La continuidad del proceso de desaceleración inflacionaria fue puesta en duda por economistas afines al liberalismo y a la ortodoxia, que advirtieron de la cercanía con un piso que será difícil de quebrar. El punto de discusión radica en la inercia de los meses anteriores y en la virtual indexación de varios rubros que impedirán el descenso más allá de ciertos límites.
Las advertencias se producen en consonancia con la difusión del índice de precios de abril, que por primera vez en seis meses no alcanzó los dos dígitos (fue del 8,8%, según informó el Indec). Con una reacción futbolera, reminiscencia de su pasado como arquero, el presidente Javier Milei celebró ese resultado tuiteando una foto suya abrazado al ministro de Economía, Luis Caputo, y una sola palabra: “Gooooooool”.
El número, todavía medio punto superior al de octubre de 2023, el último antes de la consagración en el balotaje, fue funcional al relato libertario. Milei lo computa como un activo de su gestión, en comparación con el 17 mil por ciento de inflación heredado del anterior gobierno, dato que el mandatario arrojó a la discusión pública sin aportar ningún estudio serio que lo respaldara (el Indec midió 211,4% para todo 2023).
Aun sin esa hiperinflación alentada pero no concretada, el cambio en la dinámica de los precios es evidente. La inflación mayorista de abril fue del 3,4 por ciento. Para el mes en curso, algunas consultoras de renombre, como EcoGo y OJF, ya aventuran que el índice de mayo quedará por debajo del 5 por ciento.
El proceso se logró después del “ajuste fiscal más grande en la historia de la humanidad”, otra frase presidencial incomprobable, porque no quedaron documentos sobre el estado de las cuentas públicas en épocas de Alejandro Magno, de Ramsés II o de la Guerra de los 100 Años.
Pero también hubo otros elementos que colaboraron en ese sendero descendente: la recesión, producto de la fuerte caída en los salarios y jubilaciones reales; el atraso del dólar (subió 11% en el primer cuatrimestre frente a un 65% de los bienes y servicios); y la quietud cambiaria producida por el mantenimiento del cepo.
Hay límites
Sin embargo, algunos analistas consideran que el proceso de desinflación está llegando a un límite. Y no se trata de economistas kirchneristas o enfrentados ideológicamente a Milei, sino algunos de los más reputados en la City. Entre ellos está el inefable Domingo Cavallo, por quien el presidente siente devoción.
“A partir de mayo van a comenzar a operar mecanismos indexatorios a la inflación del mes anterior para jubilaciones, sueldos y tarifas de servicios en general, incluidos combustibles. Estos se constituirán en factores de inercia inflacionaria que difícilmente puedan ser neutralizados por el ajuste del tipo de cambio oficial al 2% mensual”, escribió el exministro de Economía en su blog.
El “padre de la Convertibilidad”, sistema trágicamente estallado en 2001, estimó que los reajustes remanentes en tarifas y otros precios relativos agregarán entre uno y dos puntos a la inflación de este mes. También criticó la falta de resolución sobre el levantamiento del cepo y la unificación cambiaria: “Nuestro pronóstico es que mientras esto último no ocurra, la tasa mensual de inflación se estancará entre el 6 y el 7%”, sostuvo.
Un dato avala su preocupación: en mayo, la inflación núcleo, que se ciñe a los bienes y servicios que no están regulados ni sujetos a alteraciones estacionales y que por eso se considera una base genuina para predecir el futuro inmediato, fue de 6,3 por ciento.
En forma parecida a Cavallo opinó Miguel Angel Broda, uno de los más respetados por el establishment. “Hay mucha gente que ajusta sus expectativas con relación a la inflación pasada. Si viene cayendo, la inflación pasada es más grande que la actual y eso afecta la tasa (futura)”, afirmó el economista en una entrevista televisiva.
“Hemos tenido una fuerte licuación del gasto público y hay presiones sociales, presiones políticas para indexar. El problema de ser normal en términos de inflación es quebrar la indexación. Este es un programa que mantiene muchas de las tres variantes de la inercia”, insistió. «Tenemos o vamos a tener en mayo o junio una inflación como teníamos al principio de 2023», dijo.
Por su parte, Miguel Kiguel, director de la consultora Econviews, opinó que “la lucha contra la inflación va a ser larga y dura”. El exfuncionario del Ministerio de Economía y el Banco Central también miró hacia otros aspectos de la gestión oficial: “Milei está llegando a un punto donde más no se puede hacer. Hay menos capacidad de hacer motosierra y licuadora. Ahora viene un trabajo de bisturí. Es momento de empezar a ver más resultados. Se empiezan a ver los problemas que tiene la economía. La gente debe recuperar su poder adquisitivo”.
«Estamos pagando los costos de la fiesta populista»
En una entrevista televisiva ofrecida desde España, adonde viajó para presentar un libro y reunirse con dirigentes del partido ultraderechista Vox, el presidente Javier Milei afirmó que «estamos viniendo a apagar este incendio monstruoso, la que podría haber sido la peor crisis de toda la historia argentina». Así justificó las decisiones tomadas desde que asumió en la herencia que recibió del gobierno de Alberto Fernández, al que acusó por «su ignorancia en economía» y por «el desastre que dejó».
En particular, Milei dijo que recibió de su antecesor «un desequilibrio monetario peor que en la previa del Rodrigazo de 1975; una quiebra del Banco Central similar a la de Alfonsín, previo a la hiperinflación; e indicadores sociales peores que los del 2001».
Por eso, en su opinión, la población está dispuesto a acompañarlo y soportar el ajuste en marcha: «La sociedad está entendiendo que estamos pagando los costos de la fiesta populista. Hoy el 55% de los argentinos cree que vamos a estar mejor de acá a un año».