Al menos 20 civiles murieron en el ataque a una caravana humanitaria cerca de Alepo, según un comunicado conjunto de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFCR), la Media Luna Roja de Siria y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). El ataque hace peligrar el frágil acuerdo de alto el fuego alcanzado entre Estados Unidos y Rusia cuando en Nueva York se debatirá el asunto en la Asamblea Anual del organismo.
«Unos veinte civiles y un empleado de la Media Luna Roja de Siria murieron cuando estaban descargando camiones con ayuda humanitaria vital. Gran parte de la ayuda fue destruida. El ataque priva a miles de civiles de alimentos y asistencia médica que tanto necesitan», dice el comunicado.
El documento, publicado en la web de la IFCR, califica lo sucedido como «un ataque contra la humanidad».
El ataque se produjo en el séptimo día de la tregua declarada en Siria en virtud de un acuerdo ruso-estadounidense, aunque el Ejército de Siria anunció ayer que deja de acatar el alto el fuego debido a las múltiples violaciones del armisticio por los insurgentes.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) calificó el ataque de flagrante violación del derecho humanitario internacional y advirtió que afectaría el trabajo de las ONG en Siria. Un alto cargo de la Cruz Roja dijo que las operaciones previstas en cuatro ciudades de Siria se posponen para evaluar las condiciones de seguridad.
También la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) insistió en garantías de seguridad para reanudar el envío de caravanas humanitarias a Alepo. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) anunció que todas las operaciones humanitarias en Siria «quedan suspendidas» tras el ataque contra un convoy humanitario ayer en la región de Alepo.
«Por ahora no tenemos una visión global de lo que pasó, pero se ha tomado la decisión de que todas las operaciones humanitarias de convoyes sobre el terreno quedan suspendidas por el momento», afirmó en una rueda de prensa el portavoz de la OCHA, Jens Laerke.
El portavoz también indicó que el jefe humanitario de la ONU, Stephen O’Brien, condenó el ataque, se mostró «espantado» por lo ocurrido, y subrayó que puede constituir un crimen de guerra.
Laerke puntualizó, además, que el convoy tenía la autorización de las autoridades para cruzar el territorio y distribuir la asistencia humanitaria, que todas las partes beligerantes estaban informadas de su trayectoria, y que estaba claramente marcado como humanitario.
«No hay ninguna explicación o excusa, ninguna razón o racionalidad que explique el ataque a trabajadores humanitarios que intentan ayudar a ciudadanos que necesitan ayuda de forma desesperada», concluyó O’Brien. Los camiones transportaban ayuda de primera necesidad para 78.000 personas que sobreviven en la zona de Auram al Kubra, en el oeste de la provincia septentrional siria de Alepo, que no había recibido asistencia desde julio.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), una organización pro opositora con sede en Londres, acusó a Siria y su aliado, Rusia, por el bombardeo que alcanzó el convoy con ayuda humanitaria, además de otros en Alepo y sus alrededores.
En Moscú, el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, se negó a hacer comentarios sobre la acusación, pero afirmó que reinaba en el Kremlin gran preocupación por los acontecimientos. «Acciones de este tipo amenazan todo el proceso» de acuerdo en Siria, puntualizó. Agregó que «nuestros militares están verificando la información sobre este bombardeo».
Esperaba, concluyó, que obtuvieran «información concreta de primera mano que les permita hacer una declaración relevante». Aseguró también que las acciones del ejército sirio respondieron a ataques del Frente al Nusra (filial siria de Al Qaeda, que siempre estuvo excluida de la tregua), y que «la situación causa una preocupación muy seria» a las autoridades rusas y es «extremadamente tensa».