Al menos tres veces en la última semana, delante de ejecutivos, hombres de negocios y empresarios de los más diversos sectores, el presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, adelantaron lo que muchos ya estaban vislumbrando: que la eliminación del cepo quedará postergada y que por un buen tiempo la libertad no avanzará, al menos en materia cambiaria.

 “Sé que a ustedes los desvela el cepo y a nosotros también, pero no se trata de salir a las apuradas o mal”, dijo Caputo el miércoles en la celebración del aniversario 170 de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Apenas 48 horas después, en la Bolsa de Comercio de Córdoba, insistió: “Las condiciones son que cuando salgamos no pase absolutamente nada, que haya calma total. Todavía tenemos problemas de stocks, de flujos y sanear aún más el balance del Banco Central. Como este es un proyecto de largo plazo, no hay que preocuparse por si se sale del cepo un mes antes o un mes después”.

La lectura es que, si el plan inicial del gobierno era liberar a la economía del cepo y de toda otra restricción, ahora el cepo forma parte del programa como manera de evitar cualquier sobresalto mientras se ordenan las cuentas fiscales. En el ínterin, el riesgo de corrida cambiaria quedará minimizado.

Su continuidad, incluso, fue expuesta como un elemento positivo hace dos semanas, cuando el sacudón de la Bolsa de Tokio provocó un «lunes negro» en todo el mundo que en Buenos Aires casi ni se notó. En esos días, en el Palacio de Hacienda dijeron que el contagio no se produjo gracias a que no se habían tomado “medidas apresuradas”.

¿Verdadero o falso?

“Es falso que no se puede crecer con cepo. Es una falacia”, dijo Milei el miércoles en un acto organizado por el influyente Council of the Americas. Argumentó que la recuperación de las jubilaciones y de los salarios reales (algo que sólo puede demostrarse con una interpretación sesgada de las estadísticas) alcanzará para expandir la demanda interna y recuperar el nivel de actividad.

El mandatario, incluso, agregó nuevas condiciones para eliminar las restricciones cambiarias que corren la línea de llegada todavía más allá. En los primeros meses de su gestión señaló que lo haría cuando obtuviera un colchón de reservas de U$S 15.000 millones. Ante la falta de prestamistas, introdujo la condición de eliminar los “puts” (garantías de recompra de títulos) del Banco Central. Ante el Council, puso una más: que “la base monetaria –en el formato convencional– termine de igualarse a la base monetaria amplia; que quiere decir que todo el sobrante de dinero se eliminó”. Lograr ese coeficiente técnico podría llevar bastante tiempo más.

Se trata del mismo presidente, durante su campaña electoral, había dicho que el cepo “recorta la libertad y atenta contra el crecimiento” y acusado al kirchnerismo por su implementación (que en realidad viene de fines del gobierno de Mauricio Macri). La voltereta discursiva, amparada en necesidades políticas, dio lugar a un debate entre economistas.

La cuestión se centra en la necesidad de divisas para los insumos importados imprescindibles en cualquier proceso productivo. Si la actividad crece, también se requerirán más dólares. “¿Hay suficientes divisas para sostener el crecimiento, lo que implica pagar crecientes importaciones? La respuesta histórica no es alentadora: las reservas brutas y netas tienden a caer con cepo”, tuiteó Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Equilibra. En su análisis, sin libre entrada y salida de capitales, para obtener esos fondos sería necesario un superávit de cuenta corriente, algo difícil de lograr con el actual retraso cambiario.

El diputado Luciano Laspina, uno de los referentes económicos del PRO, señaló que la dilación se entiende en términos políticos, pero será perjudicial para la reactivación. También alertó sobre los riesgos de una demora hasta 2025: “En la medida en que vos te acercás a las elecciones parlamentarias, salir del cepo, aunque tenga una pequeña corrección en el tipo de cambio, te genera un tiempo de estanflación, salto del tipo de cambio, aumento de tarifas, malhumor social… Pasar eso durante el año electoral para el gobierno sería muy difícil”, razonó.

En un trabajo conjunto de la organización Fundar y Suramericana Visión, la consultora del exministro Martín Guzmán, advirtieron que la salida no es “ni cepo ni liberalización completa” y pidieron “una regulación prudente del flujo de capitales” que fomente su ingreso «para inversiones de mediano y largo plazo y desaliente los flujos especulativos de corto plazo”. Para eso, claro, se necesita un diseño de políticas públicas y un fortalecimiento de las instituciones del Estado para llevarlo a cabo, algo que no parece figurar en la agenda de Milei. «

Ahora Caputo pide no mirar el riesgo país

Después de muchos años de que la gestión económica de los gobiernos fuera evaluada a través del riesgo país, ahora el ministro Luis Caputo pidió dejar de mirar ese índice para analizar la marcha de la economía argentina.

«El riesgo país dejó de ser un indicador líder para nosotros. La realidad es que la inflación va a seguir bajando y que la economía se va a seguir recuperando», dijo Caputo en la Bolsa de Comercio de Córdoba.

El índice, que elabora el JP Morgan, mide la sobretasa que deben pagar los bonos de un país (en comparación con los del Tesoro estadounidense) para ser aceptados por el mercado. Tras un descenso a comienzos de año, como muestra de confianza hacia el gobierno de Javier Milei, el número se estacionó: el viernes cerró en 1471 puntos.

Optimista a pesar de la falta de dólares, Caputo dice que no hay riesgo de que esos bonos sean defaulteados y que el gobierno ya tiene los recursos para pagar todos los vencimientos de 2025. «La realidad se va a llevar por delante todas las dudas», aseguró.