La sustentabilidad del acuerdo con el Fondo Monetario internacional depende, además de un ajuste sin precedentes sobre las condiciones de vida de los trabajadores, del cumplimento de otras metas de orden macroeconómico. Una de ellas, sustancial, pasa por corregir el déficit de la balanza comercial que durante 2017 se tradujo en una salida neta de dólares de U$S 8.471 millones.
Es que esa es la vía a través de la cual la economía argentina obtiene los denominados “dólares genuinos”. Por el contrario, el déficit comercial debe ser financiado inexorablemente a través del endeudamiento externo.
La lógica del programa financiero que la Argentina pautó con el organismo internacional está sostenida en los pronósticos que el mismo FMI realiza sobre el devenir económico del país. El sostenimiento de una política económica orientada al cumplimiento de los mismos implica un compromiso por parte del gobierno.
En el reporte 18/287 sobre la Argentina que publicó el FMI en octubre de 2018 se fijaba el objetivo y el pronóstico de alcanzar un superávit comercial durante el año en curso de U$S 3.300 millones. Sin embargo, según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV basado en datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), a septiembre de este año las cuentas externas arrojan en materia de comercio exterior un déficit de U$S 6.400 millones que difícilmente se reviertan en el último trimestre del año.
Lejos de rectificarse, la tendencia de 2017 se agravó en la medida en que en los primeros nueve meses del año el déficit se incremento en un 57,7% con relación al mismo período del año anterior. La cifra equivale al 16,9% de las emisiones de deuda en moneda extranjera realizadas por el gobierno nacional en el mismo período.
De no revertirse la tendencia, sólo por déficit comercial, el programa financiero pautado con el FMI ya estaría sufriendo un faltante de más de U$S 10 mil millones. Esto sin contar otros ítems de la balanza de pagos como la cuenta viajes (turismo) que en 2017 alcanzó un déficit cercano a los U$S 9 mil millones y lo que podría sumar la fuga de capitales.
Lo curiosos es que el déficit comercial se sostiene a pesar del encarecimiento del dólar con respecto a la moneda nacional que durante el año rondó el 100%. El persistente saldo negativo cuestiona la supuesta elasticidad de las exportaciones y las importaciones al tipo de cambio.
De hecho, según el informe de la UNDAV, mientras los fundamentos del acuerdo con el FMI pronostican una caída de las importaciones durante el año del 17,8%, en los primeros nueve meses de 2018, el ingreso de bienes del exterior se incrementó con relación al mismo período del año pasado en un 5,9%.
De este modo, la política cambiaria se muestra incapaz de sustituir las medidas de protección de la industria nacional en materia de importaciones que este gobierno discontinuó y de promover las exportaciones en un contexto de guerra comercial a escala global.
El informe, además, destaca el retroceso relativo de las exportaciones de bienes manufacturados con relación al total que retrocedieron de un 33% a un 31%. Los bienes primarios, por su parte, subieron de un 61% a un 64% del total. De hecho, la cantidad de empresas que realizaban exportaciones pasó de 6.236 promedio en 2015 a 5.708 en 2018. El deterioro, según la UNDAV, “fue casi totalmente explicado por la reducción de empresas exportadoras industriales que pasaron de 3.721 a 3.379”.