Como la gran mayoría de los mortales, Edmundo Ramos, de 64 años, tiene planes para cuando se atenúen los efectos de la pandemia. Pero su sueño es muy particular: atravesar de norte a sur la Argentina a bordo de su camioneta Ford Falcon ranchera que puede funcionar “a basura”. Con esta hazaña técnica, pretende “despertar la curiosidad de la gente y demostrar que no hace falta estar esclavizados por las petroleras”.
Edmundo asegura que su creación alcanza los 115 km/h y tiene una autonomía de entre 600 y 1000 kilómetros, con sus tres tambores de 200 litros montados en un remolque. “Me inspiré en los gasógenos que se usaban en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, pero eran muy pesados, complicados y aparatosos. Los simplifiqué. Hice un gasificador de basura que no puede ser más sencillo. Modestamente hablando, es un tacho de metal con una tapa y dos agujeros. Punto. No hay otra cosa. No es una usina termonuclear”, ironiza este ingeniero electromecánico que nació en Estados Unidos y que, aunque lo intentó, dice, siete veces, nunca pudo obtener la nacionalidad argentina.
Cuando tenía cinco años, sus padres migrantes volvieron al país y se instalaron en Banfield. Ya recibido de ingeniero en la UBA, ante cada crisis económica Edmundo aprovechó su pasaporte para viajar y trabajar en el Norte. Por fin, en 2008 se asentó definitivamente en Alta Gracia, Córdoba, junto a su mujer, Fabiola. Allí se puso a pensar “cómo podría reemplazar el petróleo con el que se movilizaban millones de autos por día, pero que no se acabara nunca… ¡y la basura no se va a acabar nunca! Estudié y modifiqué aquellos gasógenos que funcionaban con madera, le sumé un filtro para que las cenizas del humo no dañen el motor. Y funciona. Es gas de basura. Yo lo llamo ‘gasura’”.
Compró entonces la ranchera modelo ‘83, “con motor de 3,6 litros, casi como el de un Torino”. Hubo que hacer varios ajustes, “en el burro, en la batería, y con Marcelo Rava, un amigo que me dio una mano, no le encontrábamos la vuelta a la mezcla estequiométrica, que es la exacta proporción de gasura y de aire para que funcione el motor”. Y a principios de octubre de 2019, el “auto a basura” arrancó por primera vez. Edmundo partió de Alta Gracia, tomó la Ruta Provincial 56 y en la cuarta curva alcanzó los 95 km/h. Y en José de La Quintana, 25 kilómetros más allá, pegó la vuelta.
El auto de Edmundo usa residuos naturales e industriales provenientes de basura seca y combustible. Al principio utilizó semillas de roble, que en su barrio son un estorbo, pero luego descubrió el alto poder calórico de las cáscaras de nuez y carozos de aceituna, aunque el mejor material, dice, es la carbonilla que consigue en las carboneras.
El objetivo, planeado para septiembre, es unir Ushuaia con La Quiaca por la Ruta 40. El ingeniero ya hizo una recorrida parcial y contactó a distintas personas para que vayan juntando basura y puedan abastecerlo a su paso. Vecinos de La Rioja acopiarán cáscaras de nuez; en Mendoza, carozos de aceituna; en San Rafael, cáscaras de almendra y carozos de durazno. De los lugares por los que pasó en el interior ya le llegan consultas de interesados, por eso abrió un perfil de Facebook, “Auto A Basura”, donde expone los planos de su creación y sube fotos y videos explicativos.
“Todo esto se multiplicó mucho antes y más rápido de lo que yo quería. Me gustaría aclarar que hoy es más fácil ir a la estación de servicio y cargar nafta o gas. No me imagino la gente andando a gasura por la ciudad. Es como una semilla que planto para cuando no haya más petróleo… y ese día cada vez está más cerca”, resume.
Escape
“Lo que sale del caño de escape de mi auto es vapor de agua y anhídrido carbónico, que es lo que exhalamos todos los humanos. No es contaminante. Cuando un vehículo utiliza GNC o nafta, derivados del petróleo, además de salir vapor de agua y anhídrido carbónico, expulsa plomo, azufre, ácido sulfúrico, ácido nítrico, ácido carbónico, un montón de porquerías”, grafica Edmundo, quien asegura que su ranchera “contamina menos que un auto eléctrico, y eso que estos no tienen caño de escape; pero debemos considerar que para recargar sus baterías se necesita de la generación eléctrica, que en más del 60% se hace con derivados del petróleo”.