El cierre temporal de Acindar encendió todas las alarmas en la semana, no sólo por lo que esta decisión representa puertas adentro de la empresa, de cuya actividad dependen cuatro fábricas y unas 3100 familias, sino también por lo que dice del estado de situación de la construcción, uno de los sectores más importantes de la economía local.
Considerada industria de industrias, por la incidencia que tiene en otros ámbitos de la economía, está en el centro de la escena desde la campaña electoral, cuando el entonces candidato por La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, amenazó con eliminar el modelo de obra pública vigente para pasar a un nuevo concepto motorizado por la inversión privada sin participación del Estado.
Las empresas del sector, con la Cámara de la Construcción (Camarco) a la cabeza, miraban de reojo al candidato, que no soltaba una certeza siquiera de lo que pasaría con las obras que estaban en curso.
Tras asumir, Milei cumplió la promesa. Hoy la obra pública financiada por el gobierno nacional está prácticamente parada y sin perspectivas de reanudación; y, junto con ella, también lo están las industrias que giran a su alrededor, como lo demuestra el caso de Acindar.
ArcelorMittal –matriz de Acindar– explicó la decisión de cerrar entre el 18 de marzo y el 15 de abril por la caída sostenida de la demanda del mercado interno. Las ventas retrocedieron entre el 35 y el 40% sólo en lo que va de 2024.
La firma no hizo declaraciones directas sobre el marco político, ni se expresó concretamente sobre las perspectivas que ve a futuro, pero adelantó que durante la parada trabajará para buscar alternativas para compensar la caída de las ventas a nivel local entre las que destacó la búsqueda nuevos mercados de exportación, lo que indica que son bajas las expectativas de que el mercado interno se recupere en el corto plazo.
Una de las preguntas que inquieta tiene que ver con el futuro de los empleados. La empresa aseguró a Tiempo que el diálogo con los trabajadores es «permanente» y que su intención es mantener los puestos. También informó que otorgará vacaciones pendientes y francos compensatorios, y que dará cursos de capacitación en seguridad.
Los trabajadores, en cambio, definieron esas decisiones como unilaterales e informaron que la empresa empezó con el achique en diciembre con cierres de turnos en planta de producción que impactaron en los planteles de personal, en la cobertura de horas extras y en el adicional por turnicidad, que ronda los $ 150 mil.
«Hasta acá se perdieron 100 puestos de trabajo de contratados que cubrían vacaciones, que tenían hasta tres años en la empresa», dijo a Radio con Vos el dirigente de la UOM Villa Constitución, Pablo González.
El gremialista explicó que la producción promedio de la planta situada en esa localidad santafesina era de 1,3 millones de toneladas anuales hasta diciembre. Ese mes la empresa bajó las proyecciones a 870 mil toneladas y la semana pasada se manejaba un horizonte de 720 mil toneladas, por lo que en el gremio estaban al tanto de que «se venían paradas intempestivas».
Sin señales
En el arranque del año se registraron otras caídas importantes que también alertan sobre la situación de la construcción.
La Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP) reportó en enero una caída del 20% de los despachos, pero del 25% en los destinados al mercado interno, mientras que los dirigidos a los mercados del exterior descendieron un 22%. En números absolutos, fueron 766.837 toneladas despachadas en el primer mes del año, casi 200 mil toneladas menos que en enero de 2023.
En tanto, las empresas que venden artículos para la construcción y que participan del Grupo Construya entregaron en enero un 29,2% menos que en el mismo mes del año pasado y un 19,6% menos respecto a diciembre pasado. La entidad destacó el resultado como el peor desde enero de 2006, quedando incluso por debajo de 2020, año del estallido de la pandemia.
La estadística incluye insumos para obras, como ladrillos cerámicos, cal, carpintería de aluminio, adhesivos y pastinas, pinturas impermeabilizantes, sanitarios, calderas, centrales de calefacción, grifería y caños, pisos y revestimientos cerámicos. El insumo que más cayó es el asfalto, con un desplome que superó el 50% interanual. «