Las Sociedades Anónimas Deportivas en el fútbol argentino, el sueño en tándem de Javier Milei y Mauricio Macri, tuvieron una primera vez poco recordada en los torneos de AFA: fue en Defensa y Justicia, de enero de 1987 a junio de 1989, cuando el equipo de Florencio Varela participaba en el Nacional B, la segunda categoría. La experiencia privatizadora a través de la empresa Excellens SA intentó ser un banco de pruebas para dar el salto a Boca, aunque no lo consiguió. Entre rumores de falta de pago y ausencia de ropa de entrenamiento, la SAD dio por finalizado el contrato seis meses antes de lo anunciado originalmente y se llevó 26 jugadores de Defensa y Justicia a su nuevo destino, Atlanta, una migración que se le pareció bastante a un vaciamiento de futbolistas.

Poco tiempo atrás había quedado el caso de Loma Negra de Olavarría, el brazo deportivo de la cementera favorita para las obras públicas de la dictadura. Mientras navegaba en la fortuna más grande del país, Amalia Lacroze de Fortabat inyectó dinero privado para potenciar un club que llegó a jugar dos Nacionales de Primera, en 1981 y 1983, hasta que la burbuja de cemento explotó cuando el equipo no pudo ingresar con regularidad a los torneos de AFA. El matrimonio entre Defensa y Justicia y Excellens SA tendría mucho menos espectacularidad, acaso porque nunca llegaría a Primera, pero las intenciones de la empresa –o sus promesas- fueron de vuelto alto.

“Defensa y Justicia SA, una revolución”, tituló la revista El Gráfico en una extensa nota en febrero de 1987, acompañada por una volanta y un par de subtítulos llenos de augurios y esperanzas por un futuro mejor: “Un hecho inédito en clubes argentinos. Un proyecto que intentará cambiar 100 años de historia. Un sueño que ya puede evaluar sus primeras realidades. La primera Sociedad Anónima del fútbol argentino. Boca, el objetivo. Un proyecto a largo plazo”. La revolución, sin embargo, nunca llegaría a concretarse.

El nombre clave era el de Héctor Martínez Sosa, marino retirado y broker de seguros (padre de Héctor (h), involucrado en una supuesta causa de corrupción que salpicaría a Alberto Fernández), que entre 1984 y 1985 había tenido su primera relación con el fútbol como tesorero y vicepresidente de Boca. Incluso intentó ser candidato a presidente a las elecciones del club a fines de 1986, pero declinó su postulación pocos meses antes frente al seguro triunfo de Antonio Alegre. Sin embargo, Martínez Sosa (p) no se resignó a quedarse afuera del fútbol y, junto a otros empresarios y ex dirigentes de Boca, entre ellos Cándido Vidales (presidente transitorio, durante dos meses, en pleno caos de 1984), fundó la empresa Excellens SA, de la que asumió como presidente. Casi de inmediato, el 30 de diciembre de 1986, firmó el contrato con Defensa y Justicia.

El club de Florencio Varela tenía, todavía, una corta historia en la AFA, pero ya muy exitosa. Había debutado en la D en 1978 y había encadenado tres ascensos seguidos, hasta su llegada a mediados de 1986 al entonces flamante Nacional B. La irrupción de una empresa privada llamó la atención de El Gráfico, entonces la publicación más importante del deporte: la novedad fue recibida con aplausos. “Son hombres de negocios y simpatizantes de Boca, algunos de ellos con cargo en el club, anteriormente. Quieren manejar el futbol con un criterio empresarial y así crearon Excellens SA, primer emprendimiento privado para fútbol de alto rendimiento”, publicó el semanario.

SAD en la tierra de los campeones mundiales

Es notable como muchas de las frases de Martínez Sosa (p) son las mismas que esgrimen los funcionarios de Milei que abogan por la llegada de las SAD. Incluso se repite un curioso dogma: la supuesta crisis de un fútbol campeón del mundo (habían pasado pocos meses de México 1986). “La finalidad económica de esta empresa es expendirse y llegar un día a Boca, construir algo para el futuro de Boca. Para nosotros, el fútbol excedió a las Sociedades Civiles sin fines de lucro porque con este sistema no existe el control. Un dirigente se va del club  y no rinde cuentas. Argentina es campeón del mundo y no puede retener a sus jugadores”, declaró Martínez Sosa, entonces de 61 años.

A la exaltación de las supuestas bondades de los capitales privados se sumó Julio Ricardo Villa, campeón con Argentina en 1978 y entonces de regreso al país tras su ciclo en el Tottenham. “En Inglaterra, los clubes que son manejados empresarialmente tienen algo parecido: los resultados van a ser excelentes”. De la parte deportiva, como manager general, asumió Jorge Castelli, por entonces extécnico de Racing y expreparador físico de Boca en la época de Juan Carlos Lorenzo –y, ya en los ’90, técnico de Newell’s y de San Lorenzo, entre otros equipos-. El contrato, que incluía la promesa de un trabajo especial con captación de talentos en el interior del país, se extendería por tres años con opción a otros tres.

Como siempre –ya sea en sociedades civiles sin fines de lucro o en SAD-, los resultados alternaron entre buenos y malos. En las dos primeras temporadas, Defensa y Justicia no llegó a clasificar al octogonal: entre 22 equipos, en la temporada 1986-1987 terminó 10º y en la 1987-1988 fue 16º. Sí en cambio, en la 1988-1989, peleó por el segundo ascenso: tras el octavo puesto en la tabla general, perdió en cuartos de final contra Almirante Brown.

Desde hacía pocas semanas, sin embargo, ya había rumores de supuesta falta de pagos. “¿Se va Excellens?”, tituló la revista Solo Fútbol en mayo de 1989.  “La firma que dirige Martínez Sosa y maneja el fútbol de Defensa y Justicia había prometido pagar el sueldo el primer día de cada mes, pero estaría atravesando problemas, no sólo por incumplimiento sino porque no hay ropa de trabajo para los entrenamientos”.

Finalmente, Excellens SA dejó Defensa y Justicia el 30 de junio de 1989, o sea seis meses antes de la finalización del contrato, al menos de lo anunciado a inicios de 1987. Sin embargo, según publicó Sólo Fútbol en julio, “el primer emprendimiento privado del fútbol argentino no hace uso de la opción de continuar un año más”, por lo que es posible que alguna cláusula le permitiese salir a los dos años y medio.

Entonces Excellens SA dejó Defensa y Justicia y desembarcó con su paquete de jugadores y técnico en Atlanta, que estaba en la Primera B bajo una grave crisis económica. «Sobre el inicio del torneo, el club casi no tenía jugadores propios y entonces Excellens, como suelen hacer estas empresas que aprovechan situaciones límites, cayó con su paquete entero. A Atlanta casi que no le quedó otra que aceptar», recuerda Edgardo Imas, historiador del Bohemio. En su cuenta de Twitter @atlantaretro publicó el Boletín Oficial de la AFA en el que consta que 26 jugadores se fueron del club de Florencio Varela al de Villa Crespo, aunque sólo 9 de ellos jugarían en la Primera en la temporada 1989-1990. El resto eran de Tercera o divisiones inferiores.

Casi acéfalo de jugadores tras la salida de Excellens SA, Defensa y Justicia terminaría 19º de 22 en la temporada 1989/90 del Nacional B. Con Castelli como técnico y su manada de refuerzos, Atlanta ganó el segundo ascenso en 1990 y subió al Nacional B, aunque la empresa se desvinularía pronto y el histórico club de Villa Crespo no podría evitar la quiebra decretada por la Justicia en diciembre de 1991. Excellens SA nunca llegaría a Boca y se disolvería pronto. Otra vez con Argentina campeona del mundo, la revolución sigue esperando. «