El Fondo Monetario Internacional volvió a pedir «políticas más restrictivas» para estabilizar la economía argentina y contener la inflación. La recomendación consta en el detalle por país del informe «Perspectivas Economícas para las Américas», que se dio a conocer este martes.
El documento traza un panorama sombrío para la región, todavía afectada por las secuelas de dos shocks consecutivos: la pandemia de Covid-19, drama humanitario que motivó mayores gastos de los gobiernos para socorrer a la población, y la guerra en el Este europeo, que ocasionó un alza de la inflación por la fuerte suba de las materias primas.
Esto llevó a una previsión de que «la actividad se desacelere en toda la región de las Américas a finales de 2022 y en 2023. Los riesgos a la baja dominan las perspectivas», señala el paper que lleva el sugerente título «Navegando condiciones financieras más restrictivas».
«Dados los crecientes costos de financiamiento, será esencial apuntalar los marcos fiscales y avanzar con una consolidación fiscal inclusiva, que proteja los objetivos sociales», dice el texto elaborado por Santiago Acosta Ormaechea, economista senior del Departamento para el Hemisferio Occidental del organismo. El director de esa división es el brasileño Ilan Goldfajn, quien supervisa el acuerdo de facilidades extendidas entre el FMI y el gobierno argentino.
En líneas generales, el informe es un llamado a mantener la cautela en el gasto fiscal y no alejarse de la prudencia monetaria para evitar que se agrave la inflación. Pero en el caso particular de Argentina, la recurrencia a la ortodoxia es todavía más elocuente.
«En Argentina, las vulnerabilidades internas y la incertidumbre en torno a las políticas, sumadas a un empeoramiento del entorno externo, están agravando las perspectivas. La adopción de políticas más restrictivas en el marco del programa respaldado por el FMI será fundamental para apuntalar la estabilidad y contener la inflación, que ahora se proyecta que ascenderá a 95 por ciento a finales de 2022. Se proyecta que el crecimiento del PIB real se modere a 4 por ciento este año, pero los riesgos a la baja predominan sobre estas perspectivas», dice el trabajo.
Si bien no están detalladas, se sobreentiende que esas «políticas más restrictivas» están enfocadas en la contención del gasto público (donde ya hubo algunos avances, por ejemplo en el recorte de subsidios en las tarifas de luz y gas) y en el cese de la ayuda monetaria al Tesoro por parte del Banco Central. En líneas generales, esas previsiones son las mismas que campean en el informe del staff técnico que monitoreó la economía argentina en septiembre. El mes pasado, cuando el ministro de Economía, Sergio Massa, acudió a la asamblea anual de la entidad en Washington, también escuchó llamados a la prudencia y al esfuerzo fiscal por parte de la titular de la entidad, Kristalina Georgieva.
Una perlita del documento está en el apéndice estadístico, que en líneas generales reproduce las cifras que surgen del proyecto de Presupuesto 2023 que el gobierno elevó al Congreso. En el renglón destinado a Argentina se consignan un crecimiento de 2% del PBI para el año que viene y una inflación del 60%. Pero los números referentes al déficit primario tienen un desfase de un año: el 2,5% del PBI estimado para el ejercicio corriente se imputa a 2021; para 2022 se estima un 1,9% (el objetivo fiscal del año venidero) y para el año entrante hay un rojo de 1,4% del PBI. No está claro si es porque el trabajo incluyó los saldos de las provincias (muchas de las cuales tienen superávit), si el Fondo está esperanzado en que Sergio Massa haga un ajuste más rápido que el que está previsto o si simplemente a los técnicos de Washington les funcionó mal el «copy-paste».