Ramiro Pérez, presidente del Club Deportivo UAI Urquiza, sube al escenario y recibe el Premio Alumni –entregado por el  Círculo de Directivos y ex Directivos del Fútbol Argentino (CiDeDFA)– como «Dirigente destacado de la A Femenina«. Agradece y comparte la estatuilla con los delegados y demás dirigentes del fútbol femenino. Es 29 de noviembre de 2024, en el predio Lionel Andrés Messi de la Asociación del Fútbol Argentino.

Cuarenta días después de recibir su segunda distinción consecutiva como mejor dirigente de la Primera División del fútbol femenino, el club que preside anuncia en sus redes sociales: “UAl Urquiza anuncia su decisión, acordada con las autoridades de la AFA, de competir en la temporada 2025 en la categoría amateur de fútbol femenino (Primera B)”. Y con ese mensaje, se encienden las alarmas. ¿Cuáles son las garantías reales para la sostenibilidad del fútbol femenino?

UAI Urquiza nació en 2009 de la fusión entre Ferrocarril Urquiza y la Universidad Abierta Interamericana. Ricardo Pinela –el entonces vicepresidente del club, gerente administrativo de la Universidad e integrante de la red de instituciones Vanguardia Educativa (Vaneduc)– contó años más tarde: “Cuando llegamos, estábamos 15 goles abajo de Boca. La idea fue aplicar lo que trabajábamos en el fútbol masculino en el femenino y darle la misma importancia”.

La universidad llegó para cambiar la estructura de un club sumergido en una crisis económica. “Nos fusionamos con Urquiza porque ellos tenían un proyecto trunco y nosotros uno en génesis. Y para entrar era necesario tener un club afiliado”, dijo Rodolfo de Vicenzi, entonces presidente de UAI Urquiza y rector de la universidad.

A través de un gerenciamiento encubierto, el club obtuvo grandes logros en poco tiempo. En cuatro años, consiguió dos ascensos -estaba en la D- y jugar por primera vez en la B con el fútbol masculino. En el caso del fútbol femenino, pasó de ser anteúltimo en 2008 a competir por el tercer puesto a partir de 2011. Y con el primer título en 2012, UAI Urquiza se posicionó permanentemente entre los mejores equipos de la liga femenina.

El equipo ganó cinco campeonatos de Primera División, todos durante el amateurismo: 2012, 2014, 2016, 2018 y 2019. En el semiprofesionalismo consiguió un título, la Copa Federal 2021. Además, participó cuatro veces de la Copa Libertadores y en la edición 2015 obtuvo el tercer puesto.

Fue así que, desde su concepción hasta la llegada del semiprofesionalismo, UAI Urquiza basó su fútbol en el “modelo pseudoprofesional”. Como explica Gabriela Garton –exarquera del Furgón y de la Selección argentina– en su libro Guerreras. Fútbol, mujeres y poder, el éxito deportivo inesperado para un club “tan chico” se debió a la estructura económica y educativa única de la institución. UAI Urquiza ofreció, durante años, vivienda, educación y trabajo a sus jugadoras. “Era un modelo pseudoprofesional ya que ellas esencialmente vivían del fútbol, aunque no directamente con un contrato por practicarlo”, explica Garton.

Con la llegada del semiprofesionalismo al fútbol femenino, el modelo de UAI Urquiza dejó de ser redituable para el club. Antes, la jugadora trabajaba como futbolista y en la universidad, pero cobraba únicamente lo último.

Ahora, la primera división femenina exige por lo menos 15 contratos profesionales, con un sueldo mínimo de $ 565 mil. Desde el club, señalan que su pedido para descender de categoría se debe a que se cayeron los sponsors y que, por este motivo, deben “optimizar recursos y concentrar esfuerzos en un proyecto deportivo sostenible” que permita “fortalecer la estructura institucional y seguir contribuyendo al crecimiento del fútbol femenino argentino”.

En las redes sociales, en cambio, algunos corrigen con sarcasmo: “Grupo Vaneduc decide no poner más guita en el deporte y uno de los mejores equipos queda afuera de una liga emergente. SADs for Dummies – Cap. 1”.

“Durante el último año dejaron de invertir como lo venían haciendo y eso, creo yo, se reflejó en los resultados”, confesó una exjugadora del club a Tiempo. Durante el Apertura 2024, UAI Urquiza finalizó en la 11° posición.

“No nos esperábamos esta noticia, fue sin previo aviso. Nos dijeron que teníamos un mes y medio para dejar los departamentos, que nos iban a ayudar a conseguir otros clubes, que el club iba a jugar la Copa Federal 2024 (torneo que reúne a los mejores ocho equipos de la tabla anual del torneo de primera división y a ocho equipos campeones de las ligas del interior), pero que después iba a arrancar el año en la B”, agregó la exjuggadora de El Furgón.

En Argentina, la ausencia de visibilidad –el 18% de los partidos del torneo no tuvieron transmisión–, por ende la falta de sponsors y las condiciones laborales precarias –casi el 40% de las jugadoras aún son amateurs- dificultan el crecimiento del femenino. No es casualidad, entonces, que los clubes grandes en el fútbol masculino son los que comienzan a despegarse también en el fútbol femenino: su estructura, su economía y la intención dirigencial así lo permiten.

En 2009, cuando se presentó el proyecto de creación de UAI Urquiza ante la AFA, Julio Grondona se le acercó a Pinela y le dijo: “Te voy a pedir algo, no me abandones el fútbol femenino”. Quince años después -y en medio de la discusión del ingreso de las Sociedades Anónimas Deportivas al fútbol argentino-, UAI Urquiza decidió ir más allá. No sólo lo abandonó, sino que solicitó algo inédito en nuestro fútbol argentino, lo que se considera una mancha para todos los hinchas: descender de categoría. Y las que pierden, una vez más, son las jugadoras y los hinchas.