Richard es un tipo interesado por la actualidad. Labura como trapito legalizado en un súper de un balneario del este uruguayo. Hace unas horas cerró una pésima temporada. «Casi no vinieron argentinos. Está muy mal la cosa allá ¿no? Y bueno, se robaron todo…». Su estigmatización no es aislada, su postura se asemeja a la de tantos, allá y aquí. Como a mucho uruguayo (y argentino), su servicio de cable le brinda la señal de TN (igual que la de CNN) en un sitio preferencial en la grilla. Al contrario, por caso, para ver C5N se debe pagar un plus. A los anaqueles de las tiendas de chucherías, desde hace años, sólo llegan algunos ejemplares de la prensa hegemónica argentina. Ni en Montevideo es sencillo hallar medios que crucen el Plata y que no informen una realidad absolutamente sesgada.
En el mismo mercado, Avi, argentina de Rosario, se enroscaba porque su interlocutor oriental insistía en que los políticos son todos corruptos, vó… «No compre el discurso. ¿El Pepe es corrupto acaso?». Y se entreveraron en el caso Raúl Sendic, ex vice oriental con fuerte impronta para convertirse en líder del Frente Amplio, y por consiguiente, del país, que acabó expulsado del gobierno y casi de la política por un gasto privado con una tarjeta corporativa como funcionario de Ancap. «Una operación de El País», afirma Lucio, periodista de Canelones. Hace un paralelo con el affaire Boudou: «Acá también los grandes medios responden a la derecha. Ese diario tiene una deuda impagable. ¿Con La Nación de Argentina no pasó lo mismo? El País apuesta todo a que gane Lacalle Pou. Ya verás: este año van a saltar escándalos que influirán en las elecciones y luego quedarán en la nada». Inevitable el recuerdo de los episodios mediáticos en las elecciones argentinas 2015.
En ambas orillas, este año, la primera vuelta presidencial será el domingo 27 de octubre. Un día que puede ser otra bisagra en la historia. ¿En el «paisito» seguirá gobernando el Frente Amplio? Responde Gusti, camarógrafo de Canal 10: «Acá no entienden que si no gana el Frente puede pasar lo de Argentina». ¿La decepción con el FA tiene que ver con su actual postura escasamente reformista? «Es la democracia. El FA es democrático. Si vence Vázquez, a ti no te queda otra que apoyarlo», dice Laura, una de las fundadoras rochenses del FA, cercana al MLN tupa. El FA tendrá cuatro candidatos en la interna. Carolina Cosse, hija del actor Villanueva Cosse renunció como ministra de Industria y Energía, para hacer campaña: es la preferida del Pepe. Pero quien lidera las encuesta es el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, hombre del Socialismo.
Siempre hay un Lacalle candidato (blanco). En los carteles sólo lo mencionan como Luis. «¿Te acordás cuando Néstor recordaba que ‘Mauricio es Macri’?», rememora Paloma, uruguaya que vive en Caballito. Un multimillonario, Juan Sartori, es otro postulante blanco, apañado por los medios. Siempre hay un Batlle (José) y un Sanguinetti (Juan María) en las boletas coloradas. Y hasta un «partido de la gente», con Edgardo Novick que va por la «tolerancia cero ante el delito». Es el destino de nuestros países.
«Ustedes, los argentinos, son todos peronistas», asegura Daniela, bióloga, que mora en Pocitos, sin llegar a la frase macrista de que «el problema de los argentinos son los argentinos», ni a las elucubraciones bélicas de Tabaré en ocasión del conflicto por las pasteras, ni el exabrupto anterior de Jorge Batlle. Sí resulta una línea de pensamiento que revela la dificultad por comprender fácticamente al movimiento político argentino más popular, atolladero que no sólo refleja la sociedad oriental. Se evidenció incluso durante el kirchnerismo, aun cuando la relación de los Kirchner con el Pepe fue estrecha, en tiempos continentales muy diferentes a los actuales. «Es la historia de nuestros pueblos. Siempre nos hacen pelear, aunque seamos hermanos. ¿Por qué Artigas o San Martín?», suma Fer, pareja de Dani. Es fiel a la costumbre de cebar mate y convidar a regañadientes… Si hasta hay disputa por la originalidad territorial del asado de tira (ya no de la nacionalidad gardeliana) que un historiador, hace poco, «resolvió» a favor de la Argentina.
Un símbolo: esa ciudad mira orgullosa al río y exalta su costa en un bellísimo recorrido de casi 30km, mientras que Buenos Aires históricamente le dio las espaldas al Plata que comparten. A pocas cuadras, «la Avenida» (como llaman a la 18 de Julio; como el Centenario es simplemente «el Estadio»): allí esa noche habrá cierre del Carnaval (también a secas: va de suyo, es uruguayo), el más largo con sus 35 días de llamadas, concursos, desfiles, finales, miles de murgas y millones de participantes. No es una exageración aunque la población sea de 3,4 millones…
Claro que este semblanteo de la realidad rioplatense, nada riguroso, más de charlas, mate, café o Pilsen mediante, que de claustros, inevitablemente pasará por cuestiones más mundanas. «En el Sodre enseñan el tango oriental, una antigüedad… «, reclama Claudia, profe tanguera que admira a sus colegas argentos. Su pareja (en la danza y en la vida) es Edilson, también de Durazno, que se ufana: «En las milongas, si reconocen la calidad del bailarín, te dicen: ‘tú eres argentino'».
«¿Cómo puede ser que seas de River y de Peñarol? No, si sos Carbonero, sos de Boca; los gallinas son Manyas (de Nacional)», encara Washington, un morocho que, sin embargo, luce la violeta del Tuerto (Defensor Sporting) y muestra con orgullo que sus gurises usan la Celeste y en sus championes tenga la firma del Loco Abreu.
La pasión por el fútbol, el orgullo por su historia, el amor por su tierra. Resumen, símbolo, alegoría de dos pueblos unidos por sus raíces, sus culturas y por ese río color de león.
«Está cerrando todo. Nos están robando el país por dos mangos…», se escuchó decir en el recorrido. Lo dijo una argentina. Ojalá no deba repetirlo alguna vez un uruguayo. «