Este martes, cuando Argentina enfrente a Chile por la segunda fecha del grupo A de la Copa América en el MetLife Stadium de Nueva Jersey, habrá un gran ausente argentino pero en la selección trasandina: se trata de Luciano Cabral, 29 años, nacido en la localidad de General Alvear, provincia de Mendoza, ahora enganche de Coquimbo Unido. A Cabral -quien había sido incluido en la prelista del entrenador argentino Ricardo Gareca-, Estados Unidos le prohibió la entrada: le negó la visa después de que no hiciese lugar al pedido de excepción a la norma que les impide el ingreso a personas con condenas pendientes.
Cabral volvió a jugar en 2023 tras cinco años y medio en la cárcel, considerado culpable del homicidio de Joan Villegas, el 1 de enero de 2017 en General Alvear, aunque él siempre sostuvo su inocencia. En libertad condicional, en Coquimbo –el club que le dio una “segunda oportunidad”-, Cabral se convirtió en el mejor jugador de la liga chilena en la primera rueda de 2024. Y jugaría la próxima temporada en el León de México. ¿Le concederán la visa en caso de que el club mexicano deba jugar en Estados Unidos? A Diego Maradona, Estados Unidos se la negó hasta su muerte luego del positivo de doping en el Mundial de 1994.
Abuelo materno chileno, Cabral jugó por primera y única vez con la camiseta roja en el Sudamericano Sub 20 de Uruguay 2015. Había pasado por las selecciones juveniles argentinas. A la Sub 20 chilena la dirigía Hugo Tocalli. Aunque hizo parte de las inferiores en River y en la Comisión de Actividades Infantiles -la CAI de Comodoro Rivadavia, donde debutó a los 16 años en 2011-, su casa fue Argentinos Juniors, donde se presentó en 2013. Cabral compartió largas mateadas con Juan Román Riquelme antes de que se retirara en Argentinos. “De los pibes, es el que más futuro tiene”, llegó a decir Riquelme. Tenía 19 años. Lograron el ascenso a Primera en 2014. Al año siguiente él no pudo esquivar el descenso con el Bicho. Y, a pesar del interés de Marcelo Gallardo para llevarlo a River, se marchó en 2016 a préstamo al Athletico Paranaense de Brasil. Apenas jugó 255 minutos en seis partidos. Hasta el homicidio durante la madrugada del Año Nuevo de 2017 en General Alvear.
Un par de zapatillas con sangre de él y de Villegas (murió por un golpe con una piedra que le fracturó el cráneo en medio de la reyerta callejera) y testimonios en su contra lo condenaron en 2018 como “coautor de homicidio simple”: recibió una pena de nueve años y medio. Su padre, José Cabral, quien había confesado ser el autor del crimen, purga 16 años. “Yo no soy ningún asesino, no maté a nadie, solo quiero jugar al fútbol”, les dijo Cabral a los jueces antes de la condena. En el barrio Los Inmigrantes, cuentan que Villegas lo extorsionaba cada vez que regresaba a visitar a su familia.
Cabral estuvo preso desde enero de 2017 en el Complejo Penitenciario IV de San Rafael y, por buen comportamiento, más tarde en la Colonia y Granja Penal. Allí trabajó la tierra por dinero y pudo volver a entrenarse: en los picaditos, atajó, fue arquero para cuidarse de los golpes, para evitar lesiones. Le redujeron la condena y, en agosto de 2021, salió en libertad condicional. Al mes siguiente, Cabral no sólo volvió a entrenarse al predio de Argentinos Juniors: se quedó a vivir en la pensión del club. Lo habían visitado en la cárcel Tocalli y sus ex compañeros en Argentinos Lucas Chaves, Francis y Kevin Mac Allister, Juan Ignacio Méndez y Esteban Rolón.
Después de seis años, 11 meses y 22 días, el 28 de enero de 2023 Cabral volvió a jugar de titular como profesional, en Coquimbo, y a meter un gol. Lloró. “Es mi gran deseo, poder revivir nuevas cosas en un país que me ha dado mucho cariño y afecto, cosas que no encontré en Argentina”, había dicho en su llegada a Chile. “En la cárcel estás más en contacto con cosas malas que buenas. Hasta los tres años que estuve adentro, me sentí jugador; después, se apagó la esperanza de volver a ser. El teléfono ya no sonó. Tuve pesadillas y sueños raros. Ahora ya estoy donde quiero estar, pero tengo una parte mía que vive en ese lugar del que pude salir, y quiero alentar a mi viejo que está ahí, para que haga las cosas bien y pueda disfrutar de su hijo. Se siente miedo día a día estando preso. En algunos momentos me favoreció ser futbolista y en otros fue perjudicial con los internos. Al final entendieron que lo único que quería era salir lo más pronto posible”, relató en 2023, y agregó: “Cuando volví a pisar una cancha sentí una alegría y emoción inmensa. Sueño con darles a mis hijos una mejor calidad de vida, consejos y valores para que no pasen por lo mismo que yo, para que disfruten. Antes no me gustaba correr o ir al gimnasio, hoy lo disfruto al máximo. Disfruto cada detalle. Y agradezco de por vida a Argentinos y a Coquimbo”.
El 28 de abril pasado, Cabral se contorsionó en el aire y clavó un golazo de tijera en el triunfo 1-2 de Coquimbo ante Everton. En el receso por la Copa América, Coquimbo, un club con más temporadas en segunda que en primera y que nunca salió campeón, se ubica segundo con 31 puntos en la Primera División 2024, a uno de la Universidad de Chile. “Estamos hablando de un jugador transparente que todo lo que tiene lo muestra en el campo. Lo que juega Cabral es lo que vemos: gambeta de crack, controles perfectos y buenos pases filtrados. Alguien dirá que le falta probarse en un medio con mayor exigencia física, pero ya se verá si le da el cuero o apenas se conforma con deleitar a los feligreses de turno en el campeonato chileno”, escribió el periodista Esteban Abarzúa en Las Últimas Noticias. “Cabral es como una versión en cumbia villera del Mago Valdivia que volvió a soñar en grande. El fútbol es hermoso cuando ocurre el milagro. Y es transparente como Cabral, que excepcionalmente vuelve de las sombras tras cumplir una condena en una cárcel. A la vida no le gusta ir en línea recta hacia su destino o lo que sea que haya adelante. Cabral tiene 29 años y ante sí una segunda oportunidad que a ratos parece ser la primera. Lo único que se le puede pedir es que siga honrando su libertad dentro y fuera de la cancha”.
Al menos por ahora, Estados Unidos le negó la posibilidad de “probarse con mayor exigencia” en la Copa América.