LA PREVIA

El 17 de marzo de 1991 Napoli venció como local por 1-0 a Bari en el estadio San Paolo. Finalizado el encuentro Maradona concurrió a la sala del control antidoping, un procedimiento habitual para un jugador de su trayectoria. Cumplió como tantas veces lo había hecho y se retiró.

Una semana después, el 24, jugó, sin saberlo, el que sería su último partido en el equipo al que tantas alegrías había dado durante siete años. Napoli perdió 1-4 como visitante contra quien finalmente sería el campeón de aquel torneo, Sampdoria. El único gol napolitano lo marcó Diego. El 115 de su estadía partenopea. El 29 explotó la bomba. La Federación italiana anunció que el control realizado a Maradona en la fecha 25, en la victoria contra Bari, había dado positivo. Encontraron en su orina restos de cocaína. El informe aclaraba que la sanción podría ser de seis meses a dos años.

En la madrugada del 1 de abril Diego abandonó Italia y tomó un vuelo a la Argentina. En un comunicado expresó: “Como deportista, repito, jamás he traicionado los principios que inspiran una leal y correcta actividad deportiva, en la que gasté mis energías y mi pasión… no me drogué nunca para ganar un partido ni jugué jamás bajo el efecto de estimulantes, por lo que no es justo que se hable de doping. Lo demás forma parte de mi vida privada”.

Por su parte, la AFA emitió un comunicado solicitando a la Federación italiana que “garantice un análisis justo del castigo”. Tres años más tarde, la misma Asociación, con el mismo presidente a cargo, Julio Humberto Grondona, no estaría tan interesada en la justicia de los castigos.

El 6 de abril el Comité de Disciplina de la Federación italiana suspendió a Diego Armando Maradona por 15 meses. El mismo Comité, unos meses antes, sancionó por un año a quien fuera su compañero, Andrea Carnevale, y al arquero Gino Peruzzi, por restos de fentermina en sus muestras de orina, sustancia que aumenta el rendimiento físico porque altera la producción de adrenalina en el organismo.

Conclusión: una droga social que no mejora el rendimiento: 15 meses. El consumo de una sustancia que sí mejora la condición física: 12 meses.

El Mundo Deportivo de España recoge unas declaraciones de Joseph Blatter, secretario general de FIFA en aquel entonces: “Para el fútbol es mucho peor el mal ejemplo de Maradona de cara a los niños que le tenían por ídolo al que imitar, que, por ejemplo, los casos de los jugadores de Roma, Carnevale y Peruzzi, que han sido sancionados por doping, pero por una sustancia inocua al lado del consumo de cocaína como práctica habitual”.

Al día siguiente de su llegada a Buenos Aires, Diego festejó el cumpleaños de su hija Dalma. Durante la jornada quedaron postergadas las salidas de la casa por la guardia de periodistas montada en la vereda de su casa.

El 18 de abril, al volante de un Fiat Uno, para pasar desapercibido, fue a la Bombonera a ver a Boca. Luego pasó unos días en Esquina, Corrientes, con la premisa de encontrar calma. En aquel entonces se rumoreaba que podría incorporarse al club Parque para jugar fútbol sala.

El 20 de abril, desde Roma, el Comité de Apelación Federal (CAF), presidido por Livio Paladin y compuesto por los jueces federales Martucci, Marchisiello, Lemmo y Barbe, ratificó la sanción de 15 meses dictada para Maradona, desechando la apelación interpuesta por su abogado, Vincenzo Siniscalchi.

Mientras tanto, en Buenos Aires, Diego jugó un partido de fútbol sala para Club Social Parque en el que marcó 6 goles. Fue triunfo del equipo de Maradona 9 a 4 sobre el Club Deportivo San Vicente. Esto generó que ElPozo Murcia, equipo que militaba en la División de Honor de la Liga de España de Fútbol Sala, le ofreciera un contrato para sumarse a sus filas en la próxima temporada. El 26 de abril Diego fue detenido en el barrio porteño de Caballito, acusado de tenencia y consumo de drogas. Los medios habían recibido llamados telefónicos anónimos: a las 15 horas montarían un operativo antidrogas e iban a detener a Maradona. No sorprendió, entonces, el enjambre de periodistas apostados mientras la policía lo retiraba del departamento de Franklin 895. Luego de permanecer detenido por 48 horas en la comisaría 13, fue liberado tras el pago de una fianza de 20.000 dólares.

El Gobierno le quitó su rango de embajador deportivo. Diego anunció que quería irse a vivir al extranjero; aguantó rumores de divorcio; entrenó en familia en los bosques de Palermo y también lo hizo con el plantel de Boca. Jugó otro partido al fútbol sala con Parque y sumó un nuevo título a su palmarés. Organizó y jugó el partido para la compra de un tomógrafo para el Hospital Fernández y en memoria del actor Adrián Ghio, entre un combinado de actores y otro de futbolistas.

En familia y con amigos, pasó el verano de 1992 en las playas Oriente, Partido de Coronel Dorrego, en la provincia de Buenos Aires. Durante toda esa primera mitad del año jugaría varios partidos de diferentes causas benéficas (por el fallecimiento de Búfalo Funes, por el centro día Caminemos Juntos, por el Pabellón de Niños del Hospital Madariaga y la Sala Materno Infantil de San Miguel de Tucumán). Eso lo tuvo activo, motivado y cerca de la gente, recibiendo muestras constantes de cariño. También, en ese tiempo, se entretuvo jugando partidos en el programa televisivo Ritmo de la Noche. Incursionó en la compra de futbolistas. Pagó de su bolsillo dos millones de dólares y adquirió a Fabián Figueredo Santos Charles, a quien cedió para que juegue en Boca. Debutó en agosto de 1992 pero sólo disputaría cinco partidos oficiales y se marchó a Gremio de Porto Alegre.

Así llegó al 1° de julio de 1992. Ese día se cumplieron los 15 meses de sanción. Ya había pagado la condena, era libre de nuevo. Diego podía volver a una cancha de fútbol, su lugar en el mundo. El 4 (tres días después que se terminara la sanción impuesta por FIFA) se recluyó en la estancia El Sosiego, propiedad del entonces presidente de Boca, Antonio Alegre, en la localidad de 25 de Mayo, en la provincia de Buenos Aires, a 300 kilómetros de Capital Federal. Pasó esos días con Claudia, sus hijas y sus padres. También estuvieron su representante, Marcos Franchi y el preparador físico, Javier Valdecantos.

Y como ya estaba habilitado para volver al fútbol, comenzaron a aparecer ofertas. O rumores. Por supuesto su retorno al Napoli (tenía contrato hasta 1993), pero también, como en toda su carrera, aparecieron muchos clubes: Olympique de Marsella, que ya lo había tenido en la mira años anteriores, Boca, Real Madrid, Milan y Palmeiras fueron algunos de los que sondearon al 10.

Finalmente, después de arduas negociaciones, que comenzaron a principios de agosto, fue Sevilla de España el que lo contrató. El equipo español tenía a Carlos Salvador Bilardo como entrenador. La FIFA y la AFA fueron parte importante en el traspaso. Se pusieron del lado de Diego para permitir la liberación por parte del Napoli. Claro, faltaba poco para el próximo Mundial y ningún jugador se había sentado en el trono que había dejado Maradona.

El 13 de septiembre aterrizó con su familia en Sevilla. El 16 realizó el primer entrenamiento con su nuevo equipo. El 28 debutó en un amistoso frente al Bayern Múnich y el 4 de octubre fue su debut oficial por Liga contra Athletic de Bilbao. En total fueron 30 partidos oficiales y 6 goles. Comenzó discreto y llegó a su pico, a fin de 1992, con una gran actuación y victoria frente al Real Madrid; lo que le permitió volver a ser convocado, en febrero del ‘93, a la Selección Argentina después de 957 días (su último partido había sido la final del Mundial Italia 90). Alfio Basile, entrenador de la Selección, lo llamó para jugar frente a Brasil (por el Centenario de AFA) y Dinamarca (por la Copa Artemio Franchi, entre el ganador de la Eurocopa y el ganador de la Copa América).

El día antes de enfrentar a Brasil, Diego fue elegido por la Asociación del Fútbol Argentino como el “mejor futbolista argentino de todos los tiempos”. La vuelta a la Selección marcó el principio del fin de Diego en Sevilla. El presidente del equipo español no quería cederlos (a Maradona y Simeone). El andar del equipo era irregular. Detectives. Salidas nocturnas. Merma en su rendimiento físico. La pelea con Bilardo por la infiltración en la rodilla. El equipo fuera de la Copa UEFA para la siguiente temporada. Junio de punto final para la etapa andaluza.

Un dato: en abril de ese año, Claudio Caniggia, jugador en aquel entonces de la Roma de Italia, fue suspendido porque su control antidoping luego de un partido frente a Napoli, había dado positivo de cocaína. La inhabilitación fue por 13 meses. Misma sustancia que Diego, dos meses menos de suspensión. ¿Será que la FIFA también necesitaba de El Hijo del viento para el Mundial de Estados Unidos? La sanción finalizaba en mayo del ‘94, días antes del inicio de la Copa del Mundo.

Justamente los dos verdugos del último organizador del Mundial dieron positivo en sus controles antidopaje. ¿Casualidad, azar o bola fría?

Volvamos a Diego.

Regresó a la Argentina y comenzaron los rumores de nuevos clubes. Se barajó la posibilidad de que jugaría la Copa América de 1993 a disputarse en Ecuador, cosa que finalmente no sucedió. De todos modos, la Selección terminó ganándola al igual que en 1991. Luego vinieron las Eliminatorias y Diego las miró desde la tribuna. Primero en Montevideo vio a Uruguay y luego en el Monumental siguió al equipo nacional.

Allí presenció el 0-5 frente a Colombia. La tarde empezó complicada cuando un avión de Aerolíneas Argentinas, minutos antes que los equipos salgan al campo, casi chocó contra la parte alta del estadio. Siguió con la misma tónica durante los 90 minutos. Mientras en Lima, el local, empató 2-2 frente a Paraguay y nos dio la última oportunidad de entrar al Mundial. Un gol de los guaraníes nos quitaba del repechaje.

Diego escuchó como el público imploraba su retorno. Argentina se jugaría en un repechaje contra Australia el boleto al Mundial. “Llamen a Diego”, fue la frase del mandamás de la AFA. Pero para eso, debía sumarse a algún equipo. Aparecieron Argentinos, San Lorenzo, Unión de Santa Fe, Boca (otra vez Boca) y Belgrano de Córdoba, entre otros.

Sin embargo, el 9 de septiembre firmó contrato con Newell’s y se mudó a Rosario. El 13 tuvo su presentación. El 7 de octubre fue su debut no oficial y tres días más tarde, ante Independiente, lo hizo oficialmente. Fue un paso breve pero intenso. Solo cinco partidos oficiales y ningún gol. Pero mientras era leproso volvió a la Selección. Lo hizo para jugar ante Australia: el 31 de octubre allá, el 17 de noviembre acá. Por gestiones de Grondona, ambos partidos sin controles antidoping a pesar de ser competencia oficial de FIFA. Argentina fue la última selección en clasificar al campeonato.

Durante ese tiempo Diego hizo una dieta especial con el chino Liu Guo Cheng y sumó como colaborador a Daniel Cerrini, quien a base de gimnasio, dieta y suplementos había logrado la silueta súper delgada del Maradona de Newell’s. Terminó ese año desgarrado en el posterior del muslo izquierdo. El equipo rosarino cambió de entrenador: se fue Solari y llegó Castelli. Con él se terminaron algunos “permitidos”.

El 21 de enero de 1994, tras su recuperación muscular, iba a jugar su primer partido del año, un amistoso frente a Vasco Da Gama en Mar del Plata. A los 72 minutos de juego pidió el cambio.

Diego lesionado nuevamente. Contractura en un gemelo. Quedó flotando en el aire también un confuso episodio con una caída del 10, mientras subía la escalera que del vestuario llevaba al campo de juego antes del inicio del partido.

El 1° de febrero se terminó el vínculo con el equipo rojinegro. “Estoy bastante podridito de un montón de cosas. Estuve haciendo cuentas y en una de esas me animo a largar todo”, declaró en una radio.

El miércoles 2, cansado del asedio de los periodistas en la puerta de su quinta de Moreno (en la esquina de Triunvirato y Plus Ultra), Diego, parapetado detrás de su Mercedes Benz bordó, disparó un rifle de aire comprimido a los periodistas que montaban guardia (además empapó a los cronistas que se subían al techo de los móviles televisivos que sobrepasaban en altura los tapiales de la propiedad).

Seis de esos periodistas resultaron heridos y cuatro de ellos denunciaron la agresión. La carátula de la causa, que tramitó el Juzgado de Instrucción de Mercedes, fue “lesiones leves reiteradas y daños”, y, por la pena en expectativa, Diego no debía ser detenido.

El 5 de marzo volvió a la calma en las playas de Oriente. Unos días de completa desconexión. Regresó y el 13 de marzo vio a Boca, pero lo más importante fue su declaración: “Quiero jugar el Mundial”, aseguró. Comenzó los entrenamientos en Ezeiza. El 23, con la camiseta 11 (Diego Simeone usó la 10), se sentó en el banco de suplentes en la derrota 0-2 contra Brasil, en Recife. Se sabía que no iba a jugar, sin embargo, la idea fue que acompañara al plantel, que se sintiera parte. Ruggeri confesaría unos días después que, en esa estadía en Brasil, Diego le dijo que tenía ganas de largar. El 31 de marzo, cuenta en su biografía: “Le dije al Coco Basile: ´Coco, el martes (5 de abril) le digo si sigo o le digo muchas gracias, buenas tardes´”.

El fin de semana se mudó a los pisos 7, 8 y 9 de Segurola y La Habana. “700 metros cuadrados, 5 dormitorios, baños en suite y sauna, sala de trofeos, cuarto de juegos, dependencias de servicios, cocheras y terrazas”, detalló La Razón.

Lo que sigue, es la historia de cómo Diego se preparó para jugar su último Mundial. (…)  «