Marcelo Gallardo, que este lunes volverá a ser el técnico de River en reemplazo de quien había sido su sucesor, Martín Demichelis, puso condiciones para su regreso. Por ejemplo, las incorporaciones ya confirmadas de Germán Pezzella y Maximiliano Meza, entre otros refuerzos, y el control del fútbol del club. Además, por supuesto, la elección de su cuerpo técnico, un punto en el que sin embargo el Muñeco no consiguió reunir a todos los integrantes que habría querido.

Aunque parece difícil decirle que no al entrenador convertido en estatua, uno de los ex integrantes de su grupo de trabajo, presente entre otros títulos en la Copa Libertadores 2018, sí lo hizo. Se trata del preparador físico uruguayo Marcelo Tulbovitz, casi un anónimo en Argentina a pesar de que trabajó cinco años con Gallardo en River, entre enero 2018 y diciembre de 2022. En cambio, en su país, su apellido es muy reconocido, no sólo como referente en su profesión sino también como una de las voces más comprometidas del deporte rioplatense en defensa de los Derechos Humanos. Su padre, Elvio –militante del Partido Comunista-, estuvo secuestrado y detenido por la dictadura uruguaya durante seis años, entre 1975 y 1981.

Amigo de Gallardo pero también hombre de respeto a su palabra, Tulbovitz (62 años, 35 de ellos como PF) declinó el ofrecimiento que el Muñeco le tendió en las últimas horas para volver a River y decidió quedarse en Nacional, club al que llegó hace pocas semanas en el cuerpo técnico de Martín Lasarte, por lo que no formará parte del segundo ciclo del DT en Núñez. Al menos por ahora. “Antes que nada es mi amigo. La amistad la fuimos construyendo hace muchos años y eso me honra y lo valoro. Deseo que se sienta feliz en el lugar que elija. Después, si estamos o no juntos, el tiempo lo dirá”, había dicho Tulbovitz en diciembre de 2022.

Gallardo y Tulbovitz se conocieron en Nacional durante el debut del Muñeco como entrenador, entre 2011 y 2012. Antes y después, el preparador físico realizó un largo recorrido en el fútbol, no sólo en Uruguay, sino también en Chile, Costa Rica y México. De chico había intentado ser jugador y estuvo a punto de debutar en Primera, pero, según El País de Uruguay, “su carrera se terminó cuando hizo una huelga en Sud América por falta de pagos”.

El reencuentro con Gallardo fue el 11 de enero de 2018. El mismo día en que también Lucas Pratto se entrenó por primera vez en River, Tulbovitz se sumó al grupo de trabajo encabezado por Pablo Dolce, el preparador físico principal del Muñeco. Desde entonces, y hasta noviembre de 2022, el uruguayo fue uno de los cuatro “profes” de River junto al propio Dolce, César Zinelli y Diego Gamalero.

En esos cinco años, Tulbovitz nunca habló públicamente de su biografía familiar. Sí lo había hecho previamente, en 2016, al sitio uruguayo La Caja Negra, y luego, desde que se alejó de River, lo volvería a hacer al menos dos veces más. En 2023, por ejemplo, habló en el programa Abran Cancha y dejó en claro que las cicatrices familiares no se borran: “No me gusta la demagogia ni la falsedad. Respeto a la gente que sabe perdonar pero yo no puedo perdonar que hayan torturado a mi padre, hasta casi matarlo. No puedo perdonar. Ni quiero perdonar. Andá a preguntarle a la víctima del Holocausto si perdona. Y eso que mi padre no murió (fallecería en libertad). Pero le hicieron, como a casi todos sus compañeros, las peores torturas”.

Los padres de Tulbovitz eran militantes del PC uruguayo. En la madrugada del 31 de octubre de 1975 –la dictadura al otro lado del Río de la Plata se prolongó entre 1973 y 1985-, Elías fue secuestrado en su casa, en el barrio Malvín de Montevideo, y pasó a engrosar la lista de presos políticos. Su esposa, Rosa, se salvó por poco y se quedó a cargo de los tres hijos de la pareja, Sergio, Marcelo y Ernesto. Luego de la captura, los Tulbovtiz pasaron varios meses sin conocer el paradero de Elías, mientras Rosa comenzaba a recorrer cuarteles. En tanto, Marcelo tenía 14 años y no dejó de ir al secundario, donde lo provocaban maestros con cercanía militar.

“Esta historia me llena de rencor. Se lo llevaron (a su padre) y estuvo desaparecido tres meses. Mi vieja y mis hermanos iban por todos lados a buscarlo. Mi profesor de matemáticas, que era militar, me preguntaba cada tres o cuatro días donde estaba mi papá. Yo no había contado nada pero él sabía. Un día, con esa regla larga que tenían los profesores, me tocó el hombre y me preguntó ‘Tulbo, ¿con Elías qué pasa?’. Ya iban dos meses que no estaba mi papá, y el tipo provocándome. Me volvió a pegar más fuerte. Y ahí se quemó todo”, recordó.

Mientras intentaba hacer una carrera en el fútbol, primero como jugador y luego como preparador físico, Tulbovitz militó para el regreso de la democracia. “Fui uno de los que no se quedó esperando que la cosa cambiara. Desde el lugar que me tocó, aunque era jovencito, ayudé, como miles de uruguayos, a derrotar a la dictadura. No te pedían cédula para ayudar a luchar contra la dictadura. Por suerte te sentías mejor cuando hacías algo a favor de ese objetivo. Con respecto al pasado, siempre he dicho: ni olvido ni perdón”. «