En la última sesión, la Legislatura porteña aprobó un presupuesto 2023 para la CABA de 2 billones de pesos, equiparable al de ciudades europeas. Y lo hizo totalmente vallada, porque exhibe muy claramente las prioridades de un “gobierno para pocos”. Afuera, trabajadores y trabajadoras de la Salud, de la Educación, de la Cultura y de la Economía Social y Popular reclamaban y exigían salarios y condiciones laborales dignas y reconocimiento por parte de una gestión que les viene dando la espalda.
Durante mi intervención denuncié los recortes en educación, un área social totalmente estratégica, y en los programas destinados a personas en situación de calle, además de la falta de financiamiento para la Economía Social y Popular y el área de Mujeres Géneros y Diversidades; y como contraparte, el considerable aumento de 400% a una de las áreas más discrecionales: la Jefatura de Gobierno. Es muy grave que en un contexto de crisis, Horacio Rodríguez Larreta decida sacarle a aquellxs que más necesitan del acompañamiento del Estado.
Políticas sociales: más destinatarios y menos presupuesto
El Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, principal encargado de llevar adelante las políticas sociales, perdió un punto en la participación presupuestaria total para el año que viene.
En el caso de las personas en situación de calle, si bien incrementa la cantidad de personas destinatarias nos encontramos con un recorte de más de 260 millones de pesos. También hubo ajustes en el programa se asistencia alimentaria a pesar de que este año no alcanzó el presupuesto para cubrir la demanda y las porciones son cada vez más pequeñas.
Desde la Comisión de Políticas de Promoción e Integración Social que presido en la Legislatura porteña venimos sosteniendo, junto a las organizaciones sociales con quienes trabajamos durante todo el año, la necesidad de ampliar la asistencia social a los grupos más vulnerables, lo que no se ve reflejado en este presupuesto sino todo lo contrario.
La promoción de la Economía Social y Popular no es una prioridad para el Gobierno porteño y lo deja clarísimo en este presupuesto donde se recortan y achican todas las partidas destinadas al sector, en consonancia con la política que vienen desplegando. Un ejemplo es la Ley de Distrito de Integración Productiva e Impulso al Trabajo que otorgó importantes beneficios económicos a grandes empresas y cadenas comerciales en detrimento de los pequeños comercios de los barrios populares.
El presupuesto 2023 de Larreta destina cero pesos al FONDES, programa de incentivo económico para los emprendimientos y cooperativas del sector, dejando librado a la decisión de los privados la capacidad de financiamiento de este Fondo. Además, elimina el programa de fortalecimiento de Comercios Populares. Clarísimo, decíamos.
Continúa la tendencia PRO de ajustar en educación
El presupuesto educativo volvió a perder casi un punto, que se suma a los 12 que ya se recortaron en estos 15 años de gestiones macristas en la Ciudad de Buenos Aires. Además, la participación de la educación pública en el presupuesto del Ministerio volvió a bajar respecto a la de gestión privada en una Ciudad donde urgen las mejoras edilicias; la construcción de nuevas escuelas y jardines, sobre todo en zona sur; nuestrxs estudiantes reciben viandas insuficientes, sin valor nutricional y, en muchos casos, en mal estado; y faltan, sistemáticamente, docentes y vacantes.
En este contexto, en lo que va del 2022 la ejecución del presupuesto de las áreas educativas es del 40 por ciento. Pero cuando las comunidades educativas reclaman o realizan medidas de fuerza ante la falta de respuesta de un gobierno que no escucha, son perseguidxs, catigadxs y denunciadxs penalmente. Todo muy grave y vergonzoso.
Nos sigue faltando un ministerio de las mujeres, géneros y diversidades
En la Ciudad de Buenos Aires seguimos sin tener un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades por lo que las políticas públicas destinadas a mujeres y personas LGBTIQ+ no se encuentran jerarquizadas ni centralizadas, cuentan con presupuestos ínfimos, con recortes de más del 50% respecto al año pasado o aumentos muy por debajo de la inflación estimada.
Por eso durante el mes de noviembre, en el marco del mes del Orgullo y del 25N pero también del inicio del Mundial de Fútbol Masculino, junto a organizaciones feministas como Liderar Mujer, Mujeres Argentinas por el Desarrollo, Mujeres de Artes Tomar, Arco Violeta y Marea Feminismo Popular, impulsamos una campaña para que en la Ciudad de Buenos Aires exista un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades -proyecto que vengo presentando desde el inicio de mi mandato-, invitando a “ponerse la camiseta”.
Pero volviendo al presupuesto. Para el año que viene, la Dirección de la Mujer tiene asignado 0,06% del presupuesto total, lo que representa 2 pesos por día por mujer, mientras no cuenta con ningún programa referido a las diversidades. Respecto a las personas LGTBIQ+, sólo hay un programa exclusivo que aumentó su presupuesto apenas un 4% con respecto al año pasado, muy por debajo de la inflación estimada. Y si sumamos todos los programas destinados a mujeres, géneros y diversidad de los tres poderes de la Ciudad -en su gran mayoría, en códigos binarios-, llegamos al 0,22% del total del presupuesto, menos de la mitad de lo asignado en 2022.
Además, este presupuesto destina más recursos a la penalización que a la prevención. Veamos por qué: Si sumamos las partidas de la Oficina de Género –TSJ-, el Centro de Justicia de la Mujer -Consejo de la Magistratura- y la Oficina de Acceso a la Justicia y Protección Integral a las Víctimas -Ministerio Público Fiscal-, llegamos al 0,14%, más del doble de lo que recibirá para el mismo ejercicio la Dirección General de la Mujer.
No hay que ser muy hábil con las matemáticas para darnos cuenta que con los fondos destinados a este área, el Gobierno de Larreta está muy lejos de poder -por no decir querer- dar respuesta al abordaje de la violencia por motivos de género a través de los Centros Integrales de la Mujer (CIM), ni tampoco garantizar el cumplimiento de la Ley 5.466 que establece la existencia de un CIM cada 50 mil mujeres y no cada 108.757, tal como tenemos hoy.
Tampoco en los barrios populares, donde el flamante programa de “Abordaje Territorial de las Violencias por Motivos de Género” -que no contempla el reconocimiento a las Consejerías y a las promotoras territoriales de géneros y diversidades que realizan este trabajo voluntariamente de la mano de las organizaciones sociales- dispondrá para el año que viene de tan sólo 740 pesos por día a repartirse en las 50 villas, asentamientos y NHT que según el ReNaBaP hay actualmente en la Ciudad de Buenos Aires”.
Por último, no puedo dejar de mencionar que la Ciudad de Buenos Aires es una ciudad profundamente desigual, que ha aumentado la pobreza multidimensional a más del 21% -según los propios datos de la Dirección de Estadísticas y Censos porteña-, donde todos los parámetros del sur son peores: La desnutrición infantil, el abandono escolar, el desempleo. Una ciudad con mucha desigualdad en los territorios que debiera ser contemplada si se aplicara la Ley de Comunas para mejorar esa distribución territorial del ingreso y del acceso a los derechos.
Sin embargo, nos encontramos con un presupuesto altísimo que sigue ajustando en las áreas sociales, pero sigue aumentando en Publicidad.