Dream Theater, la banda estadounidense emblema del metal progresivo, volvió a presentarse en Argentina en el marco de su cuadragésimo aniversario y una gira mundial que este mes recorre Latinoamérica. El guitarrista John Petrucci, el vocalista James LaBrie, John Myung en el bajo, Jordan Rudess en teclados y Mike Portnoy en batería, leyendas del género, brindaron tres horas de un show impecable que fascinó al público devoto en el Movistar Arena el jueves 19 por la noche.
Recorrieron sus cuatro décadas de repertorio y varios de sus 16 discos: sonaron clásicos y favoritos de los fans, con una pizca de material inédito. Pero en este tour no sólo se festejan los 40 años de carrera de Dream Theater: por sobre todas las cosas, lo que se celebra es la vuelta de Mike Portnoy, batero de la época de dorada de Dream, co-fundador de la banda, que regresa a la formación después de una ausencia de 14 largos años.
Desde la apertura de puertas, el nivel de manija es el esperado: remeras de fechas pasadas, remeras firmadas por Portnoy, tatuajes de DT en piernas, brazos, omóplatos, por todos lados, grupos de amigos, conocidos que se encuentran, padres e hijos tocando air guitars. Arranca temprano el primer ¡Olé, olé, olé olé, Portnoy, Portnoy! de la noche. Los fans más acérrimos se agolpan contra la valla, el aire chispea. El diseño del telón gigante que cubre el escenario tiene cuatro “X”, por los cuarenta años, y referencias visuales de todos los grandes discos de Dream: promete una setlist increíble. Y cumple.
40 años en tres actos
A las 21 en punto suena el tema de Psicosis de Hitchcock, breve preámbulo que marca el tono de lo que vendrá. Caen las luces y el telón, y como una bomba estalla “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper”, el primer tema de la noche de Images and Words, y el campo enloquece. La suma de los instrumentos engendra un comienzo demoledor, a toda potencia. Al hilo se abre paso uno de los discos más aclamados, Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory con “Overture 1928” y el campo se vuelve una marea que canta hasta las partes instrumentales y vitorea a Portnoy, elevado en su altar. Sigue “Strange Déjà Vu”, que todo el estadio entona con LaBrie, solemne. Un Petrucci impoluto, el groove de Myung, la demencia de Rudess y la tenacidad de LaBrie, con Portnoy como faro y guía, dan vida a un espectáculo majestuoso.
El metalero “The Mirror” empalma magníficamente con el final instrumental de “Lie”, dejando la marca imborrable de Awake al principio de la noche. Luego Myung abre, puntilloso, el enérgico “Panic Attack” que deviene en pogo frenético y algarabía. Se calman de momento las aguas con una versión demo de “Hollow Years”, una rareza dedicada a los fans de antaño. Se luce Petrucci con un solo melódico, intenso: las pantallas muestran en plano detalle su virtuosismo en acción y reina el silencio mientras el maestro narra con sus cuerdas. Alabado sea. Después del momento romántico llega el clímax de la noche, apenas empieza “As I Am” se desata un terremoto, pogo sincopado y rugidos clamando el estribillo, Dream Theater en esencia. Final altísimo del acto uno.
Luego de un interludio de 20 minutos, Rudess y Portnoy inauguran el segundo acto con la presentación de “Night Terror”, el primer single de Parasomnia, el nuevo álbum de estudio de la banda que verá la luz en febrero de 2025 —álbum número 16 y el primero con Portnoy desde Black Clouds & Silver Linings (2009)—.
El techo se tiñe de rojo y la luna llena aparece en las visuales, hay gritos ahogados de emoción: arranca “Under a Glass Moon” y otro solo descomunal de Petrucci. En la balada “Vacant” pareciera que suenan violines, pero son guitarra y teclado que envuelven a LaBrie mientras se luce, melancólico. El estadio se deshace en aplausos y el clima se vuelve a trastocar en seco: suena “Stream of Consciousness” y Portnoy, rey indiscutido de la noche, revolea otra baqueta. Luego de un lamento del sinte de Rudess entra Myung y se rompe “Octavarium”, que con sus más de 20 minutos de duración y reminiscencias de rock pregresivo clásico cierra el segundo acto en un final etéreo.
El estadio palpita Dream Theater esperando el encore. Un clip de El mago de Oz da paso a “Home” de Scenes from A Memory, el disco más visitado del repertorio. No hay forma de parar el pogo, poseído por la métrica irregular. Con “The Spirit Carries On” el estadio brilla de emoción hasta que desbordan las lágrimas. Los metaleros también lloran. A ese nivel llega la pasión por el progresivo instrumental. Todo termina a medianoche con el hit pesado “Pull Me Under”, as bajo la manga, y el público lo celebra, extasiado.
Gargantas detonadas de gritar melodías y solos, espaldas rotas, corazones henchidos de nostalgia. Como sus fans, Dream Theater ama la música con furia, la siente bombear como sangre, y la ejecuta brillantemente. Una noche histórica que quedará en las escenas de la memoria.