El Diario del Centro del País es una empresa cooperativa gestionada por sus trabajadores y trabajadoras que luego de muchas pálidas, hoy está firme. Con una tirada de 4000 ejemplares diarios y en formato digital, es una experiencia autosustentable para seguir creyendo.
Cuando todo estaba teñido de gris y en medio de la crisis que asolaba allá por el 2001, se hizo inminente la formación y el desarrollo de Comunicar Ltda., una cooperativa que hoy nuclea a 56 asociados que expresan y garantizan todos los días un diario con pluralidad de voces.
La anterior empresa que tenía a su cargo el diario estaba en quiebra, los pagos estaban atrasados y de parte de los directivos no había ninguna respuesta. Cuando los cambios no ocurren, a los cambios hay que provocarlos es lo que se plantearon los trabajadores en ese momento para comenzar a diagramar una propuesta para salir de aquel embrollo.
Luego de muchísimas reuniones, asambleas, negociaciones, paros y cortes de calle, encontraron una estrategia. Ellos se comprometieron a ceder todo lo que tenía que ver con su patrimonio: la marca, circulación, los pocos muebles y computadoras que había, las rotativas y nosotros, a la vez, cederíamos el reclamo por las indemnizaciones y los salarios caídos, cuenta Raúl Olcelli, presidente de la cooperativa que edita desde el 13 de diciembre de 2001 El Diario del Centro del País, más conocido como el diario de la gente.
Los comienzos
Fue una etapa con un desconcierto muy grande por el desconocimiento que teníamos. Nada estuvo muy claro hasta que aparecieron como por arte de magia nuestros hermanos mayores, como nos gusta llamarlos, cuenta Raúl, refiriéndose a los compañeros y compañeras del diario El Independiente de La Rioja, quienes fueron los primeros del país en desarrollar una experiencia de diario cooperativo. Eran cuatro y llegaron como si fueran los reyes magos, trayéndonos desde chapas para imprimir hasta los estatutos y reglamentos internos. A ellos les debemos mucho porque nos abrieron el camino, en el sentido de decir ‘se puede’.
También fue una época en la que escaseaban los recursos. Las anécdotas cuentan sobre la falta de espacios y computadoras. Nosotros teníamos la sala del redactor, porque entraba uno solo allí, dice Raúl. No tenían teléfono, internet, ni tampoco recibían los cables de noticias. La mayor parte del trabajo se realizaba desde el locutorio de un vecino. Fue el tiempo en el que Argentina cambió cinco presidentes en una semana. Un día llegó un compañero en bicicleta con un papelito que decía ‘Renunció Rodriguez Saá’, entonces corrimos hasta el telecentro para ver qué había pasado. Al otro día, llega de nuevo con otro papelito: ‘Renunció Puerta ’ Así nos fuimos enterando de las noticias de esos días. Luego, apareció el primer teléfono celular y la bobina de papel donada por el sindicato gráfico para que el diario comenzara a imprimirse.
Un tropezón no es caída
En 2005, cuando nos estábamos consolidando, tuvimos un hecho muy desgraciado. Raúl habla del incendio que se produjo en el taller de impresión por un cortocircuito y que destruyó todo lo que había en el edificio. Aun con estos problemas, el diario nunca dejó de salir a la calle. Durante 23 días, mandamos vía internet todos los archivos y se imprimía en Comercio y Justicia, otro diario cooperativo de Córdoba capital. Fueron momentos donde toda la sociedad se movilizó para ayudarnos. Ahí nos dimos cuenta de que, si bien nosotros éramos los socios y dueños de la empresa, había un arraigo muy fuerte en la gente. Por lo tanto, nuestro compromiso fue aun mayor.
Hoy, el diario se encuentra en un edificio nuevo construido con muchísimo esfuerzo y está emplazado sobre la calle Periodistas Argentinos al 400. Nuestro fuerte son las coberturas a nivel local. Queremos mostrarte a la gente lo que está pasando a la vuelta de la casa, que seguramente no lo sabe, pero sí sabe, por ejemplo, de los diez embotellamientos que ocurren en Capital Federal.
Respecto del panorama actual que está atravesando el país, Raúl comenta que desde el aspecto publicitario se nota una baja y además que los precios del papel han aumentado considerablemente. Vemos que las experiencias de otros compañeros y colegas están cada vez más complicadas y está a la vista que no se da la misma rueda productiva que había hace un año atrás. Sin embargo, tenemos que decir que seguimos, que acá estamos apostando y, si de algo sabemos, es que hemos pasado peores crisis, como la de 2001. Todavía nos queda ese resto y un espíritu desafiante para esperar lo que va a venir.