Con una persona fallecida, con la inocultable ausencia del Estado Nacional, con la provincia y el municipio lanzados a la construcción de un enemigo público al que culpar lo antes posible, y con una enorme movilización popular de bomberos, brigadistas y voluntarios convertidos en el músculo del combate del fuego, el incendio forestal que sufre El Bolsón ingresó en su quinto día tras consumir tres mil hectáreas de bosques y cultivos, y arrasar con el hogar de por lo menos un centenar y medio de familias que perdieron todo lo material de su vida.
La víctima que se cobró el fuego fue Don Ángel Reyes, un antiguo poblador rural del Mallín Ahogado, de 84 años, quien según los primeros indicios había sido evacuado pero retornó a su chacra para llevar alimentos a los animales que había dejado en ese lugar. Un cambio de viento lo encerró y quedó cercado por el denso humo y las llamas. Sus restos iban a ser sepultados este lunes a la tarde en el cementerio local.
Uno de los aspectos más graves de los incendios en Río Negro y Chubut es la ausencia del Estado Nacional, que hasta ahora se limitó a aportar los mínimos recursos del disminuido Plan Nacional de Manejo del Fuego, dependiente de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
La Casa Rosada se mantuvo completamente al margen, como si se tratara de otro país. Ni recursos económicos, ni asistencia de ninguna naturaleza o condición humanitaria. Su única presencia fue a través de dos aviones, un helicóptero y una treintena de brigadistas precarizados del Plan Nacional de Manejo del Fuego, que se encuentra significativamente disminuido y desfinanciado por el desmantelamiento del Estado que lleva adelante el régimen de los libertarios. La sociedad comienza a advertir que la motosierra mata.
Tal fue el desapego y la falta humanidad que el Gobierno nacional ni siquiera emitió un sencillo comunicado de solidaridad con las víctimas.
Los últimos dos contactos de la ministra Bullrich con la Patagonia fueron hace diez días cuando se sumó a una campaña de mentiras en redes sociales para culpar a la comunidad mapuche por los incendios en Epuyén, y cuando, en compañía de su ex subordinado político y actual gobernador de Chubut, Ignacio Torres, el 9 de enero movilizó decenas de tropas de asalto de Gendarmería Nacional y Policía Federal, camionetas, camiones de asalto y hasta helicópteros en su intento fallido de desalojar a solo 18 personas de la lof Pailako, en el Parque Nacional Los Alerces.
Un enemigo difuso
Todo el plan de lucha contra el incendio está conducido políticamente (pero no operativamente) por el gobernador rionegrino Alberto Weretilneck y el intendente local Bruno Pogliano, quienes desde el viernes han desplegado una incansable producción de videos cortos y flyers para redes sociales. El más activo es Pogliano, quien produce cortos breves donde se presenta en lugares para relatar acontecimientos o emociones como un presentador de TV. Weretilneck resulta más moderado y produce un par al día con discurso emotivo, gesto compungido y habla cancina.
DOLOR Y BRONCA: CONDENAMOS ESTE CRIMEN pic.twitter.com/Ldp4xTyqSN
— Bruno Pogliano (@BrunoPoglianoOK) February 2, 2025
Desde el comienzo, ambos vienen escalando coordinadamente un discurso para construir un enemigo difuso causante del incendio. Todos los días un paso acusatorio más alto pero impreciso que es replicado al infinito por una cadena de medios y cuentas en redes sociales que reportan al dispositivo mediático oficialista y a la comunidad de negocios subsidiaria de Lago Escondido.
El último elemento fue la aparición el domingo de una supuesta botella de vidrio que para gobernador e intendente representa prueba definitiva para sentenciar la existencia de un grupo incendiario con la voluntad expresa de ocasionar la tragedia.
El prontuario acusatorio de Weretilneck no lo ayuda. En el incendio de marzo de 2021, que en una tarde arrasó con 250 viviendas en el paraje Las Golondrinas, de Lago Puelo, acusó por ello a “terroristas mapuches” y presentó como toda prueba dos fotos difusas de un Volkswagen gol blanco en el que, mintió, se movilizaban los incendiarios. Su dispositivo mediático lo reprodujo al infinito.
Consultada por Tiempo Argentino, la Fiscalía 1 de El Bolsón, a cargo de Francisco Arrien, se mantuvo en silencio y evitó confirmar o refutar las afirmaciones temerarias del gobernador. No obstante, fuentes del Ministerio Público aceptaron haber hallado “una botella de vidrio”, pero anticiparon que “se iniciaron contactos con peritos de la Policía Federal” para analizarla. “Será sometida a pericias”, revelaron y mencionaron que fue hallada “en uno de los lugares que se considera posible que se haya iniciad el fuego”.
Movilización popular
Por ahora todo es incierto, pese a las necesidades del gobernado que enfrenta una opción compleja: o encuentra rápido un culpable creíble, o debe comenzar a reclamar públicamente al Gobierno nacional por la asistencia que no llega y poner en tensión su acercamiento personal y político a la Casa Rosada.
Mientras el gobierno nacional se ausenta y el provincial “cinturea”, el principal esfuerzo en la lucha contra el incendio recae en los brigadistas voluntarios y en la enorme movilización popular. En la montaña hay actualmente unas 600 personas enfrentando las llamas, de las cuales a lo sumo 200 pertenecen a los organismos oficiales. El resto son voluntarios que ponen el cuerpo, sus herramientas y vehículos, y arriesgan la vida para ayudar a sus vecinos.
Esos cientos de brigadistas voluntarios, de los servicios provinciales de lucha contra el fuego de Río Negro y Chubut y bomberos voluntarios de Bariloche, Bolsón y Lago Puelo, son asistidos, alimentados, hidratados y a veces hasta vestidos por las innumerables organizaciones sociales, sindicales, barriales, religiosas y culturales que desde el comienzo han puesto hasta su propio dinero para sostener la logística de la retaguardia.
Se cuentan por cientos aquellos que se han incorporado a la tarea, y que al mismo tiempo organizan colectas para adquirir y enviar a los brigadistas voluntarios, los elementos de trabajo y seguridad básicos que debieran proveer los tres niveles de Gobierno. Tan naturalizado está, que hasta el mismo intendente arenga a los habitantes de la comarca a realizar donaciones de dinero y especies para los brigadistas que se encuentran en la primera línea de fuego.
Los trabajadores y trabajadoras del Hospital Público se mantienen en una especie de guardia permanente en las cercanías del fuego para asistir a los brigadistas quemados o afectados, y cada noche un grupo los recibe en las bases para curar las quemaduras y atender las severas inflamaciones oculares y respiratorias que padecen por la exposición prolongada al humo y el calor intenso.
Hay veterinarios atendiendo animales heridos, refugios que reciben mascotas perdidas (casi todas con los pies quemados), chacras que dan alojamiento a caballos y ganado y grupos de docentes y psicólogos que han comenzado a contener el estrés postraumático de las víctimas, en particular de las niñeces que vieron como se quemaba su casa.