En otro gesto de indudable contenido político, el Fondo Monetario Internacional (FMI) invitó a Federico Sturzenegger, una de las principales figuras del gobierno de Javier Milei, a integrar un consejo de asesores y a participar de una serie de conferencias para contar públicamente sus experiencias en el proceso de reforma del Estado.

El ministro ya tiene un primer compromiso en su agenda. Este jueves será orador en un seminario virtual que organiza la Universidad de Princeton. El título del encuentro es sugerente: “La motosierra y la desregulación, el primer año del gobierno de Javier Milei”. El propio funcionario informó de la invitación en su cuenta de la red X. “Es innegable que las reformas del presidente Javier Milei han generado interés a nivel global. El jueves las estaremos explicando”, señaló.

Su disertación es parte de un proceso más amplio, ya que el Fondo quiere impulsar una agenda económica que incluya reformas para permitir el incremento de la productividad global. Para ello armó un grupo por invitación con el pomposo nombre de Consejo Asesor sobre Emprendimiento y Crecimiento, que incluye a Sturzenegger y que asegura su participación en varios eventos internacionales más en los próximos meses.

Como titular del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, el economista de 58 años es uno de los pilares del proceso de reformas que lleva adelante Javier Milei. El Presidente guarda por él un gran respeto y dentro de un gabinete que se redujo a la mitad en comparación con la administración anterior, creó una cartera especialmente para él. Además gusta denominarlo con el apodo de “Coloso”.

Con ese contexto, es de suponer que la invitación del FMI se corresponde tanto con los méritos académicos de Sturzenegger, con pasos por el MIT, Harvard y la UCLA más experiencias como viceministro de Economía y en el Banco Ciudad, como con la necesidad de priorizar su relación con Argentina. El domingo pasado, la titular del organismo, Kristalina Georgieva, se reunió con Milei y prometió enviar una misión técnica a Buenos Aires para negociar un nuevo programa que podría incluir alrededor de U$S 11.000 millones para levantar el cepo cambiario. “Es un buen momento para darle más viento a las velas de Argentina”, fue la metáfora náutica que esgrimió Georgieva para justificar su apoyo.

La voltereta del Fondo, hasta hace algunas semanas reacio a apoyar al gobierno libertario, está íntimamente ligada a la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. La buena onda y las coincidencias ideológicas entre el magnate y el líder libertario son más que evidentes y se sabe que los deseos de la Casa Blanca suelen ser órdenes para el FMI. “Impensable esta relación con el Fondo un año atrás. Hoy hay credibilidad y confianza entre ambas partes”, señaló en sus redes sociales el ministro de Economía, Luis Caputo, blanqueando ese giro.

Lo curioso es que, más allá del extenso currículum de Sturzenegger, en el FMI tienen múltiples razones para mirarlo de reojo. El ahora ministro fue uno de los negociadores en dos de las peores experiencias que el organismo vivió con Argentina: el blindaje y el megacanje de 2000, uno de los últimos cables de ayuda al gobierno de Fernando de la Rúa, que dejó jugosísimas comisiones a los involucrados en la operación pero no logró evitar el estallido de la convertibilidad; y el stand by de 2018, tan mal diseñado que debió ser reformulado a tres meses de haberse firmado.

Ambos episodios le valieron a Sturzenegger un procesamiento judicial, en el primer caso (fue sobreseído definitivamente en 2016), y su salida del Banco Central, en el segundo. Aun después de esas experiencias fallidas, el Fondo busca los servicios del ministro. A veces, como dijo el poeta, saber olvidar también es tener memoria.