Dolores Gandulfo es especialista en Relaciones Internacionales, Procesos Electorales y Políticas Públicas. Dirige la diplomatura de sistemas electorales comparados de la UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero) y es directora del Observatorio electoral de la COPPPAL (Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe).

Regresó hace unas pocas horas de Venezuela. Estuvo  como observadora durante las controvertidas elecciones. Ya en Buenos Aires, su visión resulta esclarecedora, no sólo del aspecto técnico, sino también del político y social.

–¿Cómo resultó tu experiencia en Venezuela?

–Fuimos acreditados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Observatorio de la COPPPAL. Llegamos a Caracas el miércoles 24 y hasta el sábado lo que hicimos fue tener reuniones en una agenda armada en parte por el CNE pero también de manera autónoma por nosotros, con actores de la sociedad civil. Por ejemplo, estuvimos en la universidad, hablamos con un grupo de docentes… También vimos a entre cinco o seis fuerzas políticas de las que participaban de la elección. Es el procedimiento que siempre hacemos en el marco de las misiones de observación. La agenda tiene que ver con cómo es el contexto de las elecciones, cómo es el sistema electoral en este caso cómo funciona el voto automatizado y las auditorías que se hicieron.

–Participaron ustedes de las auditorías?

–No, pero sí el Centro Carter y el grupo de la ONU. También las fuerzas políticas que participaron estuvieron en las 18 auditorías.

–Hasta que llegó el domingo, ¿cuál era tu perspectiva respecto de esas elecciones?

–Fue todo muy tranquilo. En esta elección, a diferencia de anteriores, en las que algún sector político de la oposición llamaba al abstencionismo, en esta participaron todas las fuerzas políticas. Entonces, lo que pude visualizar es que había mucha promoción a la participación, mucha difusión, y eso generaba un escenario -al menos a nuestros ojos- de que la jornada del domingo sería tranquila y de mucha participación. Cuando las fuerzas políticas promueven la participación se trata de evitar cualquier cuestión vinculada la violencia. No solamente en la previa, sino el mismo domingo, la jornada fue muy pacífica. También, porque el voto automatizado es muy rápido y en este caso había una sola categoría lo que se votaba, la de presidente. Hubo algunas colas pero todo se hizo muy rápido.

-Hasta ese momento no había ningún motivo que despertara sospecha.

-No, la verdad que no. Y también me parece importante remarcar: obviamente a los ojos de los observadores internacionales, cuando tenemos diálogo con la oposición en el momento prelectoral, lo que nos plantean tiene que ver con la inequidad en la competencia. Pero siempre aceptan participar así. Porque es más importante participar. Y, aún en ese entendimiento, planteaban algún recelo en el proceso, pero estaban confiados en que el acompañamiento de parte de la ciudadanía iba a compensar el desequilibrio de base.

–Hasta que llegó el domingo a la noche.

–Lo que yo creo que fue el momento de quiebre, tuvo que ver con cuando sale el presidente del CNE, casi a las 12 de la noche, después de bastante tiempo de ansiedad por los resultados. Por un lado, denuncia de que el sistema había intentado ser hackeado y que habían podido resolverlo, pero que eso había demorado la emisión de ese primer boletín. Pero al mismo tiempo plantea los resultados, los plantea como irreversibles y da como ganador a Nicolás Maduro.

–Ese momento es el momento donde explota todo.

–Sí, tras esa espera, sale la oposición a plantear que desconoce de dónde surgen esos datos. Y ahí empiezan a decir que no tenían las actas, y de inmediato, cada uno empieza a declararse ganador. Al día siguiente, al mediodía, el CNE ya proclama al presidente reelecto. Eso detonó la disputa entre los sectores. Y obviamente, eso ocurre en una instancia muy polarizada: si bien había otros candidatos, ahí hay un parteaguas. Algunos empezaron a reconocer a Maduro y otros se alinearon con la oposición, en el reclamo por los datos y por los resultados y también en las denuncias.

–Personalmente, ¿tenés una conclusión, una posición clara de lo que pasó?

–No, sinceramente lo que yo creo es que nadie podría tomar una posición objetiva, imparcial sin los resultados oficiales. Los países que tomaron una posición, yo creo que ya la habían tomado previo a la elección. Lo más coherente es esperar los resultados oficiales y, en todo caso, pedir la auditoría. El sistema de venezolano la permite. Por lo tanto, como están dadas las cosas, lo más urgente sería pedir una auditoría del sistema para ver los datos que arroja. Es muy difícil afirmar algo sin tener los datos oficiales. Si lo hacés es porque tomás una posición política que ya la tenías previo a la elección.

–Concretamente, ¿creés que se puede conocer la verdad, la realidad de lo que pasó?

–Sí, técnicamente se puede. Se puede auditar el sistema y se puede saber el resultado de la elección. Después obviamente está si es políticamente viable. A esta instancia, lo más recomendable sería auditar el sistema: si no, de un lado o del otro, no se va a creer en el resultado. Es necesaria una auditoría, en algún punto independiente, para poder dar esas garantías. Algo importante a resaltar en todo esto: Venezuela está polarizada y la región está polarizada en torno a Venezuela. Eso es algo anterior al proceso electoral, se pone mucho en duda. Incluso los medios afines lo hacen: estoy ligada al peronismo, o sea que comulgo con los medios afines. Pero se generó gran confusión. Y desde los medios de la derecha se demonizó mucho la idea de qué posición toma o no toma Brasil, o Colombia… Estoy segura de algo importante: la única formade que haya una salida positiva en Venezuela es si hay un proceso de negociación entre el oficialismo y la oposición. Si no lo hay, lo único que va a haber es violencia, sea el resultado que sea.

–¿Creés apropiado que lo encaren Brasil y Colombia?

–Hoy hay un proceso de negociación en curso que se inició con los Acuerdos de Barbados, que dieron lugar a que la oposición y el oficialismo participan en esta elección. Y los garantes del acuerdo de Barbados son Brasil y Colombia.

–Así se explica la posición de esos países en la OEA.

–Si en la OEA hubiesen acompañado una sanción a Venezuela, ya no serían garantes imparciales a los ojos del gobierno venezolano. Por lo tanto es muy importante en cualquier instancia que haya actores que puedan tener esa neutralidad que les permita en algún momento, que hoy se ve bastante lejana lamentablemente, si se recupera la instancia de negociación, puedan tener ese rol. Me parece que es un punto interesante para remarcar: en vez de demonizar por qué no toman postura. Cualquier solución al conflicto en Venezuela, para bien de la ciudadanía, debe darse en un marco de negociación.

–Más allá de tu función de observadora y de tu rol técnico, ¿cuál es la sensación que te quedó en la piel?

–Se nota mucho eso de las familias rotas. Te dicen que se tuvieron que ir sus hijos… Ahora bien, si eso se traduce en votos, no puedo saberlo hasta no tener los datos. He visto en otros momentos que el chavismo era una mayoría explícita y ahora perdió apoyo en algunos sectores. Me parece que la estrategia vinculada a la reunificación familiar y a la crisis de la migración, en esta elección tuvo una gravitación muy superior a otras. Un rol central. Es lo que a mí me llamó más la atención. En Argentina, la clave fue “la casta”; en otras elecciones, la situación económica, u otros temas. Acá el eje estuvo vinculado a la migración y a las familias. Cómo visualizan esa ruptura de la familia. Entró mucho en el electorado.