Mientras el gobierno festeja el superávit en las cuentas públicas, logrado en base a la postergación de pagos y a la licuación de salarios estatales y jubilaciones, en la economía real hay signos de derrumbe. Según datos difundidos en la última semana por el Indec, la actividad en el sector de la construcción quedó en la mitad de lo que era el año pasado: bajó 42,2% interanual en relación a marzo de 2023. En comparación con el mismo período, la industria se contrajo 21,2%.
Se trata de dos sectores estratégicos por su tamaño en la estructura productiva, por su rol en la generación de empleo y porque de ellos dependen gran cantidad de pequeñas y medianas empresas que les proveen insumos.
Los números se conocieron en simultáneo con el debate en las comisiones del Senado sobre el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y sus efectos en el conjunto de la economía.
La preocupación se ve agravada porque los motores que podrían reactivar esos sectores, tales como la inversión estatal en infraestructura y los beneficios para las pymes, están taxativamente prohibidos por la ideología libertaria. Por eso las cifras del Indec, que de por sí son alarmantes, generan más preocupación: no está claro que haya luz al final del túnel.
Sin demanda
En el caso de la construcción, las empresas demandaron 69,2% menos de asfalto y 54,3% de hierro redondo y aceros. También hubo caídas de 53,8% en placas de yeso; 46,1% en hormigón elaborado y 43,7% en ladrillos huecos, entre otros insumos.
En la encuesta cualitativa que el Indec realiza a grandes empresas del sector campean las expectativas desfavorables. Se invoca la caída en la actividad económica, la inestabilidad de precios y la ruptura de la cadena de pagos. «El 53,3% de las empresas que realizan principalmente obras privadas prevé que el nivel de actividad del sector no cambiará durante los próximos tres meses. Entre las empresas dedicadas fundamentalmente a la obra pública, 64,4% opina que el nivel de actividad disminuirá» en ese período, agrega.
La menor actividad ya está destruyendo puestos de trabajo. Según el último informe del Instituto de Estadística y Registros de la Industria de la Construcción (Ieric), «con los datos de febrero se completan seis meses de contracción, periodo en el cual el empleo sectorial se redujo en 84.000 puestos de trabajo registrados».
A la izquierda del cero
Aunque no tan drástica, también fue impactante la caída interanual de 21,2% que arrojó el índice de producción industrial (IPI) que elabora el Indec. En el gráfico de barras que ilustra el informe, las 16 divisiones analizadas quedaron a la izquierda de la línea imaginaria del cero, con evolución negativa.
«Nunca desde que se mide el actual índice se había dado tal caída generalizada. Ni siquiera en la pandemia», recordó en sus redes sociales Daniel Schteingart, miembro del centro de investigaciones Fundar y exdirector del Centro de Estudios para la Producción.
El nivel de actividad es el más bajo para un mes de marzo de los últimos ocho años y se equipara a septiembre de 2020, en plena cuarentena de coronavirus. Hay retrocesos del 24,7% en la fabricación de automotores, 32,6% en productos de metal y maquinarias y 40,4% en muebles y otras industrias.
Según la evaluación que se hace en un trabajo del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), hay una fuerte responsabilidad del gobierno en este panorama. «No se trata solamente de condiciones macroeconómicas adversas: el gobierno de Javier Milei ha decidido abandonar las políticas de promoción industrial que se sostenían desde el Estado argentino. Tanto a través del DNU 70/2023, como con distintas medidas de política implementadas desde Producción, Comercio Exterior e Interior, se han desmantelado, en pocos meses, mecanismos de protección e incentivo a la industria nacional», se señala.
De cara al futuro inmediato, la consultora Ecolatina evaluó que «la actividad económica habría alcanzado su piso en marzo». Sin embargo, el pronóstico dista de asegurar que la economía vuelva a subir «como pedo de buzo», tal como lo graficó con florida verba el presidente Milei.
En el sector industrial «la recuperación de los ingresos reales por paritarias que comenzaron a repuntar y una inflación desacelerando podrían reactivar la demanda, aunque no volvería en el corto plazo a los niveles normales», dice el informe de Ecolatina. En la construcción, en cambio, si bien la reaparición del crédito hipotecario es una buena señal, la actividad «no recuperaría en el corto plazo los niveles previos a la recesión». «
La Unión Industrial, preocupada por el RIGI
Una de las apuestas oficiales para que se reactive la economía es el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que establece fuertes beneficios fiscales para las empresas extranjeras que inicien emprendimientos por montos superiores a los 200 millones de dólares. Ese capítulo establecido en el proyecto de la Ley Bases encontró fuertes resistencias legales en el Senado. Por fuera de ellas, los empresarios locales dudan que sirva para reanimar la actividad local.
Al respecto, la Unión Industrial Argentina señaló en un comunicado que la iniciativa genera «asimetrías» que perjudicarán a las firmas locales, que deberán competir «en condiciones desfavorables con empresas que enfrentan menores erogaciones en impuestos y costos logísticos, acceden al financiamiento para la inversión y cuentan con mejor infraestructura».
Además, la UIA reiteró su preocupación por la caída de la actividad, el aumento de las tarifas de gas y electricidad y el impacto de la crisis en las pequeñas y medianas industrias.