Desde 1946 hubo 46 golpes o intentos de golpes de Estado en Bolivia. En ningún otro país del mundo hubo tantos. El del miércoles pasado no fue uno más. No parece ser el último.

Bancado por el general golpista Hugo Banzer Suárez, Jaime Paz Zamora fue proclamado presidente en 1983 por el Congreso, a pesar de haber quedado en tercer lugar durante las elecciones. Su hijo mayor, Rodrigo Paz Pereira, no nació en Santa Cruz de la Sierra como él, sino en Santiago de Compostela, España, hace 56 años. A pesar de su origen, RPP fue alcalde de Tarija y hoy es senador por Comunidad Ciudadana, se rodea de influencers y lo respaldan sectores mineros, puntualmente los carboníferos. Hace unos meses tildó a Evo Morales de «mentiroso serial» y dijo: «Está loquito». El 7 de diciembre fue elocuente con una advertencia: «Vayan tomando en cuenta que serán serios los conflictos que nos generará la confrontación. Vayan todos con su crucifijo, porque va a haber mucha muerte el próximo año…». Por si hiciera falta, agregó que habría combate por «las tierras y el poder» de las comunidades interculturales. Mucho más acá en el tiempo, sus ataques de criminalización en redes sociales apuntaron hacia el gobierno y el evismo.

Tras la detención de Luis Fernando Camacho, Paz Pereira es uno de los que pretenden ocupar su espacio. Con una imagen más acartonada, pero igual de rupturista. En las últimas semanas, el gobierno lo individualizó pululando a grupos fascistas y violentos del oriente boliviano, que reiteran la actitud que mantuvieron en la cruenta huelga de los 36 días en noviembre de 2022 en Santa Cruz, feudo de la oposición de derecha y locomotora económica del país. Son los mismos que promovieron el golpe del 2019 a Evo Morales.

Una analista cercano ideológicamente al gobierno de Arce aseguró a Tiempo que «en Bolivia no ha terminado el peligro de golpe. Ya estamos en época de incendios, ya hay enfrentamientos. Están escalando. Es posible que en septiembre, para el aniversario del departamento de Santa Cruz, quieran cristalizarlo».

Desde hace unas semanas, esos grupos fascistas volvieron a pedir por la liberación de Camacho. Coinciden con el discurso del general  Juan José Zúñiga en plaza Murillo. Coinciden con algunos hechos sintomáticos recientes:

1) El 14 de setiembre pasado llegó a La Paz, la nueva encargada de Negocios de EE UU en Bolivia, Debra Hevia, con la misión de «fortalecer las relaciones bilaterales» y los «valores democráticos compartidos». Hace unos días se filtró un audio en el que llama a «intensificar la labor en los jóvenes» para que «derroten» al actual gobierno y evitar que el MAS se mantenga «en cualquiera de sus formas». El encargado de Negocios es el máximo representante de EE UU en el país desde 2008, cuando Evo, entonces presidente, expulsó al embajador Philip Goldber

2) El 8 de mayo pasado, en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz y luego en la Universidad pública de Santa Cruz, con la coordinación de la embajada, se dieron sendos seminarios a cargo de Abby Finkenauer, excongresista estadounidense por Iowa. Ahora es encargada de Asuntos Globales para la Juventud. «Es vital que los jóvenes participen en la política, que se conviertan en los que toman las riendas», aseguró. Ya en eventos con tiktokers insistió: «Lo antes posible».

3) Carlos Alberto Gebrim Preto es conocido como «Beto». Diputado brasileño por el PSD por Londrina, desde su país divulgó diversas proclamas  de los golpistas y elogió a los «presos políticos» bolivianos.

Foto: Presidencia de Bolivia / Prensa

Motivos y excusas

¿Por qué, entonces, el intento de golpe de  Estado del miércoles pasado? ¿Un loco que se cortó solo? ¿Un autogolpe para mejorar la imagen de Luis Arce, como denunció parte del entorno de Evo?

El intenso discurso de la oposición en las últimas semanas es recurrente: la inflación, la escasez de gasolinas, el bajo nivel de reservas, la pobre inversión externa privada. Incluso columnistas afiliados a esos sectores se refirieron a que «el gobierno echa mano a fondos privados de pensiones de jubilación», y que «se produce entreguismo de los recursos naturales de litio, uranio, oro y otros a Rusia, China e Irán (sic)».

En ese sentido se gestaron, por caso, una serie de movilizaciones de parte de algunos sectores del trasporte, fogoneadas por la derecha, que a su vez bloqueó en la Asamblea la llamada Ley de Fortalecimiento de las Reservas, -que según el gobierno abría la posibilidad de créditos-, lo que puso en jaque a las empresas estatales. La oposición apostó concretamente a que en junio habría falta de combustible y protestas en un escenario de crisis que obligaría al gobierno a adelantar las elecciones. Pero la administración de Arce parece haber logrado surfear las dificultades y, de hecho, las marchas fueron bastante menos rutilantes de lo esperado, aunque los medios las hayan magnificado.

Es la prensa que, por otro lado, escatima espacios para los sondeos que ubican a Luis Arce como el dirigente con mejor imagen en el país, aunque en un espectro general de bajos niveles de popularidad.

Menos popularidad la tienen las FFAA. Claramente los altos mandos militares están enterados de la realidad y de las urgencias de los bolivianos. La que surge de todos los sectores sociales. También de los que manejan los negocios de minerales, los hidrocaburos y, muy especialmente, del litio. Y que ven con apetito voraz la reserva de agua dulce.

Foto: ABI

Si entre ellos se pelean

Al día siguiente del golpe, el propio Lucho Arce dio un mensaje en el que se refirió al intento golpista y sus consecuencias. Imposible eludir la realidad de las sensibles diferencias que mantiene con Evo. En toda la esfera de la izquierda sintieron lo que alguien denominó «un pequeño instante de unidad», cuando todas las fuerzas y los sectores sociales salieron a la calle el miércoles pasado para que no se repitiese un nuevo 2019. Pero a poco de restablecerse la calma, el enfrentamiento en el Movimiento al Socialismo regresó en forma virulenta, de la mano de algunas acusaciones de dirigentes cercanos al expresidente sobre un «autogolpe».

Desde el entorno de Arce advierten que él insiste en que la diferencia que lo aparta de Evo, es «la perspectiva que se tiene del instrumento político» y de no considerar «que deba ser algo personal sino colectivo». Del otro lado replican la imputación: «traición». De este, que «terminan sumándose a los argumentos de los grupos libertarios fascistas». Son heridas profundas que, parece, no cicatrizarán ni siquiera ante la peligrosa crisis institucional. Heridas que ponen en serio peligro la continuidad, en un lapso más cercano o más lejano, del gobierno de izquierda. Una interna feroz, nunca tan evidentemente funcional a la oposición. 

Foto: Aizar Raldes / AFP
«Las peleas internas nos hacen olvidar a los enemigos»

«En todo el mundo, en todas las democracias, hay poderes fácticos que escapan al escrutinio del voto. Las oligarquías empresariales, las Fuerzas Armadas y, en el caso latinoamericano, la embajada norteamericana. Estos poderes fácticos siempre están ahí al margen de la democracia y cuando ven a gobiernos nacionales populares, aprovechan las debilidades, las dificultades». Pocas horas después del golpe, el ex vice boliviano, Álvaro García Linera realizó un clarísimo análisis en diálogo con Víctor Hugo Morales. Señaló que «son los peligros siempre latentes que nunca desaparecen». Ante la consulta sobre las acusaciones cruzadad en el seno del MAS, respecto de la complicidad con el golpe, dijo: «Son las fracturas internas que nos muestran débiles. Peleas internas que nos hacen olvidar enemigos mayores que asoman las orejas. Las fuerzas progresistas tienen siempre contradicciones que son parte de la democracia, pero cuando se convierten en fundamentales, dejamos de ver al verdadero adversario, que está agazapado». Luego desarrolló, que “en Bolivia ya viene actuando desde inicios de año con la corrida bancaria, empresarios que no liquidan su dinero y prefieren dejarlo en cuentas norteamericanas para que falten dólares. Ahora este intento de golpe. Las declaraciones de Zúñiga hay que tomarlas como capítulo de inventario: un detenido que no tiene nada que perder, perdió su mando y su grado y será enjuiciado como los golpistas del 2019 por el golpe y la masacre a pobladores campesinos y urbanos». Finalizó: «Lo del miércoles es muy grave; meterse con una tanqueta a la Casa de Gobierno, hablar de reestructurar la democracia e impedir que Evo sea candidato son cosas inadmisibles».

Basteiro

Por su parte, desde Honduras, el exembajador argentino Ariel Basteiro negó la posibilidad de autogolpe y calificó a Zúñiga como «un militar medio loco que hizo lo que hizo sin medir los niveles de apoyo». También admitió que la muy intensa pelea entre Evo y Arce «influye mucho» en la situación actual.

Respecto a cómo está hoy Bolivia, aseguró: «No es un gobierno débil. Pero sí cambiaron las condiciones que el país supo tener en el año 2010 donde tenía ingresos de divisas por la venta de gas a Brasil. Hoy casi se perdió completamente. Entra un 10%. Eso genera ruido. Pero, pese a eso, tiene inflación controlada, ocupación plena. Y está funcionando el plan de Lucho que plantea sustituir importaciones por industrialización».