Los estadounidenses eligieron ayer martes un Congreso dividido dos años después de la victoria sorpresiva de Donald Trump: los demócratas recuperaron la Cámara de Representantes mientras que los republicanos reforzaron su control del Senado, en una jornada de candentes batallas locales.
Los demócratas tomaron control de la Cámara de Representantes, aprovechando la indignación contra Donald Trump y la promesa de proteger la cobertura de salud, pero sin hacer realidad la anunciada «ola azul».
Se encaminan a arrebatar al menos 27 escaños a los republicanos, incluyendo cuatro en Pensilvania, pero también en Florida, Colorado, Kansas, Nueva Jersey, Nueva York y Virginia.
La votación estuvo marcada por una nueva ola de candidatos mujeres, jóvenes y miembros de minorías. La estrella demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, de origen puertorriqueño y nacida en el Bronx, hizo historia al convertirse en la mujer más joven en llegar al Congreso a los 29 años.
Sus compañeras de partido Ilhan Omar (Minnesota) y Rashida Tlaib (Michigan) son las primeras mujeres musulmanas en acceder al Congreso, mientras que Sharice Davids y Deb Haaland también se destacaron como las primeras mujeres indígenas en la Cámara baja.
El exjugador de football americano Colin Allred derrotó al actual legislador republicano de un distrito cerca de Dallas.
La jefa de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, prometió el martes un nuevo equilibrio de poderes en Estados Unidos, después de que los estadounidenses mostraron estar, según ella, «hartos de las divisiones».
La Cámara baja está compuesta por 435 bancas, que se renuevan enteramente cada dos años. Los demócratas necesitaban arrebatar 23 escaños a los republicanos para ganar la mayoría, pero según el sitio independiente Cook Political Report se encaminan a quitarles al menos 30.
En el Senado, los republicanos conservaron su mayoría de al menos 51 bancas, que podría ampliarse a 53, según los medios estadounidenses.
Favorecidos por un mapa electoral ventajoso, arrancaron varios escaños a los demócratas, que estaban obligados a defender diez escaños en estados pro Trump. Resistieron en Virginia Occidental y en Nueva Jersey, pero perdieron en el estado clave de Indiana, Misuri y Dakota del Norte, tierras conservadoras.
Los republicanos obtuvieron una victoria preciada al conservar el escaño de Ted Cruz en Texas, a pesar de los millones de dólares gastados en apoyo del demócrata Beto O’Rourke, estrella de la campaña. Y en Florida, el exgobernador Rick Scott venció al demócrata saliente Bill Nelson.
El asiento de Mississippi, en manos de los republicanos, se decidirá a fines de noviembre, luego de que ninguno de los candidatos lograra cruzar el umbral de 50% de los votos.
El Senado tiene 100 escaños. Los electores renuevan un tercio de la cámara alta cada seis años, es decir 35 esta vez.
Los demócratas recuperaron siete gobernaciones, pero perdieron una de las contiendas más anticipadas: el duelo entre el demócrata progresista Andrew Gillum, primer candidato negro a ese puesto en Florida, y el republicano Ron DeSantis, un abierto seguidor de Trump. A pesar de las acusaciones de racismo, DeSantis finalmente venció en una elección muy cerrada.
Otra votación muy esperada, todavía en vilo, es la de Georgia entre el republicano Brian Kemp y la demócrata Stacey Abrams, que busca convertirse en la primera gobernadora negra de un estado estadounidense.
En Colorado, los electores escogieron al demócrata Jared Polis, quien será el primer gobernador estadounidense abiertamente gay. Y en el muy conservador Kansas, la demócrata Laura Kelly fue la sorpresa al vencer al favorito, Kris Kobach.
De los 50 estados, solo 36 se disputaron ayer.