen entre los principales puntos a tachar en la lista de tareas el cambio de nombre del centro cultural más grande de latinoamérica. “Que se dejen de joder con tantos cambios, tenemos que sentarnos a arreglar este caos”, expuso a quemarropa un histórico miembro del Congreso.