Algo en los ojos de Florencio Montero –66 años, pescador, referente de la Asociación Civil Solidaridad, Unión y Producción de Victoria, en la provincia de Entre Ríos– cambia con el recuerdo: se achispan, desajustan el rictus y anticipan la sonrisa: “en las mejores épocas éramos unos 1200 que vivíamos de la pesca y ese dinero quedaba en la ciudad. Se gastaba en la carnicería, en la panadería, en los comercios, porque nosotros no nos llevamos la plata de vacaciones a los paraísos fiscales, la gastamos acá. Antes era normal sacar surubí, boga, patí manduví, lo que se te ocurra”.

De nuevo algo se apaga en el rostro de Florencio. El azote del presente se impone y no queda más que volver al pedido desesperado: “hoy, con suerte, solo sacás una tararira o tarucha, un sábalo, prácticamente nada. Ya no tenemos hondura ni correntadas porque está todo muy bajo y el pescado no tiene oxígeno y se muere. Necesitamos una ayuda urgente porque para nosotros el agua es la vida misma”.

Pescadores artesanales como Florencio, y también isleños, apicultores, ladrilleros, artesanos, recicladores, agricultores familiares y vecinos autoconvocados de Victoria se organizaron para visibilizar que están al borde de una crisis que puede dejar sin agua a una ciudad de 60 mil habitantes y más de 360 mil hectáreas de humedales con consecuencias catastróficas.

Foto: Eduardo Sarapura

El Paraná y el modelo de la Hidrovía

En el documento publicado por las organizaciones que motorizan el reclamo se afirma que “el modelo actual de la hidrovía, que prioriza el transporte exportador sobre la salud del ecosistema, está afectando profundamente al humedal y a nuestras vidas” y lo justifica en que “solo se piensa en el dragado con un interés comercial, y para barcos de ultramar que poco tienen que ver con nuestro bienestar y actividades”.

“La población isleña sufre por este problema. A su vez, el sector de la pesca artesanal, la agricultura familiar y la apicultura, que son las bases de nuestra economía local, ya están al borde del colapso. Y lo peor es que no se está haciendo nada. Necesitamos una gestión urgente para proteger el agua, el bien común más preciado, y con ello, asegurar el futuro de nuestras comunidades y de nuestras familias (…). Es imperativo que las autoridades de Victoria y de la provincia asuman su responsabilidad y gestionen este recurso vital para todos. No podemos esperar más, porque el tiempo se nos está agotando”, exige el comunicado.

Foto: Marcelo Manera / AFP

Ganarse la vida en el río y la isla es algo que Florencio heredó de su bisabuelo y que ya transmitió a sus hijos, conformando una dinastía de cuatro generaciones en Victoria. Como presidente de Solidaridad, Unión y Producción se ocupa de nuclear a trabajadores de distintas actividades de la economía popular que, como él, se están quedando sin el sostén diario que les permita asegurar el plato de comida.

“Más allá de los gobiernos de turno, no es fácil para las organizaciones sociales porque siempre se le da prioridad a los sectores que están más inmersos en la política. Yo les digo a los compañeros que nosotros no estamos en contra de ningún signo político, lo que sí vemos es que hay un pueblo de más de 60 mil habitantes que se va a quedar sin agua y ni la intendenta Isa Castagnino ni el gobernador Rogelio Frigerio nos están dando una solución”.

Foto: Eduardo Sarapura

Hilo de agua

En estos momentos del bajante del río Paraná, hay sólo tres bocas que alimentan el humedal de Victoria: la Boca de la Azotea, la Boca del Bobo y las Cuatro Bocas, ubicadas entre Puerto San Martín y Diamante. Estas entradas son esenciales para mantener el flujo de agua dulce hacia el humedal y, en consecuencia, asegurar el bienestar del ecosistema y las comunidades costeras. Sin embargo, hoy sólo dos –la Boca de la Azotea y las Cuatro Bocas– están recibiendo agua. Y encima, en cantidades insuficientes.

“Si no se actúa ahora, el panorama será irreversible. En un contexto de crisis climática que cada vez va a empeorar los eventos extremos alrededor de nuestras cuencas, necesitamos una gestión con interés social y colectivo. Necesitamos que se draguen las bocas de entrada al humedal de inmediato, que han sido tapados por el dragado de la Vía Navegable Troncal, para garantizar que el agua siga fluyendo”, insisten los pobladores de Victoria.

Florencio, con el tono serio de las malas noticias, advierte que el nivel del río está más bajo que nunca: «eso es culpa de más de 30 años de no hacer mantenimiento en los riachos del humedal; desde que dejaron de pasar las lanchas de pasajeros las bocas están tapadas y lo que entra es solo un hilo de agua. Con dos o tres días seguidos de calor o con viento norte, ya no vamos a tener más agua. Cuando eso suceda, ¿qué va a pasar con todos nosotros?”.

El dragado de las bocas, una clave para mejorar

Pobladores y trabajadores del río Paraná coinciden en que la crisis hídrica de Victoria está causada por el “modelo de hidrovía que sigue dragando cada vez más profundo”. Las organizaciones consultaron con expertos, para quienes “es posible trabajar en el dragado a baja escala de las bocas incluso con un nivel bajo de agua”.
“Se nos ha dicho que el Paraná necesita estar crecido para poder dragarse las bocas que alimentan el humedal, pero esa afirmación es sólo pensando el dragado con un interés comercial. Se pueden utilizar dragas pequeñas y eficientes que pueden limpiar las vías de acceso, avanzando con los estudios ambientales necesarios y a su vez garantizar la entrada de agua a la zona. Esta misma tecnología se ha implementado en otras provincias, pero en Entre Ríos las autoridades siguen presentando excusas mientras el problema se agrava”, criticaron.