La reducción y posterior eliminación del Impuesto PAIS podría poner en peligro uno de los objetivos principales del ministro de Economía, Luis Caputo: el mantenimiento del superávit fiscal. En julio, ese saldo positivo fue de $ 908.253 millones, aunque luego de pagar los intereses de la deuda pública, el resultado financiero fue negativo en $ 600.957 millones, según se informó oficialmente.

En sus últimas apariciones, Caputo viene machacando con dos conceptos: que el ancla antiinflacionaria de su programa es el superávit fiscal y que cuando esta se haga sustentable comenzará a reducir la presión impositiva. Lo dijo el viernes pasado en su exposición en la Bolsa de Comercio de Córdoba.

“En seis meses ya logramos superávit fiscal y terminamos con la emisión (monetaria). Cuando estabilicemos la macro nos va a sobrar plata y cuando eso pase lo que sigue es la reducción de impuestos. Les vamos a sacar el pie del Estado de sus cabezas”, graficó ante los empresarios que lo escuchaban en la capital mediterránea.

Sin embargo, es posible que la palabra de Caputo encierre una contradicción con otra de sus promesas: la reducción y posterior eliminación del Impuesto PAIS, que había sido instaurado por el kirchnerismo y cuyo alcance fue ampliado por el gobierno libertario. El ministro había afirmado públicamente que en septiembre daría marcha atrás con la suba de 10 puntos en la alícuota sobre las importaciones que él mismo dispuso al inicio de su gestión (lo llevó de 7,5% a 17,5%) y que en diciembre, cuando venza el plazo de vigencia del impuesto que dispone la ley, no será prorrogado.

Según los números que manejan economistas de la oposición, el Impuesto PAIS aportó $ 4,3 billones entre enero y julio de este año, lo que equivale a casi el 55% del superávit primario logrado en ese lapso ($ 7,9 billones). Más aún, si ese tributo no se hubiese cobrado, el resultado financiero acumulado después del pago de intereses sería negativo en $ 2,3 billones, ya que en cinco de los siete meses transcurridos habría existido déficit.

¿Podrá cumplir con su eliminación?

Las proyecciones hacen difícil pensar en cómo podrá hacer el gobierno para mantener el superávit fiscal si cumple la promesa de eliminar ese impuesto. Sobre todo teniendo en cuenta que el resto de la recaudación tributaria también tiene una performance muy pobre, reflejando la depresión de la actividad económica de los últimos meses.

“Todos criticaron el PAIS, pero el superávit financiero del gobierno se ancla en ese impuesto. Este impuesto, además de vencer su vigencia el 24 de diciembre de 2024, tiene otro dato relevante: no se coparticipa a las provincias, aplicando únicamente como una fuente del Tesoro Nacional”, explicó Guillermo Michel, una de las espadas del Frente Renovador (fue director de Aduanas cuando Sergio Massa estuvo a cargo de Economía).

Según su análisis, sin los $ 698.351 millones que el PAIS aportó en julio, ese mes el superávit primario se habría reducido a apenas $ 210.000 millones. Y el déficit financiero habría sido de $ 1,3 billones.

“La principal fuente de recaudación del Impuesto PAIS, que por este período aportó el equivalente al 6% del total de recursos tributarios, está apoyada en los casos de compra de moneda extranjera para pagar importaciones”, agregó Michel en una explicación ofrecida en las redes sociales. Eso pone en duda que si el superávit pueda mantenerse si el gobierno retrocede con la ampliación de la base imponible, tal como prometió Caputo.

La creación de ese tributo fue una de las primeras medidas que tomó el Frente de Todos en 2019, al asumir el gobierno. En la ley que lo creó se estipulaba que se aplicaría sobre la compra de divisas para turismo, atesoramiento o sin destino específico. Además, fijaba que los ingresos por ese concepto serían destinados a financiar a la Anses, como también programas de construcción de viviendas y fomento del turismo nacional. Salvo el primero de los ítems, el resto fue discontinuado desde que Javier Milei se convirtió en presidente, lo que acentuó el carácter meramente recaudatorio de ese gravamen.