La pasión por el bandoneón no le pertenece solamente a los fanáticos tangueros, ni a los tantos compositores e intérpretes argentinos que lo han incorporado a las creaciones más variadas. La musicóloga de origen alemán Janine Krüger demuestra tanto su interés como su vocación rigurosa por la historia del artefacto en el libro Heinrich Band. Bandoneón. Orígenes y viajes del instrumento emblemático del Tango (Contemporánea Ediciones), donde rastrea la génesis del instrumento por excelencia de la música de Buenos Aires. Como no podía ser de otra manera, la autora visitó nuestro país y compartió distintas visiones y experiencias con músicos, bailarines y especalistas que le dieron la oportunidad de entender cabalmente el fuerte vínculo sentimental e identitario del fueye con la Argentina, y sobre todo, la posibilidad de plantear análisis y lecturas sobre las distintas tradiciones de un género tan único.

Krüger partió desde cero,buscando las raíces alemanas del instrumento que hacia 1845 desarrolló el cellista Heinrich Band, integrante de una familia de músicos de la ciudad de Krefeld,quien creó el modelo a partir del acordeón sajón. Con valiosas fotos y múltiples documentos que le dan un gran atractivo, en sus más de 300 páginas, los estudiosos y amantes del 2×4 encontrarán en el libro datos y puntos de vista que abrirán nuevas comprensiones sobre el tema.

«Para una investigadora como yo, haber tenido una devolución de tanto interés por parte de bandoneonistas y músicos con respecto a esta obra es algo muy gratificante». Plantear interrogantes, observar contradicciones acerca del recorrido que tuvo el tango a lo largo del tiempo no sólo permitió a Krüger enriquecer sus hipótesis, sino generar otras oportunidades para continuar con nuevas indagaciones. «Estamos organizando un próximo viaje en el mediano plazo a la Argentina,para charlar sobre estas cosas. El bandoneón representa siempre un tema fascinante», afirma la autora desde Holanda, donde vive.

«Hace varios años atrás, en 2001, yo estaba estudiando piano en el conservatorio de Rotterdam, donde existe un departamento de músicas del mundo. Allí, lógicamente, también se estudiaba eltango. Conocí al fueye y me fascinó el sonido y la forma de tocar que había que aplicar para que suene. Cuando llegó el momento de mi doctorado, me vine a Buenos Aires y me encontré con una discusión sobre el bandoneón. Me acuerdo que muchos se preguntaban qué se debía hacer para conservar el interés, enriquecer sus posibilidades, pero también preservarlo. Ahí me di cuenta de que era un símbolo cultural, y desde ese momento comenzó a absorberme la historia del bandoneón, surgieron preguntas, hasta que más tarde todo confluyó en este material». 

La autora afirma, en las páginas donde empieza a abordar el fantástico y hasta ahora, incierto, arribo del bandoneón a las tierras del Plata, que «el tango es una actitud ante la vida y, al mismo tiempo, una visión del mundo». La transformación que experimentó el instrumento al  llegar a nuestro país, donde la herencia de los inmigrantes se entreveró con el heterogéneo folklore local, fueron fundacionales de esa idiosincracia. Krüger apunta en su obra que «ya había bandoneones en las tiendas y los almacenes mucho antes del 1900», a juzgar, entre otros elementos, por los intérpretes que aparecieron sobre comienzos del siglo XX, como Eduardo Arolas, Vicente Greco o Juan «Pacho» Maglio. Y aporta un dato curioso: en esos albores de su historia argentina, el fueye sería mencionado, según se ve en varios avisos de la célebre revista Caras y Caretas, como «mandoleón», «bandoleón» y «bandonión».

Más allá de nombres, esta creación  europea adquirió  un papel central en las orquestas típicas, entre las cuales, ya en los años ’20 se destacaban bandoneonistas como Pedro Maffia o Pedro Laurenz, integrantes de la famosa agrupación de Julio De Caro. De ahí a la nueva dimensión que le diera en términos estéticos y expresivos Ástor Piazzolla y la proyección internacional alcanzada, muchas cosas sucedieron y se plasman en la investigación de Krüger.

Rica y compleja es también la historia al otro lado del Atlántico. «Hace algunos años, yo estaba trabajando en el departamento de cultura de la ciudad de Krefeld, en el oeste de Alemania, y ahí ellos tenían una oficina dedicada a asuntos artísticos. Y resultó que querían difundir el trabajo de Heinrich Band, que además de músico, era docente. Así que me contactaron, me dejaron investigar fuentes e instrumentos muy valiosos, y eso fue fundamental parapublicar el libro. Primero fue editado en alemán y posteriormente surgió la idea de dar una difusión más amplia a este material, y ahí apareció Contemporánea Ediciones. Con su interés y entusiasmo pudimos hacer la traducción alcastellano». 

Krüger estudió los diferentes períodos del modelo que Band creó a mediados del siglo XIX, una tarea exhaustiva. “Fue un trabajo de tres años, comenzó en 2016 yfinalizó en 2019. Siempre pensé muy bien en cómo seleccionar mis fuentes, pero por otro lado, lo interesante también era poder producir un material sobre el bandoneón que fuese de carácter general, para todo tipo de público”, sostiene la autora.

Fueye

Más allá del tiempo invertido y las condiciones que la ayudaron a realizar su obra, lo cierto es que también se encontró con ciertos inconvenientes. «El problema más grande que tuve fue que el material histórico disponible no estaba bien conservado. En Alemania, la mayoría de los documentos estaban en manos de coleccionistas, y muchos de ellos tampoco sabían específicamente qué tenían, aunque podían entender que era algo importante. Tuve que contactarlos, conocer sus colecciones de instrumentos, pero que en general no estaban sistematizadas. Desde el inicio, tuve que pensar muy claramente qué quería buscar, con qué podía encontrarme, porque no existían archivos de características similares a los que hay, por ejemplo, en materia de música clásica».  

Aunque al Heinrich Band. Bandoneón. Orígenes y viajes del instrumento emblemático del Tango todo resulte informativa y estética cautivante, para Krüger fue un gran desafío abordar estos problemas en la investigación. «Muchas veces había que realizar un trabajo de rastreo ‘a la Sherlock Holmes'», describe. «Hoy, todo ese esfuerzo realizado durante años está disponible tanto en Alemania como en la Argentina, para que desde ambos lados del océano este tarea pueda ser utilizada y tenida en cuenta, fundamentalmente para que se conozcan y divulguen los orígenes y el devenir de un instrumento tan fascinante como el bandoneón».