Es actriz, bailarina, vedette y según sus palabras para definirse: “una persona sin ataduras”. Nació en San Juan y allí estudió ballet, jazz y otras danzas en una importante academia de la capital provincial. Edda Bustamante dio sus primeros pasos en la televisión y rápidamente logró la popularidad en ciclos como Matrimonios y algo más, Amigos son los amigos, Cosecharás tu siembra, Gasoleros, Tumberos, Graduados y El jardín de bronce, entre otros.
En la gran pantalla dejó recuerdos importantes en Correccional de mujeres, El sueño de los héroes, Esperando al Mesías y No somos animales. En teatro su recorrido también fue amplio. Actualmente es parte del elenco de El origen. Las griegas, basada en textos de Medea y Helena de Eurípides, Lisístrata de Aristófanes y Antígona de Sófocles. Se puede ver los miércoles 22 y 29 de mayo a las 20 en el Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151.
-¿Cuáles son tus criterios para elegir tus trabajos?
-Tuve siempre intuición de lo que yo necesitaba y lo que la sociedad me podía ofrecer como chance para dejar que mi vuelo creativo se despliegue. Fui adaptándome para hacer lo que podía. No creo en los sueños, creo en la realidad.
-¿Sos intuitiva, entonces?
-Muy. Si voy en contra de eso, no me hace bien.
-De todos los que has hecho, ¿tenés un personaje favorito?
-Soy una artista y el escenario es mi lugar, todo lo hago por amor. Pero creo que lo que más me representa en lo personal son los que hice en comedia musical. Cuando Pepito Cibrian me llamó para hacer Aquí no podemos hacerlo, en los ’70, fue algo hermoso. Hice Chicago y A Chorus Line, con Alejandro Romay. También hice Pippin y Sweet Charity. Cuando llegaron los repositores de esas obras desde los Estados Unidos, productores, bailarines y coreógrafos estadounidenses que habían trabajado en las versiones originales, me querían llevar con ellos: fue la emoción más grande que he tenido en mi carrera y en mi vida personal.
-¿Fuiste?
-No llegué a Broadway oficialmente. Pero era perfecta para lo que se hace allá. Aunque me subí a un escenario a bailar, eso sí que lo hice.
-¿En Broadway? ¿Cómo fue eso?
-Había viajado a Nueva York en los ’90 y me invitaron a ver el musical de Andrew Lloyd Webber Cats. Me sentí tan a gusto, que busqué la escalerita, me subí al escenario y me puse a bailar. Me solté, sin música ni nada, pura emoción.
-¿Durante la obra? ¿No te «invitaron» a bajar?
-En el intervalo. Los actores entre bambalinas me miraban. Cuando me cansé, paré, saludé al elenco y a los espectadores, y me ovacionaron. Después vi lo que quedaba de obra como si nada. Es un gran recuerdo.
-¿Cómo te llevás con ser considerada un símbolo sexual?
-Tengo algo que atrae. No entendía por qué y me daba mucha vergüenza. Pero al ser actriz entendí y fue un alivio. Eso me dio más fuerza mental interna. Transmitía una convicción que hacía que me deseen y eso lo transformé en una herramienta más. Nunca lo tomé como algo importante, lo sumé a mi carácter sin demasiadas vueltas. El cine y la tele me ayudaron.
-¿Por qué decidiste ser actriz?
-Me aparté de mi línea de bailarina y de la música porque a las actrices les pagaban más. Yo no quería que mi papá me mantuviera, y como me decían tenés que actuar, sos hermosa… Fui a pedir trabajo a los canales y en cinco minutos ya tenía un papel. Fui afortunada, todo se dio rápido.
-¿Y cuando no se daba?
-No me importaba. Porque soy realista. Sé lo que tengo que hacer y lo que no se puede, no se puede y listo. Paso a otro objetivo.
-¿Es difícil ser actriz?
-Depende. A mí me requiere un gran esfuerzo energético. Soy detallista, laburo mucho para ponerme el personaje en la piel.
-¿Cómo sos afuera de las cámaras o abajo del escenario?
-Muy silenciosa. Sola, en pareja, con amigas, con mis hermanas, siempre respeto el tiempo y el espacio del otro. Necesito estar tranquila. Quieta, pero con la mente trabajando, buscando paz. Me gusta ver películas, de ficción o documentales, leer y charlar tranquilamente con alguien, pero también estar en estado alfa.
-¿Cómo ves el futuro?
-No me da ansiedad. Soy positiva. Tengo por herencia familiar mucho humor, vengo de una familia italiana muy arriba.
-¿Te cuidás o disfrutás de comer?
-Yo sé hacerme feliz. Y la base es el disfrute de lo cotidiano. La comida, un buen baño, compartir con otras personas que nos hacen bien pequeños momentos, es muy importante. Me enfoco más en eso que en otra cosa. Y no autodestruirse, estar en paz, esa es la clave.
-¿Cómo tomaste la canción que Attaque 77 te dedicó en su momento?
-Agradecida y sorprendida. Alguna vez pensé en por qué me eligieron, con tantas mujeres bellísimas que hay. Era hermosa, pero ahora me doy cuenta que también transmitía algo desde mi mirada y eso era lo más atractivo, creo. «