En una carrera contra el tiempo, el Banco Central busca sumar U$S 1.500 millones para no incumplir la promesa efectuada al Fondo Monetario Internacional sobre la acumulación de reservas internacionales.

El calendario le juega en contra y la presión de la demanda también: en la rueda del lunes la entidad debió vender U$S 165 millones. Y este martes se desprendió de otros U$S 31 millones.

En las sucesivas revisiones trimestrales del acuerdo con el FMI, el gobierno de Javier Milei fijó su meta de acumulación de divisas contando desde cero al 10 de diciembre de 2023. Así prometió que para fines de septiembre habría logrado sumar U$S 8.700 millones, cifra que se elevaría a U$S 9.700 millones para fin de año.

Sin embargo, el viernes último, en el congreso que IAEF (Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas) realizó en Mendoza, el vicepresidente del Central, Vladimir Werning, admitió que la cifra acumulada hasta ese momento era de U$S 7.200 millones.

La dificultad en sumar divisas es doble. Por un lado, una época estacionalmente adversa, ya que el período fuerte de acumulación es en el segundo trimestre del año, con la liquidación de la cosecha gruesa de soja y maíz. Y por otro, que el Central aceleró el cronograma de entrega de los dólares demandados por el pago de las importaciones: antes la entidad abonaba en cuatro cuotas mensuales, con lo que terminaba entregando las divisas 120 días después de ingresada la mercadería, y ahora lo hace en dos cuotas.

Según un cálculo del economista Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), entre diciembre de 2023 y mayo de 2024 las importaciones no pagadas alcanzaron los U$S 10.620 millones, lo que permitió la fuerte acumulación de reservas del primer semestre. Ahora, normalización mediante, el proceso es inverso: en julio la entidad abonó el equivalente al 96% de las importaciones devengadas y en agosto el monto habría sido todavía mayor. Si se cumple el cronograma, para octubre el Central estará pagando, entre operaciones nuevas y adeudadas, un 150% de las importaciones del mes.

El problema de la deuda, otra vez

Así y todo, el cumplimiento de la meta pactada con el FMI es relativo. El organismo ya desembolsó el 97% del préstamo acordado y los otros criterios cuantitativos (superávit fiscal y cese de la emisión monetaria) están siendo respetados a rajatabla.

El problema es otro: con reservas netas negativas, una vez descontados los encajes de los depósitos en dólares, el swap con China y otros compromisos de corto plazo, los fuertes pagos de la deuda que asoman en 2025 lucen como un obstáculo difícil de salvar. Sólo los vencimientos de los bonos soberanos (Global y Bonares) insumirán unos U$S 5.800 millones.

A su vez, esa urgencia potencia las especulaciones sobre la necesidad de una devaluación para hacer más atractivo el tipo de cambio y estimular las exportaciones. Sobre todo teniendo en cuenta que se viene depreciando a sólo un 2 por ciento por mes, cuando la inflación es por lo menos del doble.

A pesar del difícil panorama por delante, el gobierno nacional confía en los resultados del blanqueo de capitales para hacerse de las divisas necesarias para el próximo año. En su exposición en Mendoza, Werning fue optimista: “Ahora el mercado está nervioso porque cuenta las costillas para ver si alcanzan las reservas. Mientras tanto, nosotros estamos ofreciendo dólares al mercado para pagar importaciones, pero sabemos que no va a haber ningún problema para cancelar los cupones de la deuda para el año que viene».