En los últimos años, medios de comunicación de la Argentina incorporaron la figura de la Editora de Género, con el objetivo y el desafío de integrar la perspectiva de género en las redacciones gráficas y radiales. La primera editora de género fue Jessica Bennett, del New York Times, nombrada en ese cargo en 2017.

Hasta 2023 eran doce los medios (entre los que está Tiempo) en todo el país que habían creado este cargo, todas integrantes de la Red de Editoras de Género, una iniciativa del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), creada el 25 de noviembre de 2021, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

La red tuvo como objetivo apoyar e impulsar el rol que desempeñan las editoras en los principales medios gráficos, televisivos, radiales y digitales de la Argentina por un periodismo con perspectiva de género y Derechos Humanos. Entre los desafíos, comentan desde UNFPA, está la búsqueda de nuevas narrativas y la creación de estrategias para posicionar de mejor manera los contenidos.

“La REG ha logrado visibilidad a nivel internacional, reconocimientos y premios y la realización de actividades y acciones de comunicación. El próximo desafío es impulsar proyectos que permitan mejorar las condiciones laborales y económicas de las periodistas que la integran” y destacan que resulta clave sostener y jerarquizar el cargo en este contexto de regresión de derechos en materia de género.

El rol de las editoras de género es fundamental para avanzar en coberturas periodísticas que no reproduzcan las violencias y que respeten y garanticen los derechos de las mujeres y personas LGBTIQ+.

Precarización

El cierre de la Agencia Télam, la censura en los medios públicos y la precarización laboral dificulta el desarrollo de este rol. En ese sentido, Micaela Polak, la secretaria de Género del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), afirma: “En el marco de la censura que vivimos a partir de la asunción del gobierno de Milei (que se expresa en los ataques dirigidos del presidente y de funcionarios, el silenciamiento de los medios públicos y de muchos medios autogestivos), una gran preocupación es la pérdida de puestos de trabajo de editoras de género”.

“Esa es una función que supimos conseguir a partir de la organización y se logró una perspectiva de género en medios que no atendían esas cuestiones. No repercute solo en los contenidos y en la corrección de lo que se publica, sino que también aporta en la formación de les trabajadores de cada medio donde funciona”.

Polak plantea que el logro colectivo no se tradujo en la función. “La editora de género es una. Una para todas las secciones, para todo el día, para toda la semana. Y es así como se profundiza no solo la precarización que sufrimos en la actividad de prensa, sino que se convierte en blanco de ataques de los violentos que hoy se ven arengados por el propio gobierno nacional. Una tarea pendiente que tenemos es revisar esa individualidad de la función y lograr áreas de géneros que sean transversales en cada medio y que puedan combatir los discursos de odio”, reflexiona Polak.

Violencia digital, una forma de censura

Desde UNFPA agregan que, si bien se logró el reconocimiento del rol entre colegas y audiencias, también hay resistencias.

“Las editoras se enfrentan a múltiples desafíos como el incremento de la violencia de género en entornos digitales -como les ocurre también a otras periodistas feministas-, el hostigamiento fuera de las redes, así como la proliferación de los discursos de odio. Esto impacta en sus trabajos, en su salud y afecta la libertad de expresión. Son mujeres periodistas precarizadas, con sobrecarga de tareas y en la mayoría de los casos no cuentan con un equipo de trabajo. Tampoco con reconocimiento salarial o el apoyo de las autoridades de los medios”.

Todas las editoras han sufrido ataques por el contenido periodístico de sus notas. «Son objeto de críticas o de fake news que han distorsionado y puesto en duda su rol y sus tareas. Estas son algunas de las causas que llevaron a la renuncia o desvinculación al cargo de algunas de las editoras de género. Hoy son 7 las que conservan su puesto”.  «