En un intento por reactivar las discusiones, que prácticamente no han avanzado en el último mes, el gobierno prepara el viaje de una comitiva a Washington para apurar la aprobación de un nuevo desembolso por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los que tienen la valija preparada son el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein; el jefe de asesores del Ministerio, Leonardo Madcur; el vicepresidente del Banco Central, Lisandro Cleri, y uno de los miembros del directorio del BCRA, Jorge Carrera. Sin embargo, hasta este martes al mediodía «el viaje no está confirmado», según informaron a Tiempo fuentes del Palacio de Hacienda.
«Estamos muy cerquita de ponernos de acuerdo con el FMI«, dijo en las últimas horas el ministro de Economía, Sergio Massa, dando pábulo a la sensación que sobrevuela los mercados financieros sobre la posibilidad de un acuerdo. Esas especulaciones hicieron que los bonos en dólares subieran desde el 25% de su paridad nominal que arrastraban en los últimos meses y que algunos de ellos, como el GD29 (bajo legislación extranjera) se cotizara este martes al 36%. Sin embargo, Massa se negó a señalar las bases de ese supuesto acuerdo: «Hay un proceso de negociación y hay confidencialidad«, se excusó en declaraciones radiales.
El encuentro cara a cara entre el equipo de negociadores argentinos y el staff técnico del FMi, encabezado por el venezolano Luis Cubeddu, se viene postergando desde mediados de junio. Para esos días se especulaba con que el propio ministro Sergio Massa cerraría el acuerdo de manera personal. Sin embargo, a pesar de los sucesivos anuncios, las demoras se fueron acumulando, señal inequívoca que en las videoconferencias no se habían producido progresos.
En el ínterin, el gobierno capitalizó algunos avances que intentará poner sobre la mesa de discusiones. Realizó con reservas propias el pago correspondiente a junio, a pesar de los retrasos del FMI en gatillar las partidas previstas para ese mes; inauguró el gasoducto Néstor Kirchner, que generará un sensible ahorro de divisas a partir del año que viene; y publicará este jueves un índice de inflación que, aseguran las autoridades, mostrará una baja con relación a los meses anteriores.
¿Revisión o nuevo acuerdo con el FMI?
Ante la evidencia de que las metas cuantitativas fijadas en el acuerdo de facilidades extendidas ya dejaron de cumplirse, lo que busca el gobierno es sentar las bases de un nuevo programa. Allí se contemplaría no sólo el efecto del derrumbe de exportaciones agrícolas forzado por la sequía (con un perjuicio para el ingreso de divisas estimado en U$S 20.000 millones y un fuerte correlato en la recaudación tributaria) sino un cambio en la secuencia y destino de los giros que realice el Fondo.
Esas partidas ya no serían destinadas únicamente al repago de la deuda originada por el stand by firmado por el macrismo en 2018. También incluirían un adicional de divisas, cuyo monto está en discusión, para recomponer las reservas del Banco Central y para que la entidad pueda intervenir en el mercado abierto en caso de un nuevo ataque especulativo contra el peso.
Sin embargo, el FMI no quiere entregar dólares para que el gobierno los entregue a los privados. Para eso quiere asegurarse antes una corrección del tipo de cambio, algo que las autoridades argentinas se niegan a realizar porque entienden que disparará la inflación. También ponen sobre la mesa la relativa tranquilidad en la cotización de los dólares alternativos, cuya brecha con el oficial bajó en las últimas semanas por debajo del 90%.
Los puntos a acordar abarcan cuestiones más políticas que técnicas. Ya erigido en precandidato a la Presidencia, Massa endureció su discurso: insistió en que el actual programa es inflacionario y que su objetivo es sacarse de encima al FMI (“cumplimos con ustedes, pero somos soberanos, chau”). Además, en los últimos días se filtró un trascendido sobre un supuesto respaldo del gobierno de China que ofrecería habilitar el uso de los yuanes que prestó al Banco Central para el pago de próximas cuotas al Fondo. Este gesto fortalecería la posición argentina a la hora de negociar.