¿Es posible medir cuánto (y cómo) incide la diversidad sexo-genérica en nuestras condiciones de vida? La realidad de la población LGBTIQ+ siempre fue una incógnita en términos estadísticos.
En los últimos años no se habían logrado investigaciones que cruzaran un gran volumen de información a nivel nacional y rigurosidad académica. Hasta que hace unos días se conocieron los datos recabados en 2023, por el Primer Relevamiento Nacional de Condiciones de Vida de la Diversidad Sexual y Genérica en la Argentina que logró recopilar de forma muy detallada las condiciones de vida de más de 15 mil personas de la diversidad, con datos muy precisos y comparables sobre diferentes dimensiones de las vidas.
Cómo se hizo
El primer censo diverso conforma la mayor base de datos sobre condiciones de vida de personas LGBT+ en la Argentina. Recaba información de todo el país, organizada en seis nodos. Fue coordinado por un equipo de 50 profesionales de institutos y universidades nacionales. Entre mayo y agosto de 2023, 15.211 personas respondieron la encuesta autoadministrada. La base de datos estará disponible para todxs en el primer trimestre de 2025.
Hoy este censo ofrece un panorama detallado para comprender el presente de la diversidad sexual y de género en la Argentina, indispensable para pensar el futuro. Entre los datos más relevantes acerca de los diferentes colectivos identitarios que engloba la sigla, resalta una gran cantidad de personas bisexuales (22,5%) y no binares (13,2%). También la cantidad de masculinidades trans, 5,3%, que superan a las feminidades: un 4,1 integrado por travestis, mujeres trans y transfeminidades.
Un grupo de universidades nacionales de todas las regiones argentinas, con apoyo del hoy desmantelado ministerio de las Mujeres, Género y Diversidades lograron relevar más de 15 mil casos de personas de la diversidad sexual y recopilar datos sobre diferentes dimensiones de sus vidas.
Las instituciones que forman parte de este proyecto son: Centro de Estudios de Población (CENEP), Universidad Nacional de Comahue (UNComa), Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI – CONICET/UNNE), la Universidad Nacional de Salta (UNSa), Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
El proyecto contó con el financiamiento de la Agencia I+D+i, en un convenio con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. El grupo de trabajo se encuentra conformado por seis nodos que corresponden cada uno a una región: CABA, Centro, Patagonia, RMBA, Noreste/Litoral y NOA.
Datos del censo confirman que la población trans es la más perjudicada por la discriminación, tanto el ámbito educativo como laboral. Esto restringe su acceso a los niveles de estudio más altos y configura condiciones laborales precarias.
Maximiliano Marentes, sociólogo formado en la Universidad Nacional de San Martín, es parte del enorme equipo que llevó adelante el censo. Coordinador del nodo Región Metropolitana de Buenos Aires, reflexiona sobre los datos que relevados: desde el compromiso de una mayoría bisexual que se afirma públicamente, hasta cómo se tejen estrategias para mejorar las condiciones de vida de la población trans.
“Las mujeres trans, los varones trans y, en menor medida les no binaries, muestran peores indicadores, por así decirlo, en comparación con la población general, en los valores que tienen que ver con terminalidad educativa, con nivel de ingresos, con acceso y perdurabilidad en el empleo. En el caso de varones gays y de lesbianas, está cerca de la media de la población general”, expresa.
Por qué un censo sobre condiciones de vida
Marentes, que además es doctor en Ciencias Sociales y se especializó en género y diversidad, considera que aún es necesario profundizar, hacer estudios de control e ir mediando algunas variables para saber de qué forma ser una persona LGBTIQ+ afecta las condiciones de vida.
— ¿Por qué este Censo es sobre “condiciones de vida”?
— Porque era un ámbito de vacancia. Quienes trabajamos con cuestiones de diversidad desde distintos ángulos y enfoques, veíamos que había cierta vacancia en relación a la pregunta de Oriana (Junco): “¿De qué viven?” Porque se avanzó mucho en la sistematización y conocimiento sobre varones gays y transfeminismo, en cuanto a discriminación, agresión y violencia. Pero faltaban conocimientos sobre cuáles son las condiciones materiales de existencia. Y en cómo influye en esas identidades a la hora de formar parte del mercado de trabajo, desarrollarse profesionalmente y demás. Hay algunos trabajos predecesores, no venimos acá a inventar la pólvora: buscamos generar datos que tengan la posibilidad de compararse con la población general, es decir, datos estadísticos.
En su investigación doctoral sobre “Amor entre varones gays. Un análisis de producción cultural a partir del matrimonio igualitario (2010) en la Argentina”, se comparaba la vida de dos hermanos para tratar de medir de qué forma había incidido la orientación sexual.
Un censo, como cualquier investigación, se puede pensar como un instrumento inerte o como un ser vivo, reflexiona Marentes. Y presenta con orgullo un ecosistema de datos para ser leídos y comparados con otras variables, un cuerpo con potencia política.
Cómo se configura la sigla LGBTINB+ Argentina
Entre los encuestados, sorprendió la cantidad de personas que se identifican como bisexuales: un 18,2% dentro de las feminidades bisexuales, y un 4,3% de varones bisexuales o pansexuales, sumando un total de 22,5% de bisexuales. Un 35%, de personas se definieron como gay, puto, marika u homosexual, y un 15% como lesbiana/e. Un 13,2 % de les encuestades se identificaron como personas no binarias.
— Como investigadores, ¿les sorprendió la cantidad de no binaries y bisexuales, o que la cantidad de masculinidades trans sea superior a las feminidades?
— Si eso llama la atención es porque veníamos de creer que iba a haber más feminidades trans. Pero también coincide con el Censo general del Indec (36,8 masculinidades, a 30,8 mujeres trans y travestis). También nos sorprendió algo que es una tendencia mundial: la cantidad de mujeres bisexuales. Empieza a haber cada vez más autodefinición. Por esto es lindo el ejercicio de ver a la encuesta como estrategia política, o de politización de las identidades, hay un mayor compromiso para asumirlas. Uno ve a la encuesta como algo insípido y de golpe se convierte en una batalla política. Antes había invisibilización, nadie contaba que era bisexual. O estaban las dificultades de las organizaciones para ser respetadas por otras organizaciones dentro del movimiento, y que no se pensara como identidad transitoria. Acá vemos esta mayor presencia, una mayor tendencia a identificarse.
— ¿Alguna novedad más para destacar?
— Algo que nos pasó es que cuando preguntamos por la identidad de género, algunos ponían “gay” o “marika”, cuando para nosotros eso sería parte de la orientación sexual. Eso lo vimos en el proceso de reagrupar identidades, y lo mismo comentábamos con unos colegas chilenos que están haciendo un relevamiento similar. Se detecta una mayor plasticidad en términos de definir orientación sexual e identidad de género.
Familias y organización territorial
Los resultados del Censo Diverso se presentaron en la Universidad de San Martín el 30 de agosto, como parte de un “gira federal” de presentaciones que se pueden consultar en la página oficial. El 5 de septiembre fue en la Universidad Nacional de Comahue, provincia de Neuquén, el martes 10 de septiembre será en el Museo Evita de la Provincia de Córdoba, en octubre en Salta, en noviembre en Chaco en la Universidad Nacional del Nordeste.
En San Martín, el doctor Ernesto Meccia fue parte del panel que comentó los resultados. El director de la carrera de Sociología de la Universidad Nacional del Litoral remarcó el aporte que hace el estudio al “pensar las realidades de las identidades ligado al territorio donde éstas se tejen, y con orgullo o no, se asumen”. Remarcó la relevancia de los datos producidos sobre la relación de estas identidades con las organizaciones del territorio, organizaciones sociales y/o políticas, en su mayoría no ligadas al feminismo ni al campo de la diversidad (45,9%). También valoró mucho que el capítulo sobre salud se enfoque en el acceso a la salud y a la salud mental desde una perspectiva integral. En ambos apartados se puede vislumbrar cómo se vienen tejiendo alianzas con sindicatos, organizaciones sociales, etcétera.
A su turno, María Luisa Peralta, bióloga y activista lesbiana, reflexionó sobre los datos producidos en torno a la familia y los cuidados. Puso la lupa sobre el 50% de personas LGBTIQNB+ que no están en pareja, y la necesidad de legitimar socialmente y con legislación laboral las relaciones de cuidado que se dan entre amigues.
“Es interesante pensar qué tipo de estrategias se pueden tejer, y qué alianzas se pueden hacer, porque no es que estamos en Suecia donde el trabajo es lo más formal posible”, reflexiona Maxi Marentes. La idea de familia en nuestras latitudes, explica, sigue siendo un espacio donde para algunas cosas se puede contar.
Justamente, una pregunta que no se llegó a incluir en el cuadernillo, fue ¿Con quién contás? a) cuando necesitás plata, b) cuando necesitás que te cuiden por problemas de salud, o c) cuando necesitás apoyo porque estás triste.
Conversando con Marentes, adelanta que según se pudo ver con los datos de la encuesta, en nuestras latitudes argentinas, aparecían la familia, la pareja y les amigues, en ese orden, en esas categorías. Nuestras familias argentinas, que fusionan algo del migrante italiano con los pueblos originarios y su experiencia comunitaria. La familia argentina no es tan expulsiva como la sajona.
Teniendo en cuenta las particularidades, Marentes piensa que muchas veces algunas personas apelan a disfrazar los vínculos. Por ejemplo, si tengo que cuidar a une novie, y se trata de alguien unos años mayor, hay quien dice que es el tío o la tía. Pero también es algo que le puede pasar a una mujer CIS, que necesita cuidar o ser cuidada por una amiga, y padece el mismo sistema de (i)legitimidades.
A partir de este conjunto de datos aparecen los vínculos y las relaciones que se articulan con organizaciones variadas como cámaras empresariales, empresas, sindicatos: otros actores con los que la diversidad ya está interactuando, tejiendo sus vidas cotidianas.
A través de estos datos, les investigadores observan “que la posibilidad de trazar potenciales alianzas con diferentes interlocutores puede ser una estrategia para sobrellevar este momento y para construir mejores condiciones”, se entusiasma Marentes.
Discriminación y condiciones de trabajo
Esta encuesta se realizó durante 2023, antes de que asumiera el gobierno de Javier Milei y de que sus funcionarios, entre ellos el ministro de Justicia Cúneo Libarona, atacaran la diversidad sexo genérica. Por eso se sospecha que los números que documentan la discriminación podrían haberse incrementado.
-A lo largo de los 12 meses anteriores a diciembre de 2023, alrededor de un 60% de las personas trans encuestadas habían sido discriminada/os por su identidad de género, seguidas de un 40% de no binaries.
-Un 30,4 de les encuestades se sintió discriminade por otro motivo, ajeno a su identidad de género o a su orientación sexual, con predominancia de la identidad política. Nada sorprendente en “una sociedad tan polarizada como la nuestra”, como dijo María Luisa Peralta en la Universidad de San Martín.
-Sobre las relaciones de trabajo, una inmensa mayoría de la muestra se encuentra activa: 77,4% vive de su trabajo.
-La desocupación y la inactividad afectan principalmente a las masculinidades trans (14,3%), mujeres trans/ travestis (12,3) y no binaries (10,3).
-Este segmento también dijo haber sido más discriminado en ámbitos educativos, por autoridades y por otres estudiantes (alrededor del 30% de las personas fueron discriminades, cuando la media del sector LGBT en su conjunto se ubica en el 20%). Y es el que menos avanza en la obtención de títulos.
Cuando la identidad influye positivamente
-Al analizar las actividades laborales resulta notable que el 43,6% trabajan como profesionales, científicos/as e intelectuales.
— ¿Este dato acerca del trabajo profesional, científico o intelectual, puede ser un sesgo de la muestra, ya que fue tomada por universidades?
— Es una gran pregunta, y ahí puede haber varias hipótesis. Puede ser que haya un sesgo porque está planteada desde las universidades o porque es una encuesta compleja, para poder ser comparable con la encuesta permanente de hogares (EPH) que no es autoadministrada. Pero al mismo tiempo, todos los trabajos en esta línea, con fuentes primarias y secundarias de información, muestran que es una población con mayores niveles de credenciales educativas. Una de las hipótesis que usamos es la de la sobre-adaptación. En la medida en que uno se siente menos porque no forma parte de la masculinidad hegemónica, o porque no es femenina como las demás, o por esas cosas de las identidades y las orientaciones que nos corren de la norma, algunes nos refugiamos en el estudio, y buscamos, entre comillas y brutalmente “contra balancear eso” y estudiar más y demás.
Marentes cuenta que en el caso de su investigación de doctorado que siguió a dos hermanos, los dos se habían criado en la misma villa. Uno era heterosexual y repositor de supermercado, el otro era gay, y por medio de la sociabilidad política y la militancia llegó a trabajar como secretario en Inadi y estaba estudiando un profesorado en Bellas Artes. “Hay algo de ese origen de clase, que el capitalismo diría que si son todos pobres van a morirse pobres, y esa identidad sexogenérica influyó en su trayectoria de manera positiva”.
Datos que hablan de diversidad sexual
-En el último censo oficial de la Argentina, cuyos resultados se conocieron en diciembre de 2023, se preguntó por primera vez si la persona se identificaba con el sexo adjudicado al nacer. 196.952 personas respondieron que no. Esto es un 0,04% de la población, aunque la orientación sexual y la identidad intersex continúan siendo ignoradas.
-El primer relevamiento nacional se enhebra en una línea investigativa que no es nueva y que cuenta con antecedentes cruciales. El primero en marcar el camino fue el “Informe preliminar sobre la situación de las travestis en la Ciudad de Buenos Aires” (1999), con una muestra de 147 feminidades.
-En 2005 Lohana Berkins y Josefina Fernandez llevaron adelante el relevamiento en Ciudad de Buenos Aires, La Matanza y Mar del Plata, que dio origen al libro “La gesta del nombre propio” (Editorial Madres de Plaza de Mayo).
Fuente de la imagen: https://censodiversidad.ar/#que