Que la Argentina organizara el mundial de fútbol en 1978 se decidió en 1964. La AFA buscaba desde hacía 15 años antes lograr ser la sede del principal campeonato de la FIFA. Luego del fracaso del seleccionado nacional en el mundial de Alemania de 1974, la dirigencia aceptó un plan de trabajo a cuatro años presentado por César Luis Menotti, así se buscaba que el equipo llegara a 1978 en condiciones de competir contra las potencias europeas. Más allá de estos antecedentes, siempre quedó instalado como el mundial de la dictadura.

La serie documental de Tomás Sposato y Lucas Bucci, disponible en la plataforma Disney+, pone su mirada en el contexto de la represión y la corrupción relacionada con los gastos exorbitantes para organizar el mundial, pero a la vez reivindica la preparación y la transformación que trajo para el fútbol argentino el trabajo de Menotti y su equipo, cuyos efectos se sienten hasta el presente.

En diálogo con Tiempo Argentino los directores explicaron cuáles fueron sus objetivos al iniciar el trabajo, la estricta búsqueda de los materiales de archivo, la colaboración de periodistas y futbolistas holandeses para comprender una parte de la trama, como lograron las dos entrevistas que sorprenden, a César Menotti y a Mario Firmenich y la importancia de contar con el testimonio de sobrevivientes de la ex ESMA para poner palabra a las contradicciones de esta historia.

-¿Cómo viven las diferentes repercusiones que tiene la serie, tanto en personas jóvenes como ustedes y con quienes son más grandes y vivieron ese mundial?

-Tomás Sposato: Cuando arrancamos con el proyecto queríamos que llegue a nuevas generaciones y desde que estrenamos nos encontramos con muchos padres que lo ven con sus hijos, entonces el padre de alguna manera complementa lo que sucede en la serie diciendo yo estaba ahí, me acuerdo de esto o de aquello. ¿Quién hubiera pensado que una serie sobre el Mundial ‘78 podía ser algo que  compartieran padres e hijos? También con gente que lo vivió y que le costó ver el documental porque salió a festejar y se siente culpable, o personas que se sienten redimidas porque esa contradicción la pudo procesar.

-Lucas Bucci: Para mí el máximo premio es que haya gente que lo vivió y diga que se sintió reconfortada o transportada a ese momento. Nos suelen decir que está bien hecho, que está bien documentado y bien reconstruida la época.

-No es menor que esté bien reconstruida la época, y eso es así gracias a un gran trabajo con el material de archivo. ¿Cómo consiguieron y trabajaron ese material audiovisual? 

L. B.: –Los dos tenemos como cierto placer por recuperar estos materiales. Nos gusta mucho el fílmico, así que nosotros mismos fuimos detrás de algunas cosas que sabíamos que existían. Para el mundial vino gente de todo el mundo a filmar, así que no había solo registro local, sino que había mucho registro externo. Sabíamos que íbamos a poder conseguir muchas cosas que no se habían visto, y que probablemente tienen una calidad mejor de lo que en general uno ve de los ‘70. Teníamos una especie de objetivo utópico, que funcionó bastante bien: queríamos ver solo material de archivo en colores. No queríamos hacer un documental sobre los ‘70 en blanco y negro, oscuro, nostálgico y con tango de fondo, como un cliché. En el trabajo de archivo, en lo que nos ayudó un equipo de gente espectacular con Sol Benavides y Martín Santos, es algo en lo que claramente teníamos una intención autoral.

-Hay dos ejes que articulan en la serie, que tienen una presencia simbólica que siguen presentes y en debate, ¿cuál es la relación de ustedes con el fútbol y con la historia de este Mundial y qué relación tienen con la historia de la dictadura? 

L. B.: –En mi caso tengo una relación más o menos directa porque mi familia fue golpeada por la dictadura. Soy hijo de exiliados políticos. Si bien no había nacido durante el período de la dictadura, forma parte de mi historia. Respecto al fútbol, ninguno de los dos somos futboleros. Con mi papá siempre fuimos muy fanáticos de la selección, que es de lo que es fanático el que no es futbolero en Argentina. La selección fue una forma de hacerme argentino, fue un ingreso a la argentinidad. Los primeros recuerdos que tengo de gritar «Argentina, Argentina» son en el Mundial del 90, viendo el partido de Brasil con mi papá. Entonces creo que hay una especie de hilo conductor entre esas dos cosas.

-Ustedes destacan que buscaron revisar lo futbolístico sin ser futboleros ¿Qué relación construyeron con el futbol para poder trabajar el documental?

T. S.: –Al preparar los documentales nos guiamos mucho por la curiosidad genuina. Sobre todo cuando no estamos tan interiorizados en el tema al empezar a investigar. La ignorancia puede ser un punto de partida muy estimulante. El documental es la excusa perfecta para aprender un tema y estudiarlo a fondo. Son entrevistas muy largas en general, en que las nos guiamos por un cuestionario relacionado con el guion, pero al mismo tiempo, tenemos la investigación en la cabeza y por eso la hacemos nosotros mismos. 

Desde el comienzo sabíamos que queríamos que el fútbol fuese la trama central de este documental. Contar el campeonato linealmente nos servía como excusa perfecta para narrar el contexto de lo que estaba sucediendo. Pero que no queríamos dejar de contar la gesta deportiva, porque era algo primero que se había contado poco y, además, cuando se contaba se la ponía bajo un manto de sospecha, lo que es injusto para los jugadores. Y tercero, porque fue increíble el Mundial, fue espectacular lo que pasó con la Selección. Cada partido tiene casi puntos de giro que son dignos de una ficción, culminando con una situación climática como es la de Argentina – Holanda, qué no solo tiene elementos futbolísticos que son fascinantes, sino que tiene elementos políticos dentro del mismo partido. Holanda fue una de las naciones que había boicoteado el Mundial, y eso trae un cierre de los dos temas que se unen hacia ese final increíble.

-Entre las entrevistas produce mucho impactó la que hicieron con Firmenich, incluso más allá de las respuestas que da ¿Cómo llegaron a él y por qué buscaron su testimonio?

-L. B.: –Obviamente fue difícil entrevistar a Firmenich. Estuvimos como un alrededor de un año en negociaciones, a través de Rodrigo Alegre que fue nuestro productor periodístico. Lo que le ofrecimos era hacerle preguntas sobre cuál había sido su actuación, y de Montoneros, durante el mundial, asegurando no manipular sus declaraciones. La misma propuesta se la hicimos también a los militares que participaron en la ESMA durante el Mundial. Firmenich aceptó y los militares no. Nuestra idea era reconstruir el evento que queríamos contar a través de sus actores.

-La charla con Menotti es bastante original porque hablaron de fútbol, hablaron del mundial, del antes y el durante, y de eso hace mucho tiempo que no se lo escuchaba hablar. ¿Cómo trabajaron esa entrevista? 

T. S: –También fue una lucha de casi un año. Estaba muy reticente a hablar, sobre todo porque sobre el Mundial siempre iban al hueso de Argentina – Perú y. Le hicimos una presentación y hubo algo que lo impactó de nuestra investigación y de las cosas que le queríamos preguntar, que tenían que ver con el cuerpo técnico, que era algo que nadie le había preguntado antes. Intuyó, creemos, que le queríamos preguntar sobre otras cosas y eso le interesó. Fue una entrevista larga, en la que hay muchos momentos interesantes y muy genuinos. Logramos que nos cuente de su filosofía, lo que pensaba sobre el fútbol como hecho cultural y un poco las ideas «Menottistas» que ya veníamos trabajando en el documental.

-En el documental queda claro que evitaron ser jueces morales. No juzgan a los jugadores por haber sido parte del equipo bajo dictadura, no imponen un juicio sobre el 6 a 0 a Perú ¿Es una decisión previa o surgió durante la producción?

L. B.: –Tenemos como autoimpuesto una forma de entrevistar y de documentar bastante clara. A veces parece que no confrontamos porque no sabemos o somos ingenuos, pero lo que hay es un proyecto documental donde nosotros no somos protagonistas, somos narradores. En esa narración hay muchos puntos que quedan abiertos, donde nosotros preferimos no hacer juicio, porque entendemos que cada una de las posiciones que uno puede tomar al respecto tiene sus propios puntos fuertes y sus propios puntos débiles. Entonces no tenemos por qué bajar mucha opinión sobre eso. Después hay otros puntos que se dan por sentados y que son parte de lo que queremos decir. Con este documental cualquiera se entera que la dictadura cometió actos atroces, ilegales y cobardes. Eso está fuera de discusión en este documental. Pero hay otras cuestiones sobre las que uno se puede quedar pensando, puede tener opiniones a favor o en contra. También me parece que queda claro que para nosotros el mundial, desde el punto de vista de la selección argentina, es algo que hay que revisar. Había una metabolización, que creo que surge después de que Argentina salió campeón en el ’86, de que es una vergüenza lo que pasó en 1978. Que regalaron el Mundial, que todos los jugadores son colaboracionistas. Entiendo que obedece a una disputa más grande y muy importante acerca de qué pasó con la dictadura, pero que a nosotros nos parecía que era injusta. Eso aplanaba el fenómeno. Parecía que la gente era culpable por haber salido a festejar y los jugadores eran todos colaboracionistas porque habían jugado. A nosotros nos parecía que eso es una simplificación y no tenía sentido.

-Hicieron entrevistas con jugadores y periodistas holandeses y tienen mucho material de archivo producido por medios de ese país ¿Cómo evalúan el aporte de ellos?

T. S.: –Todo lo que pasó con los holandeses, una pata que nosotros desde el comienzo queríamos abordar, se logró porque tuvimos la suerte de viajar a Europa para entrevistarlos in situ. La historia de Jan Van der Putten y su entrevista con las Madres de Plaza de Mayo nos parecía interesantísima, porque él haciendo una nota y obteniendo el primer registro histórico de ellas es el epítome de todo lo que estábamos contando. Sintetiza un montón de cosas. Van der Putten vino como periodista a cubrir el Mundial, pero él tenía cero interés en fútbol, venía para a ir directo a la contar la situación social y política. Era un infiltrado. Y lo de Frits Barend en la cena final tiene matices, porque él sí era futbolero y quería que Holanda ganara. Pero logra gracias a Bert (Nienhuis), que es el fotógrafo, una entrevista increíble con Videla, que da cuenta de que no era nada ingenuo sobre las desapariciones, como quería hacer creer entonces. Las fotos son un registro increíble y nosotros pudimos acceder a su archivo personal. Sabíamos de la foto, que es la famosa en la que está Frits entrevistando a Videla, pero nosotros queríamos ir un poco más allá y lograr armar la secuencia para entender cuando él llega, cuando está entrevistando y cómo evoluciona cuando pregunta. Tenía alrededor de 30 rollos de todo su viaje a al Mundial. Fuimos seleccionando la mayor cantidad de fotos que pudimos, algo así como 35, que no solo son las de la cena, hay muchas de Plaza de Mayo en las rondas de las Madres, de la cena, de Mendoza, donde concentraba la selección holandesa. Eso nos permite mostrar que con los holandeses estaba presente lo futbolístico y lo político. La realidad superaba cualquier tipo de ficción que hubiéramos podido imaginar.

-Los testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentración son fundamentales. Reconocen que gritaron los goles, lo que nos obliga a enfrentar esa contradicción entre fútbol como cultura y dictadura como una totalidad que abarca todos los registros.

L. B.: –Sí, total. Me parece que son esas cosas que no se les puede discutir. Hay que ponerlo tal cual, sin ningún tipo de filtro. Si una persona que te dice que estaba secuestrada y se ponía contenta cuando Argentina metía un gol, hay un punto donde creo que yo no tengo más que decir esto. Cada uno podrá tomarlo como quiera, pero si nosotros queremos hablar de las contradicciones que generó, bueno eso es algo de los datos objetivos. A veces mostrar lo es mucho más fuerte que contarlo, y por eso es que nosotros siempre tratamos de ir a los protagonistas de las cosas que estamos contando.

Argentina ’78

Guión y dirección: Lucas Bucci y Tomás Sposato. Con testimonios de César Luis Menotti, Mario Alberto Kempes, Daniel Passarella, Mario Firmenich, Miguel Bonasso y Nora Cortiñas, entre otros. Disponible en Disney+.