El clásico rosarino entre Central y Newell’s suele ser de los más pintorescos del fútbol argentino por la particular pasión con la que se vive el fútbol en Rosario. Por la historia, por la marcada rivalidad que existe, por la grandeza y la influencia de ambos clubes en el fútbol argentino suele entre los choques más esperados del año. Sobre todo por el espectáculo que se suele brindar en las tribunas, se juegue en el Parque de la Independencia o en Arroyito. Este año, por el contexto de pandemia y las tribunas vacías, sumado al gris presente deportivo que viven el Canalla y la Lepra, parecía que el partido iba a pasar más desapercibido. Pero no.
A tres días del clásico hay muchas dudas. Y no se trata de indefiniciones en la formación que pueden elegir el Kily González o el Mono Burgos. No está definido el horario. No está definido dónde será el choque. Y, al cabo, ni siquiera se sabe si realmente va a jugarse este fin de semana. El gobierno de Santa Fe se mantiene firme en la postura de que Central-Newell’s no jueguen en Rosario ni en ninguna otra ciudad de la provincia para evitar cualquier tipo de aglomeración en los eventuales festejos, en el marco de las restricciones y el aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuestos para mitigar la segunda ola de la pandemia de covid-19.
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«Les pedimos a las más altas autoridades de la AFA y de la Liga Profesional que el clásico se juegue de noche, en la franja horaria de 20 a 21, para que podamos controlar mejor y evitar las aglomeraciones, pero esto no está definido y se puede llegar a suspender el partido», advirtió el subsecretario de Seguridad de Santa Fe, Diego Llumá, luego de la reunión que mantuvo con los encargados de seguridad de ambos clubes. Desde la AFA y la Liga de Fútbol Profesional señalan que el único momento posible para jugar es el domingo por la tarde, por motivos de calendario y reglamento. El sábado 1° de mayo, Día del Trabajador, no hay fútbol por una tradición histórica que marca Futbolistas Argentinos Agremiados. Además, como Newell’s juega este jueves por Copa Sudamericana, y también el próximo martes, deben cumplir con las 48 horas de descanso que marca el reglamento.
Por eso toma fuerza la idea de mudar el clásico a Buenos Aires o Mendoza. No sería la primera vez, incluso sin público: en 2018, Central venció 1 a 0 a Newell’s en Sarandí, en una cancha de Arsenal sin público, por los cuartos de final de la Copa Argentina. En este caso no parecía haber demasiado en juego más que cumplir con clásico interzonal de la Copa de la Liga Profesional, en la que la Lepra ya no tiene chance de meterse en la siguiente fase y el Canalla aparece lejos del top 4 de la zona A. Pero el contexto sanitario y la decisión provincial hacen que el partido corra riesgo.
Las autoridades santafesinas también pidieron a directivos del fútbol y de la televisión que el partido sea transmitido por la TV Pública para evitar reuniones en las casas que tienen pago el abono o el desplazamiento de gente hacia los bares. Para el gobierno provincial también es preocupante que se puedan llevar a cabo los tradicionales banderazos en los lugares de concentración de los planteles o en las afueras del estadio. La tensión entre los clubes y el Ministerio de Seguridad santefesino viene desde el año pasado, cuando aún estaba en el cargo Marcelo Saín. En noviembre, cuando las restricciones comenzaban a relajarse, Saín puso la mira sobre la concurrencia que se veía en las canchas de Newell’s y Central. «Sentimos que los dirigentes de los clubes santafesinos del fútbol de Primera no están a la altura de las circunstancias. Estaban acostumbrados a que el Estado no se le pare de manos. Estaban acostumbrados a hacer lo que querían, porque con una llamadita telefónica le doblaban la mano al Ministerio de Seguridad en el cumplimiento de las normas. A nosotros no nos van a doblar la mano. O se ponen a la altura o se quedan sin fútbol», advirtió. Aunque ahora el puesto lo ocupe Jorge Lagna, el aviso se puede hacer carne justo en el partido más importante para la provincia.