La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU mostró descarnadamente la pérdida de aliados de Israel tras la operación de exterminio que emprendió en Gaza a partir de los ataques de Hamas del 7 de octubre pasado. Porque 14 miembros del organismo votaron a favor de un alto el fuego inmediato y Estados Unidos, por primera vez, se abstuvo, con lo que permitió esta derrota rampante para el gobierno de Benjamin Netanyahu, quien se apresuró a condenar a sus tradicionales socios aunque tuvo que «autorizar» el inicio de conversaciones en Doha y El Cairo con representantes de Egipto, Qatar y Estados Unidos.
De todas maneras, y como una manifestación de poder quizás fuera de lugar, ordenó una serie de ataques en Siria y El Líbano contra las milicias de Hezbolá mientras protesta contra Gran Bretaña por el envío de una diez toneladas de ayuda humanitaria para paliar «la hambruna inminente», un término que irrita particularmente en el gabinete ultraderechista.
La sanguinaria represalia sobre población civil en Gaza, que ya causó más de 32000 muertos –más de la mitad mujeres y niños– y unos 75.000 heridos, fue minando el apoyo que tradicionalmente se le brinda a Tel Aviv en el mundo occidental. Marchas en las principales ciudades en favor de Palestina hicieron también crecer la necesidad política de los gobiernos de tomar distancia de lo que en la Corte Internacional de La Haya ya fue denunciado como genocidio.
La resolución de la ONU exige el cese el fuego inmediato por el mes sagrado del Ramadán para la fe musulmana, y la liberación de todos los rehenes que aún mantiene Hamas.
En el caso de Estados Unidos, o específicamente el gobierno de Joe Biden, se enfrenta con una no menos incisiva marea de rechazo dentro de los votantes del partido Demócrata, lo que de cara a las elecciones de noviembre puede terminar sellando la suerte de la administración para un segundo mandato. Es así que el propio Biden aseguró que los países árabes, incluido Arabia Saudita, están dispuestos a reconocer «plenamente» a Israel, un reclamo tradicional de Tel Aviv, aunque la Casa Blanca insiste en que la solución es la consolidación de dos Estados, algo que Israel viene esquivando desde hace décadas. La posición de Washington no deja de ser ambigua, porque al mismo tiempo acota públicamente que la resolución del Consejo de Seguridad no es vinculante –algo a todas luces falso– y al mismo tiempo refuerza el envío de armamento para Israel.
El apoyo que encontró el documento de la ONU fue casi unánime en todo el planeta, siempre con las reservas del caso en algunos países. Pero al discurso de Jonathan Glazer, el director de la película Zona de interés al recibir el Oscar, se le sumaron estos últimos días manifestaciones en favor de la causa palestina de participantes en el Festival de la Canción de Eurovision, que se desarrollará en Malmo, Suecia, en mayo.