El inicio de las negociaciones formales con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para alcanzar un nuevo acuerdo para que la Argentina garantice el pago de los U$S 44.800 millones que debe, no significa que los funcionarios argentinos y los burócratas del organismo multilateral empezaron de cero el diálogo.
En el Ministerio de Economía destacaron que el anuncio del inicio de las conversaciones se realizó una semana después del viaje que realizó el viceministro de Economía, José Luis Daza, a Washington, con la compañía del secretario de Finanzas, Pablo Quirno, y del vicepresidente del Banco Central (BCRA), Vladimir Werning. En esa ocasión mantuvieron “charlas informales” con el staff del FMI para avanzar en esta posibilidad.
Y antes de ese periplo, tanto el ministro de Economía, Luis Caputo como el presidente Javier Milei tuvieron encuentros con la mandamás del Fondo, Kristalina Georgieva, que, se supone, empujaron las charlas hacia esa dirección. Caputo vio a la búlgara en Washington el mes pasado en ocasión de la asamblea anual del organismo. Y Milei hizo lo propio, en Río de Janeiro, durante la cumbre del G20, en el que fue un encuentro muy efusivo por parte de la titular del FMI, quien dio un fuerte respaldo a la gestión del liberticida.
El eje de las discusiones es la política cambiaria del gobierno. El Fondo está conforme con la política fiscal y monetaria del gobierno de La Libertad Avanza y tiene poco para decir al respecto, salvo las palabras de ocasión del tipo «cuidar de los más vulnerables» ante un ajuste salvaje que el mismo FMI avala.
El problema se parece de alguna manera al dilema del huevo y la gallina: ¿qué es primero? El encargado del caso argentino en el Fondo, Luis Cubeddu, le dijo a Daza y compañía que a los ojos del organismo, la Argentina debe cumplir primero el requisito de normalizar el mercado cambiario, es decir, eliminar el cepo y liberar el flujo de capitales, junto con la unificación cambiaria. Esto, lo saben Cubeddu y los funcionarios argentinos, significa una devaluación del peso, lo que implica, a su vez, una alza de los precios cuya magnitud nunca es fácil mensurar.
Milei y Caputo juegan con la conciencia de que cuando la deuda es grande, el problema ya no es sólo del deudor sino también del acreedor. El FMI quiere cobrar y los mileístas se sienten con fuerza como imponer condiciones. Entre ellas, que la unificación cambiaria y la salida del cepo se haga sobre la base del dinero del Fondo. Además, aseguran que cuentan con el respaldo del nuevo jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, una vez que asuma, el próximo 20 de enero.
Para Georgieva, una decisión así podría significar su eyección de la silla que ocupa. Sería incrementar el pasivo del mayor deudor del FMI, muy por encima de lo que marcan los estatutos, con la posibilidad de que las garantías de pago nunca sean totales. El ejemplo de Christine Lagarde, que se tuvo que ir del FMI, tras el acuerdo con Mauricio Macri de 2018 pesa en su cabeza.
El gobierno argentino tiene una carta: revivir el stand by de Macri de 2018, que quedó a un lado para concretar el actual de facilidades extendidas, que vence en pocos días más. Esta posibilidad incluye los U$S 11.000 millones que Macri no recibió y que Alberto Fernandez rechazó aunque formaban parte del convenio por U$S 55.800 millones.
El problema para los argentinos es que U$S 11.000 millones no solucionan el problema de la salida del cepo. La experiencia de estos días así lo estaría demostrando. La volatilidad del valor del dólar de la última semana fue vista como una demostración de que Caputo no tiene atado al dólar y de que factores internos y externos pueden llevar el valor de la divisa lejos de donde lo quiere el Palacio de Hacienda.
La otra condición de Cubeddu es que el nuevo acuerdo pase por el Congreso. Se trata de un asunto complejo ya que no está claro que voluntad habrá entre los parlamentarios a partir de marzo de 2025, en un año electoral y cuando las peleas de clanes entre los Macri y los Milei estén tal vez en un punto álgido.
Con ese escenario, suena difícil que la Argentina y el FMI tengan un nuevo acuerdo de largo plazo antes de abril de 2025, cuando arranque la asamblea anual conjunta del organismo con el Banco Mundial. «